Google Glass

Google Glass, las gafas con conexión a Internet que Google presentó a principios de año, despierta pasiones. Sus defensores no se separan de ellas, mientras que sus detractores aseguran que con este artilugio se acabó la privacidad. Por ese motivo, el fabricante ha decidido imponer algunas limitaciones que garanticen que no resulta intrusivo para los usuarios. Una de ellas, la posibilidad de reconocer de forma automática los rostros de las personas que tenemos delante, podrí­a tener un recorrido muy corto, según informa Ars Technica.

Una empresa llamada Lambda Labs está ya desarrollando una herramienta de reconocimiento facial que, además, será abierta, de manera que cualquier desarrollador puede utilizarla e incorporarla en sus aplicaciones… siempre que esta tecnologí­a no termine siendo prohibida, ya que incluso el Congreso de EEUU se ha interesado por el artilugio y la amenaza para la privacidad de sus ciudadanos. Recientemente ha remitido a Google una lista de preguntas, entre las que destaca una sobre la posibilidad de identificar a las personas de manera automática, con los problemas de privacidad que puede suponer para la persona identificada. Mirar a alguien por la calle y ver una completa ficha de la persona, un superpoder reservado hasta ahora a los Terminator, puede resultar muy útil (sobre todo si eres malo recordando nombres), pero es claramente intrusivo.

Para Stephen Balaban, autor de estas herramientas de programación (que todaví­a están en una fase muy preliminar), eso no es un problema. La identificación facial podrí­a ser autorizada bajo determinadas condiciones, como que el usuario tenga opción a ser o no reconocido. Otra posibilidad es que los desarrolladores que quieran hacer uso de estas funciones publiquen sus aplicaciones sin pasar por el filtro de Google, que ha indicado que no será posible usar este tipo de tecnologí­as en las aplicaciones «oficiales». De las «no oficiales» no dicen nada.

Una base de datos que asocie caras con personas es clave para el funcionamiento de las aplicaciones creadas mediante este sistema por lo que, según Lambda Labs, este tipo de tecnologí­a puede resultar de gran interés para servicios online que ya disponen de una gran cantidad de datos de usuarios cuyos rostros están ya etiquetados. Y, sí­, hace mención explí­cita a las redes sociales. Su idea es cobrar a los desarrolladores una cuota mensual que varí­a en función del número de detecciones que se lleven a cabo.

Además, la tecnologí­a podrá también identificar otros elementos, tales como logos u objetos. Recibir ofertas al mirar a la fachada de un Burger King o el historial de multas del coche que nos acaba de adelantar puede resultar muy práctico en determinadas circunstancias. Pero, en malas manos, se trata de una herramienta perfecta para que surjan delincuentes sacados de una pelí­cula de James Bond. Por ahora, mientras Google Glass sea sólo un gadget para los más geeks al otro lado del charco, el problema es menor. Pero si dispositivos así­ se vuelven populares será algo a tener muy en cuenta.

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