itunes card

En 2012, Bruce Willis se encontró con una curiosa situación: querí­a donar su colección de música en herencia a sus hijas, colección adquirida a través de iTunes y asociada a su ID de Apple, y no encontró la manera de hacerlo. El motivo es que esa música no era ‘del todo’ suya, sino que estaba cedida en un régimen de licencia al usuario. No estaba, estrictamente hablando, comprada. Tras pensar en emprender acciones legales, finalmente renunció a hacerlo.

Cinco años más tarde, el pasado miércoles 18, el abogado sevillano Victor López ha continuado la tarea que el famoso actor dejó a mitad al proceder a demandar a Apple en los juzgados de lo Mercantil en Madrid, según nos cuenta Confilegal.

En su demanda, Victor López, incidí­a en el mal uso de la palabra ‘comprar’ cuando se trata de adquirir canciones, pelí­culas o aplicaciones en sus plataformas iTunes y App Store. Los productos que se adquieran en las plataformas de Apple pasarán a formar parte de la biblioteca de iTunes, propiedad del usuario, pero cuando éste fallezca o dé de baja su ID de Apple, toda esa información se irá con él, no se podrá legar, donar o ceder.

Técnicamente, lo que Apple ofrece no coincidirí­a con el término ‘comprar’, que hace referencia al concepto de la compraventa, el proceso en que se entrega un objeto a cambio de un precio. Si somos estrictos con los términos, Apple no entrega nada, ni siquiera los archivos digitales, sino que ofrece licencias de uso, que es un concepto distinto.

¿'Compramos' realmente cuando compramos en iTunes? 1

¿Es necesariamente algo malo?

Al margen de esta demanda anecdótica, que busca esencialmente presionar a Apple para que dejen de usar la palabra ‘comprar’ en su servicios, ponemos sobre la mesa la cuestión que este incidente ha reavivado. Por un lado, ¿Es comprar realmente lo que hacemos cuando adquirimos productos en iTunes y App Store? Y por otro, ¿es realmente tan malo que no lo sea?

La aparición de las empresas que ofrecen servicios de streaming, gratuito o de pago, desde la pionera YouTube a Netflix o Spotify, nos obligan a replantear el concepto de propiedad, especialmente en el mundo digital. Cuando queremos acceder a un producto que realmente no se puede agarrar con las manos, como es un archivo informático, es difí­cil concebir de qué manera es absolutamente nuestro. Si podemos darle a un botón y realizar las copias que queramos, ¿hemos pagado por ese producto en concreto o por la posibilidad de tener infinitos productos iguales?

itunes comprar

La amenaza de la piraterí­a y la descarga ilegal ha hecho que el mercado vire hacia formas de negocio en las que el usuario no llega a ser pleno propietario de los productos, sólo un dueño pasajero, pero ¿es ello realmente un problema?

Ha llegado un momento en que la cantidad de pelí­culas, música y libros digitales que consumimos es tal, que el usuario llega a preferir despreocuparse de su atesoramiento, olvidándose de incómodos discos duros o torres de DVD que nunca se van a revisitar. El usuario que realmente desea poseer sus obras artí­sticas favoritas, las compra fí­sicamente, y ahí­ no hay duda alguna sobre su propiedad.

Por ello, si con este sistema el usuario no está ‘comprando’ realmente nada, pero satisface sus necesidades a la vez que se olvida del almacenamiento, y todo esto ayudando a que los legí­timos creadores cobren por su obra, deberí­amos alegrarnos porque tal vez ésta sea la manera de salir de la tremenda crisis en que está metida la industria del entretenimiento artí­stico tradicional.

 

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