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Pedro Farré, ex Director de Relaciones Internacionales de la SGAE, gastó en apenas siete meses, más de 40,000 euros en locales de prostitución de lujo como  Factory, Spa Nirvana, Vive Madrid o Flowers. Con este dato arranca un reportaje recientemente publicado en la revista Vanity Fair sobre los últimos datos conocidos del escándalo de corrupción de la SGAE. Farré en muchos casos entraba en los locales a las cinco de la tarde y no salí­a hasta bien entrada la madrugada. Pero a lo mejor no estaba solo. Se ha negado a responder las preguntas del juez sobre quién le acompañaba en estas orgí­as de sexo y alcohol a costa de la entidad, pero en muchas de las facturas aparecen leyendas escritas a mano como «Policí­a», o «Guardia Civil».

Farré ha declarado que los gastos habí­an sido aprobados por la Dirección Financiera de la SGAE, y que serví­an para hacer relaciones públicas y mantener contentos a diversos grupos de interés. Lo que está demostrando la investigación es que de no se salva casi nadie de los directivos cesantes. Según el citado reportaje, quien no está imputado por presuntos delitos al menos mantení­a una conducta escasamente ética. Mientras la mayorí­a de los autores cobra una absoluta miseria, o simplemente no cobra nada, los gestores de la entidad se poní­an sueldos millonarios que complementaban con sustanciosas prebendas y complementos. Durante años desviaron ingentes cantidades de dinero desde la SGAE a la SDAE, y a diversas fundaciones, y desde allí­ a diversas empresas.

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José Luis Rodrí­guez Neri, Director de la SDAE, facturó en apenas seis años 32 millones de euros a través de una empresa llamada Microgénesis. El concepto, una herramienta llamada Teseo, que deberí­a haber facilitado el cobro de los derechos de autor, pero que según algunos socios de la entidad nunca funcionó bien del todo. Rafael Ramos, socio de Neri en Microgénesis llegó a reconocer en unas conversaciones intervenidas por la policí­a «a éstos de la SGAE les hemos facturado una burrada ya». En unas grabaciones parecidas, Ramoncí­n mantuvo una conversación con Neri en la que se trató entre otras cosas de «intentar sacar fuera de España dinero procedente de los derechos de autor». Neri llegó a cobrar en su momento dulce 40,000 euros al año de la SGAE como Director de Sistemas Informáticos más otros 40,000 como Director de la SDAE, más  unos 140,000 en facturas a través de una de sus empresas, Hipotálamo. No está nada mal para alguien que no es autor.

Todos los directivos tení­an sueldos de campanillas. Bautista cobraba 400,000 al año. Enrique Loras, Director General, 220,000. Algo menos el Director Financiero, Ricardo Azcoaga que se conformaba con unos modestos 110,000 euros. Pablo Hernández, Subdirector de la entidad tení­a una nómina de 200,000euros, y se levanta otros 40,000 en concepto de asesorí­a jurí­dica de la Fundación Autor, y que facturaba a través de una sociedad inmobiliaria propiedad de su mujer. Mientras todos estos caballeros desangraban la entidad gestora de derechos, el presidente Bautista contrataba diversos detectives para evitar que hubiera escuchas en los locales de la entidad, pero también para espiar a sus más directos competidores en las elecciones. No estaba dispuesto a dejar que el poder se le escapara.

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De todas formas, habí­a logrado amarrar perfectamente el proceso electoral. La sociedad tiene 100,000 socios, pero sólo votan 8000. No es de extrañar que muchos de ellos apoyaran a muerte a Teddy Bautista. Ramoncí­n era í­ntimo amigo de Neri. Serrat recibió una subvención de medio millón de euroscamuflada como “Homenaje a Miguel Hernández” para la producción de los videos que le acompañaban en un concierto durante la promoción del disco. Caco Senante, cocinero después de cantante, se encargaba del catering en los saraos de la entidad. Teddy Bautista pasará a la historia como el culpable de que durante los próximos años no salga a cuenta ser autor en España. Su ópera magna, una idea faraónica, es la red de teatros Arteria, un pozo sin fondo donde ha ido a parar mucho del dinero que la entidad de gestión deberí­a haber dedicado a cursos y becas, pero también el dinero ahorrado en diversos «ajustes de recursos humanos» y mediante una reducción en los gastos de promoción. La sociedad compró locales y teatros en diversas ciudades españolas y del mundo, y para ello se ha endeudado para los restos. Ahora está en venta. Pero no sólo han comprado teatros. También locales, apartamentos e incluso una marisquerí­a, que seguro será muy útil a la hora de promocionar nuevos talentos. Ahora tendrán que pagar 15 millones de euros al año durante 15 años en concepto de hipotecas.

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