No cesan las turbulencias en Twitter tras su compra por parte de Elon Musk. La forma de proceder del empresario sudafricano, comentando públicamente y en directo su toma de decisiones, ha generado disgusto no sólo en su propia plantilla, sino también entre anunciantes, inversores e incluso en la clase política estadounidense. En los últimos días, cientos de empleados de Twitter renuncian y hacen temblar el futuro de la red social.
El hashtag #RIPTwitter es uno de los que más contenido están generando a nivel global en la plataforma en los últimos días, y se debe a esta percepción de que el descontrol cada vez a más dentro de la compañía. Más allá de las decisiones sobre las nuevas funciones de Twitter o el proceso de verificación de cuentas (también caóticos), lo que ha encendido todas las alarmas es el correo electrónico que Elon Musk envió a sus nuevos empleados.
Musk no ocultó desde un primer momento la necesidad de hacer recortes en la plantilla, lo que podría elevar los despidos hasta tres cuartas partes del capital humano de Twitter. En la última semana, el también CEO de empresas como Tesla o SpaceX, conminó a sus trabajadores a elevar el listón de la autoexigencia. “Esto implicará trabajar muchas horas a alta intensidad. Sólo un rendimiento excepcional supondrá un aprobado”, indicó en el correo electrónico.
Esta forma de proceder y la escasa confianza que despierta Elon Musk ha llevado a que muchos empleados terminen renunciando a continuar en la nueva era. Cientos de trabajadores han compartido en sus perfiles la noticia de su renuncia, lo que ha provocado a su vez otra drástica decisión: el cierre de las oficinas de Twitter. Los empleados no tienen acceso a sus puestos de trabajo de forma temporal y sus acreditaciones para acceder han sido suspendidas.
Las oficinas volverán a ser abiertas el 21 de noviembre, según informó en su perfil de Twitter Zoë Schiffer, editora de ‘Platformer’ que está siguiendo muy de cerca lo que sucede en el entorno de la red social. Schiffer también apunta que, tras esta decisión, se encontraría el temor de Musk y su equipo de confianza de que los antiguos empelados de Twitter quieran sabotear el inicio de la nueva era.
El esperpento fue a más cuando el responsable de las credenciales, despedido en la tarde del jueves, fue contactado por Elon Musk para preguntarle si podía ayudarles a conseguir acceder a las oficinas centrales. Ni el nuevo propietario de la plataforma ni su equipo de confianza podían acceder al haber bloqueado las suyas por error en este proceso. El propio Musk contestó a su tweet agradeciéndole el favor y calificándolo como un salvavidas.
Preocupación entre anunciantes y políticos
El caos en el que está sumido Twitter desde hace unas semanas no está dejando a nadie indiferente. Más allá de la lluvia de memes que esta situación ha generado entre los usuarios de la red social, los anunciantes empiezan a mostrarse reacios a poner su dinero en una red social cuya imagen pública está cada vez más golpeada.
GroupM, una empresa que engloba a varias de las agencias de publicidad más grandes del mundo, informó a sus clientes de que invertir en publicidad en Twitter es una operación “de alto riesgo”, dadas las salidas de empleados de alto perfil en la plataforma y el mal uso que se hizo del nuevo sistema de verificación de cuentas en sus primeras horas en funcionamiento.
Desde el ámbito político también se analiza con detalle cada nueva decisión que toma Elon Musk. Varios senadores demócratas han solicitado a la Comisión Federal de Comercio estadounidense que investigue las políticas de privacidad y seguridad de los usuarios de Twitter, ya que la red social muestra “un desprecio grave y salvaje por la seguridad de sus usuarios”. El oscuro túnel por el que está transitando una de las redes sociales más veteranas no parece tener fin.
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