
La verborrea de Elon Musk se ha convertido en una de las principales atracciones de Twitter desde que el CEO de Tesla o SpaceX compró esta red social. Además de los tuits con los que anuncia decisiones ejecutivas en la plataforma, esta semana ha sido sonada tras la entrevista que le concedió a un periodista de la BBC en Twitter Spaces en la que Elon Musk admite lo que todos sospechábamos respecto a la compra de Twitter: realmente no quería convertirse en el dueño de la plataforma.
Para tener todo el contexto hay que echar la vista atrás hasta el verano de 2022. Después de que en abril Musk hubiera anunciado que iba a comprar Twitter por 44.000 millones de dólares, en el mes de julio quiso echarse atrás. La justificación para intentar retirar su oferta se basaba en que los datos aportados por Twitter en cuanto al número de bots y cuentas falsas sería muy inferior al real.

Un juicio con pocas opciones de éxito
A pesar de estas reticencias, los responsables de Twitter llevaron a Elon Musk ante la justicia, ya que los documentos firmados implicaban la obligación de hacerse con la compañía. En la charla mantenida con James Clayton en Twitter Spaces, se le cuestionó al empresario sudafricano por qué cambió de opinión, a lo que este respondió con un lacónico “tenía que hacerlo”.
Clayton repreguntó si eso se debía a que en dicho juicio Musk tendría las de perder, algo a lo que contestó afirmativamente. Con el cambio de mando, Elon Musk ha intentado reestructurar la compañía, despidiendo a un gran porcentaje de la plantilla y tratando de aumentar los ingresos con medidas polémicas que no han agradado a gran parte de sus usuarios, que también han reportado un mayor número de fallos en la aplicación.
Esta revelación de Elon Musk deja claro que la impulsividad, uno de sus rasgos característicos, no siempre juega a favor de los intereses económicos, por muy innovador que sea. Por delante, Musk tiene entre manos la misión de reflotar una red social cuya imagen pública está muy golpeada y de la que parece complicado sacar alguna rentabilidad tras la multimillonaria inversión de 44.000 millones de dólares.
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