A finales del mes de abril conocimos las intenciones de la administración Trump de prohibir el uso de portátiles o tabletas en vuelos desde Europa. Funcionarios estadounidenses y europeos se reunieron ayer en Bruselas para discutir esta propuesta. Según los informes, la medida no se aplicará en breve. En cualquier caso, los funcionarios se reunirán de nuevo la próxima semana en Washington para concretar nuevos detalles.
La medida propuesta, como se informó a principios de este mes, ampliará la prohibición actualmente en vigor en ciertos vuelos de Estados Unidos de ocho países (mayoritariamente musulmanes). La medida actual no permite a los viajeros hacer uso de cualquier dispositivo que sea «más grande que un smartphone», como por ejemplo artículos de mano. El Reino Unido llevó a cabo una acción similar en marzo que afecta a los vuelos de seis países.
Prohibir no es la solución
Funcionarios estadounidenses han defendido esta medida como una forma de evitar ataques terroristas. En su opinión, los servicios de inteligencia americanos han comunicado que ISIS estaría desarrollando pequeñas bombas que podrían ser ocultadas en dispositivos electrónicos. Sin embargo, la industria aérea está completamente en contra de esta prohibición. Advierten que en caso de ponerla en práctica se traduciría en mayores costes y nuevas amenazas a la seguridad.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) ha asegurado esta misma semana que la medida acabaría costando a los pasajeros 1.100 millones de dólares al año. Todo ello debido a los tiempos de viaje más largos y a la pérdida de productividad. En una carta dirigida al Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos y a la Comisión Europea, el Director General de la IATA, Alexandre de Juniac, animó a los funcionarios a explorar «medidas alternativas». Entre ellas, una mejor tecnología de detección de bombas y detección de comportamientos. De Juniac también dijo que almacenar los dispositivos en el área de carga de un avión podría aumentar el riesgo de que las baterías de iones de litio acabaran incendiándose.
Como decimos, los funcionarios se reunirán de nuevo la próxima semana en Washington. El objetivo es «evaluar aún más los riesgos compartidos y las soluciones para proteger a los pasajeros aéreos, garantizando al mismo tiempo el buen funcionamiento del transporte aéreo global».