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Ser una celebridad en Internet puede cambiarte la vida y la de tu entorno. Así­ lo ha demostrado el genial y exitoso youtuber PewDiePie, quien ha hecho fama y fortuna a través de grabarse jugando a videojuegos. Pues bien, gracias a su última broma, ha dado una publicidad abrumadora a una curiosa y más o menos útil red social de trabajo. Hablamos de Fiverr, creada para encontrar autónomos de todos los ámbitos imaginables para que realicen los trabajos que necesitamos contratar. Un esquema serio y formal que ha acabado convirtiéndose en todo un chiste gracias al ingenio del youtuber.

En su origen, Fiverr fue creada para dar respuesta a las necesidades de cualquier usuario. En ella, profesionales de todos los ámbitos ofrecen sus trabajos mediante un módico precio. Desde músicos capaces de componer melodí­as personalizadas, hasta diseñadores gráficos para crear logotipos o incluso contables que se encarguen de llevar a cabo las finanzas de quienes contraten sus servicios. Todo ello por un módico precio del que Fiverr toma un buen pellizco, claro está. El problema es que, cualquiera puede sentirse profesional autónomo de cualquier ámbito en Internet. Así­, han proliferado perfiles de `profesionales”™ de lo más variopintos como predicadores de Internet dispuestos a leer el guion que el usuario que les contrata les pase. Y es aquí­ donde PewDiePie entra en el juego.

El servicio de Fiverr cuenta con sus propias estrellas. Entre ellas destacan dos jóvenes indios que venden su imagen, y su poca vergí¼enza, para personalizar mensajes bailando en la selva. Tal como lo lees. Por solo cinco dólares crean un cartel con el texto que el usuario contratante les enví­a a través de Fiverr. Así­, con dicho cartel, se ponen a bailar en la selva alguno de sus bailes durante unos cuantos segundos y varias tomas. Los resultados son hilarantes y realmente útiles para felicitar un cumpleaños de forma especial, por ejemplo.

Tal y como narra PewDiePie en su canal, el youtuber envió un mensaje antisemita para que estos simpáticos personajes lo incluyeran en su ví­deo. Por supuesto, se trataba de una broma para probar la eficiencia de Fiverr. Dicho y hecho, tras cobrar la transferencia, los jóvenes indios no tuvieron a mal bailar con el cartel solicitado por el youtuber. Obviamente, desconocí­an el mensaje con el que bailaban. O eso admiten ellos.

Cuando los gestores de Fiverr se percataron del éxito de ese ví­deo y comprendieron lo que habí­a pasado, no dudaron en suspender la cuenta de PewDiePie y de los jóvenes de la India. No contento con eso, el youtuber volvió a intentarlo una segunda vez y una tercera vez. En esta ocasión con una bailarina que prestaba su habilidad para interpretar cualquier tipo de música, a cambio de un módico precio. PewDiePie le invitó a bailar música tecno de su elección. Y lo mismo con un diseñador gráfico, al que le pidió que retocase fotos antiguas de su supuesto abuelo, el mismí­simo ministro de la propaganda en el imperio nazi. De nuevo, bromas en el lí­mite del humor.

fiverr broma

El problema es que Fiverr ya no solo habí­a bloqueado sus diferentes cuentas de usuario en este servicio para profesionales, también hizo lo propio con su cuenta de Paypal, desde la que pagaba estas transacciones. Así­ que, utilizando su tarjeta de crédito, decidió enmascararse una última vez y contratar los servicios de un predicador que utiliza su imagen para grabar ví­deos como si fuese Jesús. Sí­, ese Jesús bí­blico que todos conocemos. A él también le llevó a decir públicamente, mediante el pago de sus servicios, alguna que otra expresión antisemita: “Hitler no hizo nada malo”, y otras lindezas similares.

Sin duda, una prueba de que los negocios en Internet, aunque con buen fondo, pueden ser aprovechados de las formas más estúpidas. También ha servido de demostración o como golpe de fuerza para demostrar la importancia de los influencers, le pese a quien le pese. Eso sí­, Fiverr pasará a ser recordada como la red social de los profesionales donde un par de chicos de la India crean ví­deos con mensajes personalizados por cinco dólares.

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