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La revolución tecnológica llega a los coches y ya no es raro ver eléctricos por la calle. En breve también los verás movidos por hidrógeno, y los propulsados a gas existen hace mucho… ¿Qué ventajas tiene cada sistema? Veamos sus pros y contras, pero vaya por delante una gran ventaja de los eléctricos (o de hidrógeno): son automáticos y de mecánica muy sencilla, prácticamente sin mantenimiento. Y otra de todos ellos: depende del ayuntamiento, pero suelen pagar menos impuestos tanto en la compra como por circular.

Ventaja: etiquetas Cero

Los coches eléctricos y los que se mueven con hidrógeno reciben la etiqueta medioambiental “Cero” de la DGT. Son los más limpios ya que al moverse no liberan gases contaminantes de ningún tipo (de ahí la etiqueta “cero”). Los de hidrógeno en realidad son coches eléctricos a todos los efectos y hasta hace poco eran proyectos futuristas, pero el Hyundai Nexo o el Toyota Mirai ya están aquí y otros llegarán. La diferencia es que además de poder cargar su batería enchufados lo que hacen normalmente es “quemar” el gas más elemental del universo (hidrógeno). Lo hacen de una forma particular, combinándose con oxígeno del aire en una pila de combustible que genera electricidad para la batería, y liberando H2O por el escape. Sí, agua pura.

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Hyundai Nexo, coche de hidrógeno

Volviendo a sus ventajas, como los eléctricos los coches de hidrógeno tienen la etiqueta “Cero”. Con esa etiqueta, no tienen ninguna limitación de tráfico: las zonas reservadas (no peatonales) están abiertas para ellos. Y en caso de episodios de alta contaminación en las ciudades son los últimos en recibir limitaciones, si es que las reciben (depende de la norma y ciudad). Además pueden aparcar en cualquier plaza disponible, y hacerlo sin pagar (en la calle). Por último, pueden circular por carriles reservados tipo VAO (vehículos de alta ocupación) aunque lo use el conductor solo.

Coches de gas: etiqueta Eco

Los coches movidos por gas lo hacen normalmente con GLP (Gas Licuado de Petróleo) o GNC (Gas Natural Comprimido). Suelen ser coches cuyo motor estaba diseñado para quemar gasolina (no diésel) y que ha sido adaptado, ya sea en fábrica o posteriormente en un taller especializado. Por eso tienen además del depósito de gasolina otro de gas, en general en forma de “donut” aprovechando el hueco de la rueda de repuesto. La ventaja es que si nos quedamos sin gas (el depósito no es muy grande y no hay estaciones de servicio con gas en cada esquina) podemos seguir con gasolina. El gas cuesta la mitad que la gasolina por litro, y el consumo y potencia son casi equivalentes.

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Estos coches reciben la etiqueta “Eco” de la DGT. Es una buena solución para coches de gasolina que gastan mucho o quien no quiere todavía un coche híbrido, que son los que también reciben esta etiqueta. Las ventajas son menos que en el caso de las “Cero”, pero tienen: pagar un 50 por ciento al aparcar en la calle, por ejemplo. Y poder acceder a zonas limitadas o poder circular cuando haya episodios de alta contaminación… aunque en algún momento pueden encontrarse limitados, siempre será antes que los “Cero” pero llegarán más lejos que los demás.

Desventajas: autonomía

La principal desventaja de los coches eléctricos es lo lejos que pueden llegar: en la práctica rondan los 100 hasta 200 o 300 kilómetros. En realidad, la desventaja es lo que tardan en recuperarse, es decir, en cargar las baterías: varias horas. Sí, existen cargadores rápidos, pero ni los aceptan todos los coches, ni hay uno en cada esquina, ni (sobre todo) es lo mejor para la salud de la batería a largo plazo. Además incluso un cargador muy rápido requiere bastantes minutos para llevar la batería hasta el 80 por ciento por lo menos.

Los de hidrógeno tiene ventaja en esto: llegan más lejos, y la “recarga” (llenar el depósito de hidrógeno) es casi tan rápido como con uno de gasolina. Igual ocurre con los de gas. La desventaja en su caso es que hay muy pocos coches, y muy (muy) pocas “hidrolineras”. Los coches de gas no tienen este problema: sí, el gas se termina (lo normal es que el depósito extra dure unos 400 o 500 kilómetros) pero podemos seguir con gasolina. Y al repostar, es rápido.

Más desventajas…

Aunque aparcar estos coches en la calle es más barato (o gratis), cuidado con los aparcamientos privados. Algunos no aceptan coches con gas escudándose en la seguridad (por si hay fugas y se provoca un incendio o explosión). Aunque la normativa actual de depósitos permite aparcarlos igual que cualquier otro, en aparcamientos residenciales es algo que puede ocurrir. Infórmate en tu comunidad, no sea que tengas una sorpresa. Y si no tienes chalet con garaje, cargar el coche eléctrico por la noche en el aparcamiento comunitario implicará hacer una instalación privada.

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Depósito de gas instalado en un coche

Otra desventaja de los eléctricos es que pierden valor rápidamente. La batería está previsto que dure unos años, pero a más largo plazo es una incógnita (sabemos que habrá perdido mucho rendimiento). No son pues una inversión tan buena y por eso es mejor “comprarlos” vía renting… pero por eso también sus cuotas son más caras. De todas formas con la llegada de prohibiciones “serias” a coches diésel o gasolina puros, el valor a futuro de un coche es ahora mismo una incertidumbre.

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