Parece mentira, pero ya han pasado casi 3 meses desde que Apple puso a la venta el iPhone X. Tras 10 años manteniendo un diseño muy similar, los de Cupertino lanzaron un terminal totalmente diferente a los anteriores iPhone, siguiendo la estela de modelos como el Samsung Galaxy S8+ o el LG G6. Un móvil con un frontal todo pantalla (o casi todo), un acabado en cristal y una nueva pantalla OLED. Realmente se trataba de un cambio muy esperado por la mayoría de usuarios, aunque no dejaba de ser arriesgado para la compañía. ¿Convencería el nuevo diseño a los seguidores de la manzana? Ahora, tras tres meses de uso, os voy a contar cómo ha sido mi experiencia diaria con el iPhone X.
Crece la pantalla, se reduce el tamaño
Soy usuario de iPhone desde el iPhone 4s. Este fue mi primer móvil de Apple, tras tener varios terminales Android. Tras el iPhone 4s, adquirí el iPhone 5s. Pero ya en aquel entonces tenía envidia de las grandes pantallas de los terminales Android. Por eso, cuando salió el iPhone 6 Plus, no lo dudé. Por fin tenía un iPhone con pantalla grande. Tras él, mi siguiente terminal fue el iPhone 7 Plus, manteniéndome en las 5,5 pulgadas.

Comparación tamaño con Huawei P8 Lite 2016 (5 pulgadas)
Aunque estaba contento con la pantalla de gran tamaño, no lo estaba tanto con el tamaño total del terminal. Así que el anuncio del iPhone X fue una excelente noticia. Ahora tendría una pantalla de 5,8 pulgadas en un cuerpo poco más grande que el del iPhone 6. ¡Perfecto!
Y eso es precisamente lo que más he disfrutado durante estos tres meses. Yo suelo llevar el móvil en el bolsillo siempre y ahora no parece que lleve un ladrillo en los pantalones. Además, como tengo las manos grandes, puedo manejar el iPhone X con una sola mano sin problemas.
Sin embargo, a pesar de reducir el tamaño, el iPhone X es un terminal pesado. Aunque pesa 30 gramos menos que el iPhone 7 Plus, lo primero que pensé cuando lo saqué de la caja fue «¡como pesa!». Ahora, tres meses después, sigo notando su peso. Todavía más cuando estoy durante 15 días probando otros terminales y luego vuelvo al iPhone X. Y es que Apple ha utilizado un cristal de gran calidad junto con un marco de acero.
La vuelta al cristal tras tantos años, ha permitido características como la carga inalámbrica. Además, el terminal es mucho más seguro en mano que mi antiguo iPhone 7 Plus con acabado brillante. Es menos resbaladizo en que este último, aunque sigue siendo bastante escurridizo si lo dejamos sobre la mesa. Debemos tener cuidado si lo dejamos en alguna superficie que esté más o menos inclinada.
Aunque el acabado en cristal es precioso, es inevitable pensar en su posible fragilidad. Por suerte no he tenido ocasión de probar su resistencia a los golpes. Pero sí os puedo decir que la parte trasera del terminal está como el primer día. No tienen ningún tipo de marca o desperfecto. Es cierto que soy bastante cuidadoso y no suelo llevar el terminal junto con llaves u otros objetos que puedan dañarlo. Sin embargo, algunas situaciones son inevitables, como dejarlo sobre la mesa u otras superficies.
Si decidimos utilizar una funda, algo recomendable, deberemos tener en cuenta la posible suciedad que se queda en los diferentes huecos. Para los maniáticos de la limpieza puede ser un dolor de cabeza.
Quizás lo peor del diseño del iPhone X sea la joroba de la cámara. Primero, es de color negro en ambos acabados. En el modelo negro no se nota, pero en el acabado blanco, el que yo tengo, canta demasiado. Segundo, sobresale bastante de la carcasa. Esto hace que, cuando apoyamos el terminal sobre la mesa, quede cojo. Aunque no hay mal que por bien no venga, ya que la joroba hace que se deslice algo menos.
La pantalla OLED
Otra de las grandes novedades del iPhone X fue el paso de la pantalla IPS a la tecnología OLED. La verdad es que la pantalla Retina de los iPhone anteriores se veía estupendamente, así que la única forma de diferenciar el nuevo iPhone del resto era cambiar de tecnología.
La pantalla OLED del iPhone X funciona de maravilla. Tiene un contraste muy bueno, los negros son puros y tiene mayor resolución que las pantallas IPS del iPhone 8 y 8 Plus. En tres meses no he notado ningún tipo de retención o quemado, algo de lo que se habló durante algún tiempo.
Sí se nota una diferencia importante en el tratamiento de los blancos. Sin embargo, gran parte de la culpa seguro la tiene la tecnología True Tone. Esta cambia el tono de los blancos para adaptarse a la luz ambiental. Y se nota, los blancos son más amarillentos en algunos momentos. Sin embargo, es algo que en pocos días pasa totalmente desapercibido e incluso se agradece.
También se agradece el alto brillo con el que cuenta el panel. Vivo en Valencia y aquí casi siempre tenemos mucho sol. Pues bien, incluso con el sol incidiendo directamente sobre la pantalla no he tenido ningún problema de visualización. Poniendo el brillo al máximo el iPhone X puede con todo.
Por lo demás, personalmente me encanta que se pueda activar la pantalla con solo darle un toque en la parte superior. Esto me permite ver la hora y se he recibido alguna notificación sin coger el terminal. Aunque seguramente una pantalla Always On Display hubiera sido mejor opción.
El famoso notch
Y si hablo de la pantalla no puedo no nombrar el famoso notch o isla. Personalmente no le doy demasiado importancia, pero tampoco puedo decir que haya «desaparecido». En la pantalla principal pasa desapercibido, especialmente si ponemos un fondo de pantalla negro. Aún así, este diseño afecta a pequeños detalles del día a día. Por ejemplo, el que más molesta es no poder ver el porcentaje de la batería sin tener que desplegar el centro de control.
¿Molesta en las aplicaciones? Depende. En las aplicaciones desarrolladas por Apple no, ya que la compañía ha sabido adaptar su diseño perfectamente. Sin embargo, no todos los desarrolladores han sabido adaptar sus apps a la perfección.

Algunas apps no están adaptadas todavía a la nueva pantalla
Hablando de adaptación, tras tres meses puedo decir que el 95% de las aplicaciones que utilizo están adaptadas a la pantalla del iPhone X. Las apps más conocidas se adaptaron a las pocas semanas. Otras como Feedly tardaron más. Y otras como Ivoox o ING todavía no se han adaptado al nuevo formato.
Donde sí molesta un poco más el notch es a la hora de visualizar vídeo. Por ejemplo, aplicaciones como Netflix han decidido dejar unos bordes negros a ambos lados de la pantalla.

Modo vídeo ampliado de YouTube
Otras como YouTube, te ofrecen dos posibilidades. Por defecto veremos los comentados bordes negros. Sin embargo, podemos pellizcar para agrandar y utilizar toda la pantalla. Como es lógico, con esta opción el notch tapará parte de la pantalla. Además perderemos parte del contenido, ya que lo que hace es ampliar la imagen.
Face ID me ha decepcionado
Lo reconozco, Face ID me ha decepcionado un poco. La tecnología tras este sistema es increíble, de eso no hay duda. Pero el funcionamiento diario, sin ser malo, tiene sus lagunas.
Pero vamos primero con lo bueno. A nivel general, Face ID funciona realmente bien. Es un sistema de desbloqueo rápido y bastante seguro. Si tenemos activada la función «Requerir atención para Face ID», tendremos que mirar directamente a la cara para desbloquear el terminal. Esto le da un plus de seguridad, ya que con esta función desactivada el móvil se desbloqueará incluso con los ojos cerrados.
También me gusta mucho que esconda las notificaciones hasta que mires el móvil. En la pantalla de bloqueo nos sigue apareciendo que ha llegado un WhatsApp por ejemplo, pero no muestra la vista previa del contenido hasta que miramos nosotros el móvil. En un sistema ideal para que nadie más que tú vea las notificaciones que te llegan.
Incluso para las compras en la App Store me gusta más Face ID que Touch ID. Para descargar nuevas apps tenemos que pulsar dos veces sobre el botón de encendido y después identificarnos mediante Face ID. Al principio no me gustó este sistema, y así lo expresé en mi review. Sin embargo, tras tres meses de uso, me parece un sistema muy fiable para evitar compras accidentales. Más todavía cuando tienes niños en casa.
Pero, como decía antes, Face ID no es perfecto. En algunas situaciones sigo prefiriendo el sensor de huellas dactilares. En mi caso, y a pesar de que me reconoce incluso sin luz, falla en situaciones muy concretas. Por ejemplo, cuando estoy tumbado en la cama no me reconoce nunca. Puede que sea por la pequeña deformación de la cara al estar en esa posición. O puede que sea porque no detecta bien la profundidad al tener algo en la parte trasera. Lo mismo me ocurre cuando estoy «tirado» en el sofá, en una posición menos vertical.
También he tenido problemas cuando el sol incide directamente sobre mi cara. No sé si es por lo reflejos o el brillo de la piel, pero alguna vez he tenido que acabar poniendo el PIN de desbloqueo.
Otra de las situaciones en las que echo de menos Touch ID es cuando el móvil está tumbado sobre la mesa. Para desbloquearlo en esta posición tienes que, o asomar la cara a la cámara, o coger el móvil sí o sí. Con Touch ID esto no pasaba, simplemente ponías el dedo encima y ya lo tenías desbloqueado.
Dicho esto, la tecnología que hay detrás de Face ID me parece impresionante. El sistema es capaz de reconocerme con y sin gafas, con barba o afeitado, con gorro e incluso con algunas gafas de sol (si no son demasiado oscuras). Pero sin duda, como he comentado, sigo alucinando cuando veo que es capaz de desbloquear el móvil en plena oscuridad.
Cambiando la forma de usar el iPhone
La desaparición de los marcos delanteros y el botón de inicio obligaba a tener que aprender los nuevos gestos para manejar el iPhone X. No os voy a mentir, los primeros días cuesta bastante acostumbrarse. Pero tras tres meses de uso, puedo decir que es todo un acierto de Apple.
Lo primero a lo que debemos acostumbrarnos es a que podemos deslizar la pantalla desde varios sitios. Si lo hacemos desde la parte superior derecha lanzaremos el centro de control. Y si lo hacemos desde la parte superior izquierda veremos las notificaciones. A esto te acostumbras en la primera semana máximo.
Al uso de la multitarea tarde un poco más en cogerlo el gusto. Para ver las aplicaciones que están ejecutándose tenemos que deslizar hacia arriba y mantener. Al principio no me gustó demasiado, hasta que descubrí que se podía hacer mucho más rápido dibujando una pequeña curva de abajo a arriba. Este gesto abre la multitarea sin necesidad de mantener presionado.
Sin embargo, sigue sin gustarme tener que mantener presionado para cerrar las aplicaciones. Personalmente preferiría que solo fuera necesario hacer el gesto de «mandarlas hacia arriba» una vez abierta la multitarea. Reconozco que más de una vez cerraríamos alguna app sin querer, pero creo que sería una forma de agilizar el proceso.
Como es lógico, también cambian todas las acciones que llevaban asociado algún tipo de pulsación del botón Home. Por ejemplo, abrir Apple Pay o llamar a Siri. Incluso cambia la forma de realizar una captura de pantalla. En todos estos casos no he tenido ningún problema, ya que no son acciones que realice todos los días.
Y si hablo del software no puedo dejar de lado los Animojis. Como era de esperar, la novedad duró unos días. Es cierto que no suelo utilizar iMessage para comunicarme (uso WhatsApp), pero aún pudiendo grabarlos y mandarlos como vídeos no lo he vuelto a hacer desde los primeros días. Ni siquiera mi hija de 5 años se acuerda ya de ellos.
Buena autonomía, carga muy lenta
Aunque puede que las otras novedades eclipsaran a la batería, la realidad es que el iPhone X también se actualizó en este importante apartado. No porque lleve una batería mucho mayor que sus hermanos (es menor), sino por la implementación de la carga rápida y la carga inalámbrica.
Esto, que en principio parecía ser una gran noticia, se queda casi en anécdota para la mayoría de usuarios. Voy a explicarme. Por un lado tenemos la carga rápida. Cualquiera podría pensar que un móvil de casi 1.200 euros incluiría un cargador acorde a su categoría. Pues no, Apple decidió que la carga rápida había que pagarla aparte. Concretamente necesitamos un cable de USB-C a Lightning, que cuesta 29 euros en Apple, y un cargador con USB-C. Si optamos por los oficiales de Apple, el más económico cuesta 59 euros. Es decir, añadir la carga rápida al iPhone X cuesta 88 euros. Así que, como imaginaréis, esta característica no la he podido probar.
Tampoco incluye el iPhone X una base de carga inalámbrica. Por suerte, Apple decidió utilizar el sistema estándar, así que cualquier base inalámbrica nos sirve para cargar el iPhone X. Eso sí, la carga inalámbrica es realmente lenta. Aunque eso no quita que sea muy cómoda para colocar el móvil por la noche o tenerlo puesto sobre la base si estamos trabajando.
Lo mismo ocurre con la carga normal, la que realizaremos habitualmente. La carga completa del iPhone X desde el mínimo de batería necesita más de 3 horas. Es una cifra realmente alta si la comparamos con otros terminales que sí incluyen el cargador de carga rápida. En mi caso particular no ha supuesto un problema, ya que suelo cargar el móvil por la noche.
Dejando de lado la forma de cargarlo, es justo decir que la autonomía del terminal es muy buena. Cuando se publicó en Internet la capacidad de la batería del iPhone X pensé que era muy justa. Pero la realidad es que aguanta perfectamente el día completo con un uso más o menos intensivo.
Durante estos tres meses he tenido varias situaciones. En mi domicilio tengo muy poca cobertura, así que cuando estoy allí todo el día la batería se resiente porque el móvil está buscando red continuamente. En este caso puedo llegar al final del día (00:30 horas) con un 20% de batería. Sin embargo, cuando estoy en una zona con cobertura correcta, he llegado al final del día con un 35-40% de batería muchas veces. Lo que sí puedo decir es que ningún día he necesitado conectar el móvil al cargador antes de irme a dormir.
El modo retrato engancha
Apple lanzó el Modo Retrato junto con la doble cámara del iPhone 7 Plus. Sin embargo, el iPhone X es el único que lo incluye en su cámara frontal. Además, la cámara frontal también incluye la nueva Iluminación de Retratos, aunque en fase beta.
Y la verdad es que el modo retrato engancha, tanto el de la cámara principal como el de la cámara frontal. Además, los nuevos modos de iluminación de retratos permiten crear fotografías muy interesantes. Eso sí, hay que dedicarle tiempo a la composición o encontrar el momento oportuno.
Por lo demás, la cámara es de las mejores del mercado. Por refrescar la memoria, tenemos una cámara principal dual de 12 megapíxeles con gran angular y teleobjetivo. El sensor gran angular ofrece una apertura f/1.8, mientras que el teleobjetivo se conforma con f/2.4. También vale la pena destacar la doble estabilización óptica de imagen, que permite conseguir vídeos con mucha menos trepidación.
Sin embargo, de las mejores no significa la mejor. Algunos terminales como el Pixel 2 de Google lo superan. En cualquier caso, cualquier usuario podrá utilizar el iPhone X como cámara principal para el día a día. La calidad de las fotos es muy alta, al igual que la de los vídeos que podemos grabar con este terminal.
Eso sí, los aficionados más avanzados o profesionales da la fotografía echarán en falta una aplicación cámara más avanzada. Y es que Apple mantiene su idea de hacerlo todo lo más sencillo posible. Así que para un control más manual de la fotografía tendremos que recurrir a aplicaciones de terceros.
El rendimiento sigue siendo de primera
Ahora que ya hemos visto las novedades más destacables del iPhone X, vamos a ver cómo se ha comportado el terminal a nivel de rendimiento. Como era de esperar, durante estos tres meses no he tenido ningún problema.
El chip A11 Bionic sigue siendo el más potente de Apple, así que todo se ejecuta con mucha velocidad. Mueve los juegos más pesados y la multitarea sin despeinarse. Además, la apertura de varias aplicaciones y el cambio entre ellas es prácticamente instantáneo.
Desde luego, al iPhone X no le ha afectado para nada toda la polémica de la ralentización de los iPhone antiguos. Por otro lado es lógico, es el último terminal que ha lanzado Apple al mercado.
Conclusiones
Tras estar utilizando el iPhone X durante tres meses, sigo pensando que es un terminal realmente espectacular. Primero por su diseño. Lo primero que pensé al sacarlo de la caja fue «qué bonito es». Y eso, tres tres meses conmigo, no ha cambiado ni un ápice. Creo que la vuelta al cristal tras tantos años con el aluminio le ha sentado de maravilla. Además, es un cristal muy resistente a los pequeños arañazos del día a día.
Es cierto que, como he comentado, lo sigo notando muy pesado. Más que porque en el día a día me moleste llevarlo, por comparación con otros terminales. El último que probé fue el Alcatel A3 XL y la diferencia de peso era tremenda. No es un móvil comparable, como es lógico, pero tras estar 15 días con este terminal volví a notar el iPhone muy pesado.
Si somos más justos y lo comparamos con sus verdaderos rivales, también se ve una diferencia de peso importante. Por ejemplo, el Samsung Galaxy S8 pesa 155 gramos frente a los 174 gramos del iPhone X.
Dejando de lado el peso, el diseño no es perfecto. Apple podría haber pulido la joroba de la cámara, además de haberle puesto un color más acorde en el modelo blanco. Quizás la compañía lo hizo pensando en las fundas, ya que si ponemos una el iPhone X queda totalmente plano sobre la mesa.
Además del cambio de material, la gran protagonista del nuevo diseño es la pantalla. El nuevo panel OLED se comporta de maravilla, es muy atractivo visualmente y se ve genial. Quizás el famoso notch se podría haber implementado de otra forma, pero para mí no sería un motivo para descartar la compra del iPhone X.
Más impactante para el usuario es el cambio del Touch ID por Face ID. Como he comentado, el sistema supone un avance técnico espectacular y funciona muy bien casi siempre. Pero, especialmente en situaciones puntuales, el Touch ID era más efectivo y cómodo.
Tampoco debe afectar en vuestra decisión de compra los nuevos gestos. Sí, si venís de un iPhone antiguo o un teléfono Android os costará uno días adaptaros. Pero una vez le cojáis el truco a los gestos descubriréis que funcionan a la perfección.
En cuanto a la batería, como he comentado, el iPhone X cuenta con una buena autonomía. Sin embargo, es una pena que Apple quiera sacarnos más dinero para poder utilizar la carga rápida.
Por último, vale la pena echar un vistazo a sus rivales. Creo que a nivel técnico, actualmente, la igualdad es máxima. Sí, es cierto que el iPhone X barre a sus rivales en los test de rendimiento, pero cualquier terminal Android de gama alta rinde a la perfección. Así que, teniendo en cuenta lo comentado sobre las cámaras, el sistema operativo y el ecosistema de cada plataforma cobran una gran importancia a la hora de decidirse por un terminal u otro.
Y sí, el precio también es un factor con mucho peso. El iPhone X de 64 GB tiene un precio oficial de 1.160 euros. Es un precio excesivamente alto. Ojo, no hay que menospreciar las horas de I+D que habrá invertido Apple en desarrollos como Face ID, pero si lo comparamos con sus rivales en el mercado el precio es alto. Incluso el Samsung Galaxy Note 8, uno de los terminales Android más caros, cuesta 150 euros menos que el iPhone X. Pero es que otros, como el Huawei Mate 10, cuestan nada menos que 460 euros menos. ¿Vale la pena la diferencia? Eso tendrá que decidirlo cada uno.
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