La bomba ha estallado: Elizabeth Holmes ha sido acusada de un gigantesco fraude multimillonario a través de su empresa, Theranos. Tras varios años de suspicacias por parte de prensa y público, finalmente la SEC (la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU) ha dirigido el dedo a su fundadora, quien deberá reducir su control sobre la empresa, abonar una multa de 500.000 dólares y no podrá ejercer cargos de dirección en 10 años. ¿Cómo se gestó esta tremenda estafa?
Promesas que valen 700 millones
La startup Theranos se creó en 2003 con la intención de revolucionar la forma de realizar análisis sanguíneos. El método de Theranos prometía reducir costes al utilizar tan solo una gota de sangre para realizar cientos de pruebas. Con esta premisa, la empresa consiguió recaudar más de 700 millones de dólares (unos 570 millones de euros) y alcanzó una valoración de 9.000 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros).
Durante más de diez años, Elizabeth Holmes fue adquiriendo prestigio en Silicon Valley, llegando a ser considerada «la Steve Jobs de la biotecnología». Este auge de credibilidad fue acompañado también de un gran éxito económico, llegando a posicionarse como «la milmillonaría más joven hecha a si misma», según la revista Forbes. Su patrimonio superaba los 3.000 millones de euros.
2015, la gota que colma el vaso
Pero no es oro todo lo que brilla. En 2015, 12 años después de su creación, Theranos sufrió dos importantes ataques. La Universidad de Stanford, por un lado, publicó un agresivo editorial hacia la compañía poniendo en duda el propio sistema.«Un secreto bien guardado es… cómo funciona esta tecnología de análisis de sangre» afirman en el texto. La compañía no había compartido estudios públicos sobre sus hallazgos, según este editorial.
Sin embargo, fue la prensa quien hizo que la historia estallara. Una investigación a fondo del New York Times ponía en tela de juicio el objetivo principal de la compañía, pero además les acusaba de mentir y falsear datos. La noticia se hizo pública, y tanto los clientes de Theranos como las autoridades reguladoras empezaron a interesarse en conocer más detalles y esclarecer el asunto.
Salieron a la luz algunas pruebas: Theranos no tenía un sistema propio de trabajo, sino que modificaba ligeramente las tecnologías de los competidores. Además, nos podían realizar tantos tests con la gota de sangre como realmente afirmaban.
Su opacidad a la hora de mostrar su trabajo en un contexto donde se había formado una burbuja de aceptación, hicieron el resto. Ahora, la prometedora historia de esta emprendedora se derrumba como un castillo de naipes.
Castigo ejemplar
La SEC acusa a Elizabeth Holmes y al expresidente de Theranos, Ramesh Balwani, de fraude masivo. La fundadora tendrá que pagar 500.000 dólares de multa, devolver 19 millones de acciones que adquirió durante el periodo investigado, y se la veta de poder ejercer un puesto de directora de empresa o funcionaria durante los próximos 10 años.
Según el Steven Peikin, responsable del SEC, se puede catalogar de «trama elaborada» toda esta situación. Vender humo es una práctica muy vieja, y parece que ni el avance en tecnología más puntera lo va a poder evitar. Por el contrario, empresarios e inversores seguirán comprando historias que les suenen bien, mientras estén adornadas con un bonito embalaje.
Se espera que esta acusación sea ejemplar para el mundo de Silicon Valley, dejando claro que «no hay una exención en las disposiciones antifraude de las leyes federales de valores simplemente porque no sea una empresa pública, esté en una etapa temprana de desarrollo o sea objeto de una gran atención por parte de los medios». Holmes no ha aceptado los cargos, pero sí se compromete a pagar la multa, así como aceptar el resto de condiciones.