Samsung se arriesgó en ser la primera compañía con un móvil flexible en el mercado con el Samsung Galaxy Z Fold el año pasado. Al menos en España. Y fue un movimiento interesante, pero que se encontró con los problemas habituales de ser el primero en un nuevo campo. Sí, tener un móvil y una tableta a la vez puede venir bien para ver una serie o leer a última hora del día en la cama sin tener dos dispositivos. O para tener la versatilidad de una pantalla de mayor tamaño sin tener que llevar más aparatos encima. Pero había muchas cosas que pulir de cara al futuro Z Fold2. Y ya te aclaro desde este momento que lo han hecho. Pero ¿es el nuevo móvil de pantalla flexible el definitivo? ¿Es sorprendente y cómodo para el día a día? Te respondo a estas y otras preguntas tras una semana de uso más abajo.
Samsung Galaxy Z Fold + Galaxy Z Flip + Galaxy Note 20
Queda claro que Samsung ha puesto sobre la mesa todo el aprendizaje de sus experiencias anteriores. Y es que este Z Fold2 es la suma del primer Z Fold más el anterior Galaxy Z Flip. La idea del primero mejorado con la tecnología del segundo. Algo que ha dado como resultado un móvil con pantalla de tableta flexible que es maduro y cuenta con la tecnología necesaria. Tanto por fuera como por dentro.
Del primer Fold se hereda el concepto: llevar un móvil un poco más gordo de lo normal en el bolsillo, esta vez con una pantalla de 6,7 pulgadas realmente panorámica y alargada, pero también una tableta de 7,6 pulgadas cuando lo despliegas. Del Z Flip ha heredado su tecnología de pantalla de cristal fino para contar con una superficie mucho más premium, con menos sensación de plástico y más resistente. Y también ha adaptado su bisagra, que no solo es bonita, sino que permite colocarlo en cualquier posición intermedia entre plegado y abierto. Algo que potencia cualidades como usar el propio cuerpo del móvil como trípode, escribir en él como si fuera un portátil, etc.
Todo ello afinando notablemente detalles como los biseles de la pantalla, que ahora son mínimos tanto por fuera como por dentro. El diseño es más elaborado y más premium, con menos zonas plásticas y remates que puedan hacer que, con el tiempo, el dispositivo se estropee. Eso sí, no han alcanzado la máxima de lograr la certificación IP68. Así que, esta vez, más vale que no mojes ni manches con polvo o arena tu flamante nuevo Galaxy Z Fold2. No lo resistirá. Por supuesto, Samsung mantiene el aviso de seguridad la primera vez que enciendes este o cualquiera de sus otros móviles plegables: asegúrate de que nada queda dentro del terminal antes de plegar del todo la pantalla flexible. El resultado puede ser fatal.
También hereda el diseño del Samsung Galaxy Note 20. Si empiezas a pensar que este Galaxy Z Fold2 es un Frankenstein de los anteriores móviles de Samsung vas por buen camino. O al menos esas son mis sensaciones. Tanto al usarlo como al verlo. Y es que he podido probar la versión Mystik Bronce. Un tono bronce rosado que ya vi en el Galaxy Note 20 y que es una apuesta arriesgada pero que, personalmente, he disfrutado mucho. Es ya un color característico de Samsung gracias a toda la publicidad respecto a estos móviles y, por supuesto, por ser un tono con personalidad propia. No hay más móviles que se hayan atrevido con este estilo, y eso es muy positivo y diferenciador.
No solo ha copiado el tono, también el diseño del módulo de cámaras. Una parte que sobresale bastante del móvil y que repite el color del cuerpo. Es una forma vistosa y diferenciadora respecto a los módulos de cámara de otros teléfonos que están en el mercado. Es decir, una firma más del estilo que Samsung se ha propuesto este 2020 y que es de agradecer.
Sin embargo, las sensaciones sobre la mano no son en ningún momento de retales. Este móvil es completamente premium a la vista y al tacto. Como decía más arriba, los acabados como los marcos reducidos de las pantallas, un frontal que se aprovecha al máximo para el panel exterior, las cámaras selfies perforadas en los paneles sin ningún tipo de marcos o soportes, las líneas y los colores hacen que sea lo que es: el móvil más caro y avanzado de Samsung hasta la fecha. Es premium en todo el sentido de la palabra. De eso no cabe duda. Bien hecho, Samsung.
Experiencia fluida y mejorada
Una de las virtudes que Samsung puso sobre la mesa con el Galaxy Z Fold fue la fluidez de trabajo entre la pantalla exterior y la interior. Es decir, hacer algo en la pantalla de fuera y llevarlo al instante a la de dentro. Pues bien, esto ha mejorado notablemente gracias, en parte, a la bisagra de este móvil. Y es que ya no solo puedes seguir trabajando con la pantalla flexible, también puedes aprovecharla en formato portátil.
Un buen ejemplo sería cuando he usado la aplicación YouTube. He podido buscar un vídeo en la pantalla de fuera, tanto en vertical como en horizontal si he querido aprovechar al máximo este panel tan panorámico. Con solo abrir el terminal el contenido pasa a reproducirse al instante en la pantalla interior, la grande. Además, lo hace respetando el formato que he escogido. Si es en vertical tendré el resto de información de YouTube como son la descripción y comentarios. Y, si es en horizontal, aprovechando todo el panel para ver el vídeo a pantalla completa. Pero hay más.
Ahora puedo doblar a medias este móvil, usando parte de la pantalla flexible como si fuera el monitor de un portátil, y dejando la otra mitad para otros menesteres. En el caso de YouTube, que es una de las apps adaptadas para esto, puedo ver el vídeo en una mitad de la pantalla y dejar la otra para navegar a la vez por los comentarios y vídeos relacionados. También he podido aprovecharlo con la aplicación de cámara, usando parte del panel para ver el encuadre y la otra mitad para ver la galería reciente y tener a mano los controles de disparo. O incluso a la hora de escribir en aplicaciones como WhatsApp o Microsoft Word, donde la parte que queda sobre la mesa se transforma en un teclado completo (en formato dividido por defecto aunque se puede modificar) para poder escribir a dos manos de forma más o menos cómoda mientras ves lo que tecleas en la parte en vertical. Es realmente cómodo. El único problema es que no todas las aplicaciones están adaptadas. Pero en mi experiencia de uso no he necesitado mucho más a la hora de buscar comodidad y funcionalidades extra al panel flexible.
No me olvido de la posibilidad de hacer lo contrario: pasar de la pantalla grande a la pantalla pequeña. Eso sí, en este caso tienes que buscar la función en los ajustes de pantalla y escoger concretamente con qué aplicaciones quieres llevarlo a cabo. Esto resulta cómodo para, por ejemplo, usar WhatsApp sin interrupción cuando pasas de la pantalla grande a la pequeña porque necesitas seguir en movimiento o usar una mano sin tener que pausar la actividad.
La pantalla exterior: más que suficiente para el día a día
La experiencia de uso del panel exterior de 6,7 pulgadas ahora sí es satisfactoria en este Galaxy Z Fold2. Y es que ya no vas a necesitar acceder al panel interior a menos que quieras ver algo más grande o manejar el móvil con las dos manos. Gracias a su formato panorámico de 2.206 x 816 píxeles resulta estrecha y con calidad suficiente para disfrutar de toda clase de contenidos. Es un panel Super AMOLED y su brillo, color y ángulo de visión cumplen realmente bien. Eso sí, me ha costado varios días acostumbrarme a teclear en su formato tan estrecho. Y es que es una pantalla algo pequeña para lo que estoy acostumbrado. Sin embargo, a todo se hace uno.
Aparte de esto, y a pesar de que este móvil pesa 282 gramos, controlarlo con una mano es factible. Al menos para hábitos como consultar Instagram, escribir mensajes en WhatsApp, navegar por Internet y YouTube, etc. No hay nada que no puedas hacer con este Galaxy Z Fold2 plegado. Y eso es algo que me parece todo un punto a favor. La pantalla secundaria y plegable ha de ser eso: secundaria.
Esto trae una notable ventaja sobre el equipo en general: su autonomía. Usar constantemente una pantalla más reducida o, al menos, solo una de las dos, conlleva hacer menos uso de la batería. Y esto, aunque profundizaré más en ello en el apartado de la autonomía, supone acabar el día, en algunas ocasiones, con entre el 30 y el 40 por ciento de la batería. Todo un punto a favor si eres un hard user o usuario intensivo, pero siempre y cuando mantengas el uso en el exterior.
Un panel flexible más cristalino y muy ágil
Ya comentaba más arriba que Samsung ha usado esta vez un panel con cristal muy fino. Similar a lo visto en el Z Flip. Esto cambia ligeramente las sensaciones en el tacto. Ya no resulta una pantalla tan plástica o en la que se nota la diferencia respecto a los paneles clásicos. Sigue siendo perceptible ligeramente, pero es mucho más agradable y cómodo. Eso sí, no hay manera de evitar la doblez en mitad del panel. Continúa notándose en esta segunda versión, aunque produce menos reflejos y la hendidura es más ligera que en el Fold uno. O al menos esa es mi percepción. Claro que si estás viendo una serie o película lo más probable es que dejes de notarlo rápidamente.
Este panel es de 7,6 pulgadas, aunque con un formato cuadrangular que se acerca a los 4:3. Y, sobre todo, está construido con la tecnología Súper AMOLED y es capaz de alcanzar los 120 Hz de velocidad de refresco. Son estos dos últimos puntos los que más he disfrutado. Ah, por cierto, ya no hay una porción del panel recortada para incluir la cámara para selfies interior. Ahora esta está perforada para ocupar el mínimo sitio posible en el panel.
Así que sí, ver películas o series de Netflix, vídeos de YouTube o incluso leer en este panel resulta cómodo. Y es visualmente muy atractiva gracias a los colores y brillo que consigue esta tecnología. Pero es cuando te mueves por los menús del teléfono o en aquellos juegos y aplicaciones que toleran una tasa más alta de refresco donde da gusto mirar a los contenidos. Quizá porque soy fan de una alta velocidad de Hz o por la sensación de contenido premium que ofrece. Pero esta sensación está ahí y es de agradecer.
Ahora bien, no es la mejor pantalla para abusar de contenidos si quieres que la autonomía de este móvil no sea vea comprometida. Esto hace que se remarque ese concepto de pantalla secundaria. A la que accedes solo para ver contenidos a mayor tamaño en momentos puntuales o en aquellos lugares en los que te puedes permitir quedar sin batería porque tienes un enchufe cerca.
Potencia, 5G y mucha batería
Tener dos pantallas que llegan a funcionar a la vez, además de un montón de cámaras, implica tener un cerebro a la altura y capaz. Es el caso del Snapdragon 865+ de Qualcomm, el más potente hasta la fecha. No queda dudas entonces de que este móvil lo puede mover todo y de forma fluida. No me puedo olvidar de que una de sus funciones estrella es mover tres aplicaciones a la vez, en su pantalla flexible. Y sin retrasos. Algo en lo que ayuda contar con 12GB de RAM. Vaya, que si hay algún tipo de retraso, parón o petardeo, es más probable que tenga que ver con la parte de software y la capa de personalización que con el hardware o componentes.
Además, este procesador llega con un módulo 5G. Es decir, que desde ya mismo puedes acceder a los servicios incipientes de velocidades de redes 5G que ya ofrecen algunas compañías. Así que llega preparado para el futuro más inmediato.
Tampoco se queda atrás en el almacenamiento, que aunque no es ampliable suple cualquier necesidad con 256GB de espacio. Además cuenta con formato UFS 3.1, lo que hace que sea ágil a la hora de mover contenidos, abrir juegos y otros detalles. Vaya, lo dicho ya hasta el momento: es un móvil fluido.
Lo curioso viene en mi experiencia de una semana con su batería. Quizá por no contar con la resolución más alta del mercado, o porque el uso habitual tiende a ser sobre la pantalla exterior y no la interior, la autonomía de sus 4.500 mAh resulta más que cómoda. Más de un día he acabado por encima del 30% de batería aunque soy un usuario bastante exigente: juegos, muchas fotografías y aplicaciones con uso del GPS. Claro que Samsung asegura haber introducido una Inteligencia Artificial que se encarga de saber cómo usas el móvil para ajustar el rendimiento y capacidades, con lo que aprovechar al máximo sus dos baterías (entre ambas suman esos 4.500 mAh). Sea como sea aguanta el día si no abusas de su pantalla flexible. Y esto es toda una ventaja.
Cinco cámaras para todos los usos
Sí. Este móvil tiene cinco objetivos repartidos por todos los lados de su cuerpo. Tres en un módulo de la parte trasera y dos en las pantallas, tanto exterior como interior. De esta manera puedes hacerte selfies o disparar con la mejor calidad posible en cualquier situación: plegado o desplegado. Eso sí, no me ha resultado nada cómodo usar el móvil desplegado para tomar fotografías. Es demasiado grande e incómodo, y la calidad de imagen del encuadre parece agrandada y con no demasiada definición. Pero claro, resulta muy útil para hacer videollamadas. Tanto si quieres ver a la otra persona en gran tamaño como si quieres utilizar el cuerpo del móvil como trípode. Así no necesitas ni palo selfie ni una superficie donde apoyar peligrosamente el terminal. Lo despliegas como un portátil y ya puedes tomar fotos de larga exposición, hacer videollamadas o tomarte selfies en cualquier lugar. Esto sí me ha resultado especialmente cómodo. Todo ello pudiendo activar las dos pantallas para ver por delante o por detrás cómo es el encuadre.
Otros puntos a favor de las cámaras tienen que ver con el software que las controla. Por ejemplo, este Z Fold2 ha heredado la posibilidad de grabación profesional del Note 20, que incluye elegir direccionalmente los micrófonos para grabar el audio. O incluso conectar un micrófono por el puerto USB tipo C. También está presente el zoom automático para controlar esta característica como una cámara profesional.
Además hay un curioso modo de vídeo que permite reencuadrarte automáticamente aunque te muevas por la escena. Es bastante sorprendente y llamativo. Incluso funciona con dos personas. Eso sí, quizá aún haga falta perfilar su funcionamiento para aprovechar al máximo esta forma de grabarte sin preocuparte del encuadre. Especialmente útil para quienes grabamos vídeos para YouTube.
Sin embargo, no disfrutarás de la mejor calidad de fotografía móvil con todos estos objetivos. Son buenos, pero como en el caso del resto de móviles de Samsung este año, están algún puesto por detrás de los resultados que consiguen móviles como el iPhone 11, el Huawei P40 Pro o los Google Pixel. Y es una pena que no sean la guinda de este terminal con el precio que tiene. Pero claro, tampoco son las peores cámaras del mercado.
Las cámaras principales, las traseras, componen un esquema ya clásico de objetivo principal y gran angular, un objetivo ultra gran angular para captar más porción de la escena y, finalmente, un teleobjetivo para llegar a los detalles más lejanos con cierta definición. Todas ellos con un sensor de 12 megapíxeles, aunque con diferentes aperturas y cualidades, como la estabilización óptica de imagen. Sin embargo, aunque tengan los mismos megapíxeles los resultados siguen diferenciándose notablemente. Y es que los colores y la definición marcan la diferencia entre la cámara principal y las secundarias en este módulo. Sobre todo cuando la luz empieza a flojear. No son malas fotografías, pero si quieres conseguir los mejores resultados lo mejor es que uses el sensor principal para la mayoría de fotos.
En condiciones de buena luminosidad los objetivos secundarios cumplen bien sus funciones de ultra gran angular y teleobjetivo. Además, hay cierto continuismo, sobre todo en la aplicación de cámara, para que saltar entre uno y otro no sea algo drástico y demasiado notable. Aunque el resultado sí se vea más o menos definido.
La presencia de la Inteligencia Artificial ayuda siempre a que los resultados tengan un acabado algo más “wow” o sorprendente. Más saturación, más contraste y colores menos creíbles. Algo habitual en las cámaras de Samsung, que no apuestan tanto por el realismo como sí por ese efecto llamativo. Lo podemos controlar desactivando este apoyo y usando el modo Pro, si lo deseamos.
En cuanto a las cámaras para selfies, ambas incluyen las mismas características con un sensor de 10 megapíxeles que resuelve bastante bien. De nuevo, no he encontrado aquí los resultados más definidos con cabellos de pelo y barba realmente enfocados y vistosos. Cumplen bien pero no destacan. Como ocurre con los objetivos traseros, esta falta de definición sutil en elementos como el cabello se acrecienta notablemente cuando falta la luz.
Y la cosa se repite en la grabación de vídeo. Si hay algo que he disfrutado con este móvil es el color y, sobre todo, la estabilización del vídeo. Sin embargo, incluso en grabaciones 4K, el vídeo no se muestra con un grado de definición visto en otros móviles de gama alta. Una pena ya que, junto a características como el encuadre automático, podría ser clave para quienes graban vídeos para YouTube u otras plataformas.
Pero aún quedan cosas por limar
Aunque la experiencia de uso es completa, tanto con el móvil plegado como desplegado, hay detalles que quedan por pulir. Tanto por parte de Samsung como de las aplicaciones que quieran contar con mejores sensaciones en este curioso formato. Y es que, por ejemplo, me ha resultado complicado publicar Instagram Stories en las que incluyo textos o elementos sin que acaben cortados para la mayoría de usuarios. Al hacerlo desde la pantalla exterior, mucho más estrecha y alargada que los paneles promedio, el formato acaba desvirtuado y el resultado no se puede consumir.
Además, también por culpa de estos nuevos formatos, hay aplicaciones que se quedan a medias en este Galaxy Z Fold2. A medias con la pantalla flexible como puede ser el muro de Instagram, al que siempre le acompañan franjas negras a los lados para llenar el panel. O incluso cuando vuelves a utilizar la app en la pantalla de fuera, que te pedirá que la reinicies para adaptarse al formato alargado. Momentos y situaciones que empañan ligeramente una experiencia de uso fluida y rápida.
También encuentro algo negativo la protuberancia del módulo de cámaras. Es marca del diseño de los móviles Premium de Samsung de este año. Pero el Galazy Z Fold2 ya resulta suficientemente ancho con su sistema de bisagra y hueco intermedio (al cual uno se acostumbra a los pocos minutos) como para añadirle este espacio extra. Todo ello en un terminal con un diseño complicado para hacerte con carcasas protectoras que, en el mejor de los casos, aumentará aún más su grosor en la parte trasera.
Conclusiones tras una semana de uso
Una semana de uso de un móvil premium no da para exprimirlo al máximo. Pero sí para ver dónde están sus puntos fuertes y dónde sus debilidades. Y Samsung ha sabido pulir estas últimas en el formato Fold. Una pantalla frontal completa y grande hace que sea un móvil completamente capaz cuando está plegado. Claro que sería aún más cómodo si no fuera tan alargado y tuviera algo menos de peso. Aunque no cabe duda de que el diseño es premium y los acabados no solo han mejorado respecto al anterior Fold, sino que además forman parte del ecosistema de móviles de Samsung de 2020 gracias a los colores y elementos escogidos.
La pantalla interior queda relegada a un uso secundario que, ahora sí, es menos brillante y menos plástico. Se acerca más al cristal aunque no evita el pliegue. Aun así, añadir los 120Hz hace que se disfrute mucho más de este panel en series, juegos o simplemente moviéndote en aplicaciones.
Aunque hay “peros”, claro. Parte del software aún necesita adaptarse a estos formatos de pantalla tan peculiares. Experiencias como el uso de Instagram quedan en entredicho al pasar entre las pantallas o al usar Instagram Stories, por ejemplo. Aunque hay otras como YouTube que está completamente adaptada.
En definitiva, un móvil potente, capaz y que ahora sí puede ser usado con menos trabas que su anterior versión. Samsung ha hecho los deberes y le ha puesto una guinda. No es el mejor móvil del mercado, pero sí es el mejor móvil plegable del mercado a día de hoy. Claro que todo esto se paga. Y no barato precisamente. Tendrás que aflojar la friolera de 2.010 euros para hacerte con este Samsung Galaxy z Fold2. ¿Te harás con él?