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Se podrá copiar el disco con la pelí­cula ¡UNA SOLA VEZ y MANTENIENDO LA PROTECCION ANTICOPIA! En el siglo XXI las multinacionales de Hollywood siguen erre que erre jugando a ver cuánto les dura la gallina de los huevos de oro. Y es que, repetimos, después de que nos cobran cánones por doquier que justifican porque el usuario copia, los grandes del cine ofrecen a los usuarios la posibilidad de hacer una sola copia de seguridad del disco Blu-Ray.

La cuestión es que en 2010, los discos de Blu-Ray incluirán en el menú la función de realizar una copia autorizada, llamada Managed Copy, a un disco óptico o a un archivo de Windows Media. Eso sí­, con la protección DRM (Digital Rights Management)  de por medio. Es decir, con las restricciones propias del protocolo «Gestión de Derechos Digitales».

El caso recuerda a la opción que ofreció la BBC de grabar sus emisiones en alta definición. En efecto, existí­a un número tan grande de trabas que daban ganas de tirar la toalla antes de empezar. Sin embargo, la auténtica génesis de este fiasco data de finales del siglo pasado. En concreto de 1986 cuando los fabricantes de electrónica presentaron  un sistema de grabación digital en cinta (el DAT, Digital Audio Tape). Animados por el entusiasmo digital, en agosto de aquel año un grupo formado por 81 empresas de todo el mundo formaron la llamada “Conferencia DAT” -Digital Audio Tape-. Después de serias deliberaciones quedaron dos opciones: una cinta digital que funcionara con cabezales fijos (como la casete) y otra con cabezales giratorios (como los equipos de ví­deo VHS). En esta discusión ganó el cabezal giratorio quedando lo que hoy conocemos como DAT como único candidato en la sustitución del casete. La industria electrónica pasó por alto dos puntos fundamentales: primero las editoras de discos  no se iban a quedar quietas viendo como cualquier aficionado copiaba con alta calidad sus grabaciones. Por otra parte, los equipos y las cintas DAT resultaban demasiado caras para el aficionado medio.

Las discográficas no sólo no editaron ninguna cinta DAT pregrabada, sino que además denunciaron ante distintos tribunales en Estados Unidos el formato asegurando que atentaba directamente contra los derechos de autor. Dos años después las sentencias salomónicas daban la razón a ambos permitiendo que avanzara el progreso y con él la nueva cinta, pero controlada con un sistema de protección contra las segundas copias, el famoso SCMS -Serial Copy Management System-. Con este sistema, un equipo DAT podrí­a copiar con calidad digital cualquier compacto musical desde el original, pero nunca se podrí­a acceder a otra copia digital tomando como referencia esta cinta copiada.

Ahora quieren reproducir aquel despropósito. Según el plan absurdo que se han montado, antes de hacer la copia del Blu-ray, el equipo se conectarí­a con el servidor principal y comprobarí­a que el usuario no ha realizado antes la mencionada Managed Copy. Si da luz verde, entonces se descarga un archivo WMV o una imagen Blu-Ray. Automáticamente, el número de serie del disco quedará grabado en una base de datos y evitará futuras grabaciones. Así­ que si se estropea la copia de seguridad, mala suerte. No es posible realizar una segunda. Por si fuera poco, los reproductores de Blu-Ray actuales no son compatibles con la futura función de los discos. Así­ que será necesario adquirir nuevo hardware o esperar a que aparezcan nuevos aparatos lectores que la incorporen.

En definitiva, tal cantidad de impedimentos que resulta poco probable que el Blu-Ray saque ventaja al intercambio P2P.  Y es que las cosas han cambiado mucho. Hoy los usuarios de música y cine han elegido intercambiar archivos en Internet de forma mayoritaria y universal. Y esto cambia todo lo que pasó con el DAT (que, simplemente, desapareció). Aquella decisión se hací­a cuando Internet estaba en pañales. El siglo XXI y la expansión de la Red han traí­do nuevas reglas sobre numerosos sectores económicos (como ocurrió a los artesanos con la revolución industrial).

Hoy, las discográficas están desapareciendo, los artistas, cantantes y grupos musicales que importan siguen prosperando como auténticas estrellas. Mientras tanto, se mantiene un grupo de rentistas (Sociedades de Gestión) que se esconden tras la máscara de ayudar a los hipotéticos pobrecitos autores. Sobre las discográficas, está claro que apenas les queda vida salvo que se reconviertan y trabajen. Al respecto de artistas y músicos, parece que seguirán funcinando y, además, se librarán de organizaciones que les obligaban a firmar contratos leoninos. Las sociedades de autores terminarán desapreciendo cuando los polí­ticos entiendan que los internautas son votantes (ya lo están entendiendo en Suecia). En ese momento, tendrán que vender sus palacios y abandonar sus poltronas.

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