El falso vídeo de Rita Barberá, los billetes de Vueling… Cada vez es mayor el número de fraudes que intentan aprovechar la actualidad o la promesa de un regalo para engañarnos a la hora de hacer click. Dar nuestros datos o pinchar en un enlace malicioso puede provocar que empecemos a recibir SMS de pago de forma constante. Muchas veces sin que nos demos cuenta de que estamos suscritos a uno de estos servicios hasta mirar la factura del mes siguiente.
Tras recibir numerosos comentarios vuestros sobre qué hacer en caso de sufrir este fraude, nos hemos puesto en marcha. Para ello, hemos querido contar con la ayuda de un profesional que nos oriente en un tema tan específico: Carlos Aldama, experto en peritaje informático. A través de una charla con él pudimos hacer un dibujo a grandes rasgos de las principales vías que seguir tras sufrir un fraude de SMS Premium. Te contamos hasta dónde llega cada una de las opciones y su mayor o menor utilidad.
Desde el propio teléfono
La primera solución que nos ronda la cabeza ante una suscripción a un servicio de SMS Premium suele pasar por bloquear el número de teléfono desde el que se envían los SMS. Ya os avanzamos que por ese lado no vais a conseguir grandes resultados. Por un lado, no es tan fácil bloquear un número de teléfono, iPhone lo permite desde iOS 10, pero en Android esa opción no existe de manera nativa. Pueden existir aplicaciones que ofrezcan ese servicio, pero al ser Android un sistema operativo de código abierto, es muy fácil flanquear ese tipo de barreras informáticamente.
Las empresas que ofrecen estos servicios funcionan con un pull de números, lo que hace inútil el bloqueo manual
De cualquier manera, el fondo de la cuestión es que las empresas que ofrecen estos servicios no funcionan mediante números únicos, sino mediante lo que se conoce como ‘pull de números’, un grupo de hasta 8 números de teléfono asociados a un código o una palabra, que es muchas veces a lo que nos suscribimos. Ese ‘pull de números’ se va renovando constantemente, con lo que el intento de bloqueo, aun en caso exitoso, se prueba inútil, ya que seguiréis recibiendo mensajes del mismo remitente. Así que esa vía, descartada.
A través de la operadora
Con esta opción vemos algo de luz en el horizonte, y es que algunas operadoras, las principales, como Orange, Vodafone o Movistar, ofrecen de manera gratuita el servicio que incluye bloquear pagos mediante la factura telefónica o la cancelación de servicios ya contratados. Tras una charla breve con Movistar pudimos confirmar que sí se pueden hacer esas cancelaciones, aunque nos ponían dificultades cuando el servicio era extranjero, ya que se tenía que hacer una petición y el proceso era más difícil, aunque no imposible. Por otro lado, las operadoras virtuales u OMV no ofrecen esa posibilidad, ya que en la mayor parte de los casos no disponen de infraestructura suficiente, al dedicarse esencialmente a comprar minutos a otras empresas para luego ofrecérselos a sus clientes. Hay algunas excepciones, como Voz Telecom o Netelip, orientadas mayormente a la empresa, que sí ofrecen ese tipo de servicios, hasta el punto de automatizarlo en paneles de control para que el usuario lo pueda ajustar y personalizar.
A través de un tribunal
Esta es, a nuestro parecer y tras nuestra charla con Carlos Aldama, la opción más contraproducente de todas. En primer caso, hay que entender que en muchos casos estos servicios no incumplen ninguna ley. Viven al límite de la legalidad para salir airosos de cualquier denuncia. Si no se puede demostrar un engaño, es muy difícil conseguir un fallo favorable al 100%. Y teniendo en cuenta que solo entrar en litigio supone unas costas elevadas, el riesgo es grande: si no se considera a la empresa completamente culpable, el demandante podría encontrarse con una situación en la que recupera el dinero gastado, pero no los gastos del juicio, con lo que podría ocurrir que saliese perdiendo al final. Por ejemplo, en un hipotético caso podríamos recuperar los 300 euros que nos estafaron, pero al mismo tiempo perder 500 euros en gastos judiciales. Por todo ello, a día de hoy es la opción menos recurrida por particulares.
El riesgo es grande: si no se considera a la empresa completamente culpable, el demandante podría encontrarse con una situación en la que recupera el dinero gastado, pero no los gastos del juicio
Las denuncias que a la práctica se están llevando a cabo son a través de organismos como la CMT (Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones) y la CNMC (Comisión Nacional del Mercado y la Competencia) cuando existen situaciones que violan la ley, por ejemplo no informando al usuario de que se está entrando en un servicio de pago, o haciéndolo de una manera (por ejemplo, mediante tamaños de letra muy pequeños) que sea imperceptible para el usuario. Estas multas sí que ayudan a que usuarios futuros no caigan en cierto tipo de trucos, pero no ayuda a aquellos que ya han picado el anzuelo. La línea, como vemos, es fina, y pone al particular en una tesitura más cercana al aprieto que al beneficio. Así que, por nuestro lado, esa opción está descartada en términos generales.
Conclusiones
La mejor solución de todas siempre pasa por la precaución, pero una vez ocurrido el descuido, la mejor vía de escape es a través de las operadoras telefónicas tradicionales. Con ellas se puede gestionar la situación para llevarla a buen puerto, y salvarnos de una situación incómoda y, a largo plazo, ruinosa. En un último caso en el que no funcionase ninguna opción y como medida de último recurso tenemos la opción de dar de baja la línea, antes de que los costes suban a más. Eso sí, esto no nos exime de la deuda contraída, solo evita que aumente.
Esperamos que este post sea de utilidad para todos aquellos que hayan sufrido este tipo de situaciones o les preocupe sufrirlas en el futuro.
Al final no me sacas de ninguna duda de que camino tomar- No ha servido para nada este articulo