El Instituto Nacional de Estadística ha realizado este mes de febrero una revisión de los productos que conforman la cesta de consumo representativa de los hogares españoles. De esta cesta se extrae el IPC, el indicador que busca conocer de manera aproximada el nivel de gasto de cada unidad familiar en el país. La última revisión se realizó en 2011, y desde entonces, algunas cosas han cambiado en nuestros hábitos de consumo.
Por ello, no sorprende que ahora se consideren como productos de consumo general las suscripciones a servicios de streaming como Netflix o Spotify, el gasto en plataformas de póker online y juegos de azar o las cápsulas individuales de café tipo Nespresso. Por otro lado, hay otros productos como los DVD o las videocámaras que han salido de la cesta. También el brandy ha sufrido el cambio de los gustos de los españoles al salir de la selección.
La transformación tecnológica en los últimos seis años ha sido incuestionable, y eso ha afectado a los patrones de consumo de los españoles. El avance imparable de las plataformas de streaming en los últimos 3 años ha generado que muchos usuarios ya no descarguen contenido como antes, pues todo se encuentra alojado en línea. Los CD y DVD pirata también son menos demandados. Todo ello, unido a las conexiones inalámbricas y a los Smart TV, han acabado por confirmar la jubilación de un formato como es el DVD y sus reproductores.
Por otro lado, las nuevas generaciones de móviles, con cámaras de foto y vídeo de enorme calidad y nitidez, han convertido en obsoletos objetos tan cotidianos como la videocámara. Ahora cuando queremos grabar un cumpleaños o una comunión, lo hacemos con el móvil y lo subimos a Facebook. Hasta para realizar nuestros primeros pinitos en cine no necesitamos ya más que un smartphone que grabe en Full HD o 4K, resoluciones que algunas videocámaras ni conocen.
Con la cesta actualizada, el INE considera que la inflación se encuentra en un 3%, lo que casi duplicaría el índice calculado para el mes anterior, un 1,6%, todavía con la cesta anterior. Este cambio tan grande en tan poco tiempo podría ser un indicador de que la revisión de los productos dentro de la cesta representativa era necesaria, y que la selección anterior de productos sin duda estaba desfasada. En la nueva cesta hay menos productos en total (479 frente a los 489 de la cesta de 2011) y el porcentaje de gasto en ocio sube del 7 al 8,5%. En eso la tecnología tiene mucha culpa.
No sabemos de qué manera evolucionará la tecnología en años venideros. Por eso aplaudimos el gesto de intentar estar al día de la realidad de consumo del país, para así poder hacer mediciones más ajustadas que nos puedan dar información útil y representativa. Esperamos que la próxima revisión tenga en cuenta el impacto tecnológico en nuestras vidas y no tarde otros siete años. Quién sabe, tal vez en unos años las gafas de realidad virtual o los robots limpiadores se conviertan en productos básicos de nuestra economía doméstica. Sólo habrá que esperar un poco para comprobarlo.