El fabricante taiwanés de smartphones no pasa por un buen momento. A los malos resultados de ventas y, por tanto, económicos se han ido añadiendo otros problemas, como la fuga de cerebros a otras compañías (con intervenciones policiales incluidas). A pesar de los intentos de la compañía por seguir ofreciendo productos atractivos, los recortes no han tardado en llegar.
Informa de ello Reuters, citando fuentes «con conocimiento directo de la situación» y la observación directa de uno de sus reporteros. De acuerdo con esta información, el reportero habría visitado la planta de fabricación de Taoyuan (antigua sede central de la compañía) para encontrarse con las puertas cerradas.
La compañía ha negado la posibilidad de vender o cerrar de forma definitiva ninguna de sus plantas de producción. Sin embargo, posteriormente ha declarado que el uso que hacen de ellas «depende de la demanda del mercado y de nuestras expectativas. Cuando tienes menos demanda, trabajas con menos instalaciones para optimizar los costes». Es decir, que han dado un mensaje de normalidad, pese a lo atípico de la situación de cierre total de una de sus fábricas.
No se trata de un ajuste menor, el cierre de esta planta reduciría la capacidad de producción en un millón de unidades mensuales, de un total de 4,5 millones en todas sus instalaciones. Además, fuentes consultadas por Reuters aseguran que las instalaciones que la empresa tiene en Shangai, con capacidad para producir 2 millones de smartphones al mes, también están cerradas en gran parte. El motivo alegado sería la falta de capacidad de venta de sus productos.
HTC One, el móvil estrella de la compañía, se presentó en febrero de este año y fue muy bien acogido por la mayoría de analistas. Las ventas declaradas por la compañía tras el primer mes en el mercado fueron de 5 millones de unidades. Sin embargo, parece que ese empujón a la cuenta de resultados no ha venido acompañado por otros modelos de precio más bajo que inunden el mercado, como sí consiguen algunos de sus competidores. La cuota de mercado de la compañía es del 2,5% del total de smartphones vendidos, lo que da una idea de que sus productos menos elitistas, los que permiten alcanzar cuotas de mercado elevadas, no se están vendiendo tan bien como sería de esperar.
Los resultados de la compañía durante este año han sido peores de los que esperaban los analistas financieros y, además, sus ingresos han seguido cayendo. Durante la primera mitad del año los ingresos se redujeron un 22% respecto al año anterior, lo que plantea dudas sobre el futuro de la compañía e incluso se ha empezado a hablar de posibles compradores.
Esta misma semana, el CEO de HTC, Peter Chou, anunciaba que dejaba gran parte de las tareas relativas a la dirección de la compañía en manos de Cher Wang, consejera delegada. Alegaba la necesidad de «centrarse en la innovación» y en el desarrollo de nuevos productos. Posteriormente, hemos sabido que HTC planea sacar al mercado un smartwatch que, según sus propias palabras, será útil de verdad y no un «artefacto». Estaría disponible a finales del próximo año.
No era un secreto que HTC está pasando por uno de los momentos más complicados de su existencia como compañía y de su necesidad de hacer cambios. La drástica reducción en la producción da que pensar que el tiempo del que disponen para reinventarse es muy poco. Con seguridad, en los próximos meses vamos a saber más detalles de lo que sucede con una de las empresas con más experiencia en el diseño y desarrollo de smartphones.