Occidente está viviendo unos años negros debido a la amenaza terrorista yihadista llevada a cabo por el colectivo ISIS. Los ataques por Europa se han repetido regularmente hasta el más reciente en un mercadillo navideño en Berlín, y las alarmas suenan por todos lados para poder descubrir cómo anticipar los movimientos de los terroristas. Uno de los puntos más delicados es el de las herramientas de comunicación elegidas por estos grupos, y parece que desde hace un año las miradas se han dirigido hacia la popular red de mensajería rusa Telegram.
Su cifrado de extremo a extremo lo han convertido en una de las redes más seguras, ya que no incorporan aquello que se llama una «puerta trasera«, que permite que autoridades (u otras organizaciones) tengan una vía para controlar las informaciones vertidas en conversaciones privadas. Como ocurre tantas veces, esta garantía de libertad supone un problema para el control de la seguridad.
Miles de canales eliminados
La presión mediática se ha ido incrementando durante el año 2016 hacia Telegram y su CEO Pavel Durov. Es cierto que las primeras reacciones del servicio de mensajería llegaron más tarde de lo que habría sido deseable, pero actualmente parece que ya se están tomando medidas para erradicar en la medida de lo posible las comunicaciones de corte yihadista.
A través de Genbeta hemos podido saber que Telegram mantiene una lucha contra el ISIS a través de un bot llamado ISIS Watch, que reconoce contenido en los canales públicos que se pueda relacionar con el terrorismo, y lo reporta. Con esta herramienta, Telegram está cerrando diariamente unos 60 canales de media, superando los 2.000 canales yihadistas eliminados de forma mensual.
La privacidad no se toca
El cifrado de extremo a extremo de las conversaciones de Telegram evita que sus propios desarrolladores accedan a la información, por lo que el control se ciñe exclusivamente a canales públicos. ¿Es esto suficiente? Evidentemente no, ya que atacando esos núcleos sin conocer el grueso de conversaciones privadas sólo hace un daño superficial a la infraestructura.
Sin embargo, desde Telegram se reafirman en que establecer «puertas traseras» en su cifrado sería una solución contraproducente, pues permitiría la entrada no sólo de organizaciones de inteligencia, sino que también haría posible que otros grupos asociados a terroristas también pudiesen controlar la información vertida sobre ellos, por lo que estaríamos hablando de un arma de doble filo.
En Telegram no se consideran responsables de favorecer las actividades terroristas de ISIS, ya que según ellos, si su sistema dejase de ser seguro al habilitar puertas traseras, «se pasarían a utilizar otro», dejando sin embargo a millones de usuarios indefensos ante futuras intromisiones en su privacidad. Por ello, Durov se mantiene inmutable en su decisión de proteger al total de sus usuarios a la vez que mantiene un pulso con las redes terroristas en sus comunicaciones colectivas.