Los músicos no están nada contentos con el dinero que sacan por cada reproducción de sus canciones en servicios en streaming como Spotify. Cuando el servicio entró en Estados Unidos, ya tuvo lugar una rebelión de los músicos de heavy metal independientes agrupados en discográficas como Blade, Prosthetic Records o Century Media. Decidieron que el servicio en streaming pagaba demasiado poco dinero, y que ésto iba a provocar la desaparición de muchas pequeñas bandas.
Durante este otoño, ha ido estallando también una callada rebelión en Reino Unido. La cantante Adele decidió que no quería su música en ningún servicio en streaming. Argumenta que ha llegado en varias ocasiones a ser número uno sin necesidad de ellos. Poco después, el grupo Coldplay optó por la misma estrategia, y vetó la difusión de su último Mylo Xiloto, que no estará disponible en streamig en Internet.
Esta semana le ha tocado el turno a los intérpretes británicos dedicados al mercado de la música de baile agrupados en la distribuidora ST Holdings. Se quejan de lo mismo, de que reciben muy poco dinero por muchísimas escuchas. Las cuentas les dan la razón. Algunos músicos pueden recibir menos de la décima parte de un céntimo de euro por cada vez que se escucha una canción suya en uno de estos servicios, y para ganar unos 1000 euros al mes, necesitan que al menos 4,000,000 de personas escuchen una canción, algo imposible en músicos minoritarios e independientes. Aún más, muchos de ellos han descubierto que venden muchos menos discos desde que su música se pasa en servicios como Spotify o Napster, y que la cantidad que reciben de ellos no compensa ni la cuarta parte de las pérdidas.
La respuesta de Spotify no ha satisfecho a ninguno de los músicos que han decidido retirar su música. Los del servicio en streaming han dicho que han nacido como una alternativa viable y legal a la piratería, y que es mejor recibir un poco que no recibir nada. Además, explican que ellos no venden la escucha de canciones, sino el concepto genérico de acceso a la música. Que la gente paga para poder acceder a esa música, y no por escuchar canciones en concreto, y que en consecuencia, los músicos no deben esperar sacar demasiado dinero por escuchas concretas, y que tendrían que contentarse con otros beneficios intangibles como es que escuchen su música incluso sin recibir nada a cambio. Los músicos responden que no les importa utilizar Spotify u otros servicios como apoyo a las ventas, pero nunca como sustituto de ellas, porque se morirían de hambre.
