El Parlamento Europeo exigía respuestas. Fue ayer cuando Mark Zuckerberg se presentaba ante la Eurocámara a las seis de la tarde de ayer, impoluto, vestido de traje y dejando atrás su habitual actitud informal. Estra vez parecía, casi, un estudiante modelo de una universidad para la élite. La ética de Facebook está en el aire (que ha cometido un delito está fuera de toda duda pues se enfrentan a multas que podrían alcanzar los dos mil millones de dólares) tras haber vendido a la empresa Cambridge Analytica los datos de millones de usuarios.
Facebook, las fake news y la postverdad
Si el usuario no sabe de lo que estamos hablando, le ponemos en precedente. Vivimos en la era de la postverdad y las ‘fake news’. Manipular a la gente para que vaya en una dirección u otra es un arma increíblemente poderosa y se llama propaganda. No es un invento moderno, pero con la llegada de las redes sociales y su capacidad de viralizar cualquier contenido, las artimañas de propaganda han obtenido un empuje enorme. Y si Donald Trump es presidente de los Estados Unidos, hackers rusos aparte, es porque ahí estaba Facebook, compartiendo con los usuarios noticias falsas que le convencerían de que la mejor posibilidad para el país sería que el magnate de los negocios se hiciera con el poder.
Disculpas y rectificaciones que supieron a poco
Mark Zuckerberg arrivó al Parlamento, con el gesto serio que el evento requería y se lanzó a declamar una disculpa que duró casi 10 minutos. Además de la típica, aunque necesaria, disculpa, Zuckerberg quiso refrenar el sentimiento anti-Facebook de los últimos tiempos, que ha desembocado en boicot por parte de personalidades importantes, aludiendo a las buenas acciones que han realizado. Entre otras, el bloqueo masivo de cuentas falsas que querían alterar el curso de las pasadas elecciones francesas en las que Macron fue elegido vencedor; la anulación de más de 200 aplicaciones que recogían datos personales de los usuarios; la eliminación de prácticamente la totalidad de mensajes a favor de acciones terroristas. La última baza de Zuckerberg fue la económica, asegurando que Facebook dará empleo a casi 10 mil personas en el continente europeo antes de que finalice 2018.
En la disculpa hubo espacio, también, para la reflexión personal como compañía. Ha reconocido que deben invertir más recursos para evitar que vuelva a ocurrir una filtración de datos como la de Cambridge Analytica. No obstante, el joven magnate no dio demasiado tiempo a responder a las inquisitorias preguntas de los miembros de la Eurocámara, que fueron a dar donde más duele. «¿Quiere ser recordado como un Steve Jobs, alguien que cambió la historia de la tecnología, o como el villano que acabó con nuestra democracia?» le espetó Guy Verhofstadt, portavoz de ALDE (Partido de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa) en el parlamento europeo.
¿Cuál es el futuro de Facebook?
Ha sabido a poco el tiempo que ha destinado Mark Zuckerberg a comparecer ante nuestro continente. Frente a las 10 horas en total que estuvo dando explicaciones ante el senado norteamericano, ayer despachó a los nuestros en poco más de una hora. Lo que queda claro de la comparecencia de ayer, y que incluso Zuckerberg parece estar de acuerdo, es que se necesita una regulación efectiva para que no vuelvan a ocurrir este tipo de situaciones pero que, a la vez, no coarte la libertad de mercado de todas las empresas que quieren seguir utilizando Facebook como medio para alcanzar sus objetivos económicos. En el equilibrio de esta ecuación se encuentra la solución al problema que, actualmente, genera cualquier medio de comunicación que tenga tanto como poder como es el caso de Facebook.