Después de comentar las grandes líneas de los nuevos portátiles presentados por Apple, toca analizar cada modelo más detenidamente. Y empezamos por el nuevo MacBook de carcasa metálica, que sobre el papel se presenta como un equipo más ligero y potente que su predecesor. Este portátil con pantalla de 13,3 pulgadas y 1280 x 800 píxeles de resolución llega con un peso inicial de 2,04 kilos y mejores prestaciones gráficas.
Apple ha añadido a su nuevo MacBook «genérico» algunos elementos más propios del MacBook Air, como un proceso de fabricación que requiere menos ensamblaje de piezas, a partir de bloques de aluminio que componen gran parte del esqueleto de la máquina. La primera consecuencia de esto es el nuevo acabado metálico y un peso de casi 400 gramos menos que su predecesor blanco, manteniendo unas dimensiones de 325 x 227 x 24,1 mm.
Como comentamos en el artículo anterior, el clásico MacBook de plástico blanco ha sufrido una rebaja de precio. Aunque podría tener los días contados, pues el MacBook negro directamente ha desaparecido del catálogo de la web de Apple. Una mala noticia para quienes se sientan atraídos por la estética de estos modelos, auténticos clásicos que han marcado escuela en el diseño de ordenadores. Otro punto que tiene sus pros y sus contras entre los usuarios de Mac es la nueva pantalla con retroiluminación LED.
Se trata de una tecnología que, por un lado, contribuye a mejorar la autonomía del equipo. De hecho, es muy habitual en los recientes ultraportátiles de bajo coste, pues así se reduce el consumo de la pantalla y se aprovecha mejor la batería. El nuevo MacBook consigue así cinco horas de autonomía con el Wi-Fi y el Bluetooth activos sobre el papel, una más que su predecesor. Por otro lado, el uso de LEDs también mejora el brillo de la pantalla, pero no así su capacidad para trabajar en exteriores a plena luz del día. Nada traumático, pero sí distinto a lo que Apple nos tenía acostumbrados.
En cualquier caso, son factores que dependen mucho de los gustos y manías particulares de cada usuario. Otra novedad destacable la encontramos en el touchpad o trackpad. Presenta un acabado en vidrio templado y, como observamos en la imagen inferior, es un 39% más grande y ha perdido el único botón que venía siendo habitual en los portátiles de Apple. En otras palabras, para hacer click habrá que aplicar el dedo directamente sobre su superficie, que ahora incorpora tecnología Multi-Touch.
Para entendernos, está preparado para interpretar gestos y combinaciones con varios dedos como sucede con la pantalla del iPhone. Un detalle que hasta ahora sólo estaba disponible en el antes citado MacBook Air y el MacBook Pro, y que pasa a formar parte del equipamiento de serie de estos MacBooks de 13 pulgadas destinados al «maquero de a pie». En el apartado puramente técnico, la novedad más destacable la encontramos en la gráfica.
Y es que la tarjeta integrada Intel GMA X3100 ha sido sustituida por otra también integrada, pero firmada por el referente actual en este tipo de componentes: NVIDIA. Se trata de una NVIDIA GeForce 9400M con 256 MB de memoria de vídeo. Eso sí, compartida con la memoria del sistema. En otras palabras, se ha dado un paso adelante, aunque no se ha optado por tarjetas con memoria gráfica exclusiva. Esto último es algo que se ha reservado para los MacBook Pro, como veremos en otro artículo.
También se ha producido un avance en la memoria RAM. No tanto por la cantidad (2 GB de base con un máximo de 4 GB), sino por la calidad, pues se trata del estándar DDR3 que trabaja a 1066 MHz. Es una nueva característica que estamos empezando a ver en modelos de firmas de PC, como los nuevos Acer Aspire Gemstone Blue o el Samsung R710. Su ventaja: es más veloz que el clásico DDR2 a 667 MHz, lo que repercute en un mejor rendimiento informático.
A partir de estas características comunes, encontramos dos configuraciones con sus correspondientes precios. La más sencilla cuesta 1.150 euros y viene con un procesador Intel Core 2 Duo P7350 a 2 GHz y disco duro de 160 GB; la más avanzada sale por 1.450 euros, al incluir un procesador P8600 a 2,4 GHz y disco duro a 250 GB. Entre las opciones adicionales, además de «doblar» la RAM de 2 a 4 GB, puede optarse por un disco duro de 320 GB, y otro de sólo 128 GB pero en estado sólido (disco SSD).
Después de esta radiografía básica del equipo, merece la pena fijarnos en cómo Apple trata de distintas formas los estándares más extendidos en el terreno informático, dejando a un lado su última apuesta dentro de los sistemas operativos (Leopard). La compañía de la manzana acierta al no complicarse la vida con la unidad óptica: un sencillo lector-grabador de DVD, con el ya habitual sistema slot-in para arrastrar hacia adentro los discos sin necesidad de bandeja. El propio Jobs ha admitido que el Blu-ray es prácticamente un dolor de muelas para los fabricantes de ordenadores.
Sin embargo, otro gallo canta en el apartado de las conexiones. Aquí, por ejemplo, Apple pasa olímpicamente del HDMI, que se está convirtiendo en el nuevo estándar para ver los contenidos del ordenador en la nuevas teles de alta definición. En lugar de ello se ha limitado a reducir el tamaño de su habitual salida de vídeo. El nuevo puerto Mini DisplayPort seguirá necesitando esos adaptadores que se pagan aparte para ofrecernos de verdad una salida DVI o VGA.
Son precísamente este tipo de detalles los que al final provocan la imagen habitualmente asociada a Apple: productos más caros en comparación con PCs de características similares. Mucho más allá que el debate sobre la compatibilidad del sistema operativo, pues este MacBook mantiene otros buenos puntos como su excelente cámara web integrada o el sensor de luminosidad para encender automáticamente los LEDs del teclado cuando apagamos la luz, más difíciles de encontrar en portátiles de otras marcas, junto con otros más habituales como el micrófono y los altavoces estéreo integrados.
Pero cuando uno se encuentra un portátil de gama media-alta que no lleva lector de tarjetas de memoria y tiene sólo dos puertos USB, la valoración final cambia. Y más aún cuando requiere gastarse unos 30 euros en un adaptador para un monitor externo que no sea de la propia Apple. El diseño, la comodidad de transpote y la amigabilidad en el manejo son puntos importantes en un portátil. Pero tampoco estaría mal que nos lo pusieran más fácil a la hora de interactuar con equipos ajenos a la familia Mac.
+ info: Apple MacBook
La polla!!
o estoy muy equivocado o los macbook ya NO traen firewire… razón por la que no pienso comprarme uno (principalmente).
Pues no estás nada equivocado dminus. Se me coló el firewire por no leer la hoja de características más detenidamente. Gracias por el apunte, ahora corrijo el post.