La reciente revelación de una nueva carpeta con más de 8.000 páginas de Wikileaks ha dejado hecho (de nuevo) hecho trizas cualquier atisbo de seguridad al que poder sujetarnos en asuntos digitales. De hecho, hoy hemos sabido que miles de móviles con Android podrían estar en riesgo.
Ahora, el director del FBI, James Comey, ha afirmado que en el mundo online la privacidad y la seguridad son muy importantes, pero que no hay que sacrificar una cosa por la otra. En declaraciones hechas en la Conferencia sobre Ciberseguridad Cibernética 2017 en Boston, Comey ha hablado de los retos a los que ha tenido que enfrentarse el FBI en los últimos años.
El director de los servicios de policía estadounidenses ha explicado que los usuarios – en referencia explícita a los norteamericanos – no deben esperar la privacidad absoluta, porque cualquier tribunal puede pedirles explicaciones sobre sus conversaciones privadas, escrutar en ellas y dar cuenta de su huellas digital si en algún momento fuera necesario.
De esto se desprendería que, según él, la privacidad absoluta en el mundo digital no existiría y que todos los ciudadanos deben ser conscientes que sus informaciones privadas pueden ser recuperadas en cualquier momento.
https://www.youtube.com/watch?v=nZ5teEFeEZg
El FBI ha intentado acceder a casi 3.000 móviles en tres meses
Comey no ha dejado pasar la ocasión para denunciar que los fabricantes de teléfonos móviles se lo están poniendo muy difícil. Así, ha explicado que entre octubre y diciembre de 2016, el FBI intentó acceder a la friolera de 2.800 dispositivos, pero solo fue capaz de escudriñar en las entrañas de 1.200.
Explica el director del FBI que el teléfono se ha convertido en una de las mayores amenazas para la seguridad de los usuarios, en el sentido de que toda o casi toda nuestra información cabe en nuestro bolsillo.
Así, Comey ha aprovechado para pedir a los fabricantes que sean más dadivosos y permitan al FBI acceder a los datos cifrados de los dispositivos, así como a las conversaciones de los servicios de mensajería.
Indica que, en los últimos años, la codificación de estos sistemas se ha vuelto más impermeable, después de las primeras revelaciones que hizo Edward Snowden sobre los programas de espionaje estadounidenses.
Apple y su hermetismo
Apple es una de las compañías que más hermética se ha mostrado con respecto al hecho de facilitar datos privados de sus usuarios y clientes. Fue sonado el caso del atentado terrorista perpetrado por Syed Farook el 2 de diciembre de 2015 en San Bernardino (California), que acabó con la vida de 14 personas.
Para ponerse manos a la obra con la investigación, el FBI solicitó a Apple desbloquear el dispositivo del terrorista. Se trataba de un iPhone 5c. La de Cupertino se negó a ofrecer al FBI las claves para entrar en el equipo. Alegó que si facilitaba a la policía la manera de desbloquear el teléfono, la información se filtraría. Apple afirmaba que se abriría la veda y millones de usuarios en todo el mundo quedarían expuestos.
De hecho, al cabo de poco tiempo, otros departamentos de la policía, como el Conway Police de Arkansas, le pidieron al FBI la manera de desbloquear un iPhone y un iPod Touch. En ese caso, trataban de obtener pistas para resolver un caso de doble asesinato.
Y así fue. Al final el FBI consiguió desbloquear el dispositivo por su cuenta. Contrató a una empresa israelí especializada en seguridad móvil que, tal como había predicho Apple, sufrió un ataque. Un hacker averiguó el sistema de desbloqueo del iPhone e hizo pública parte de la información.