Manteros-liberados

Del desmedido afán de lucro de la Sociedad General de Autores y Editores y similares nos han llegado numerosos ejemplos. A la entidad no le supone ningún problema embolsarse el 10% de conciertos benéficos, aunque se organicen para ayudar a niños con graves problemas de salud. Lo demostró con el caso del pequeño Juanma, en Roquetas de Mar. Ahora proporcionan nuevas pruebas de su ausencia de escrúpulos. Hasta un tercio de las ayudas destinadas en un principio a pagar la multa de los manteros detenidos van a parar a sus arcas y las de otras asociaciones que recaudan dinero por derechos de autor, según informa el diario El Mundo.

«Ni un sólo mantero en prisión» es una iniciativa de carácter solidario que recauda fondos para ayudar a los manteros encarcelados. No sólo cubren los requerimientos económicos establecidos por la ley, sino también las pretensiones financieras de las empresas de gestión de derechos de autor.

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Los manteros deben cumplir con una condena de hasta dos años de privación de libertad. Una vez finalizada, si no pueden satisfacer una sanción deben permanecer aún más tiempo entre rejas. Además, deben añadir a la suma el importe de la indemnización que exigen asociaciones como la SGAE.

«Ni un sólo mantero en prisión» ha conseguido reunir hasta la fecha una cantidad algo superior a los 8.500 euros. Son los propios artistas, jueces, fiscales y otros miembros del gremio jurí­dico quienes aportan dinero para la causa por lo que consideran una legislación injusta. Resulta oportuno señalar que la severidad del castigo impuesto a quienes venden en la calle copias de pelí­culas o de discos supera a la de los conductores ebrios o a la de los distribuidores al por menor de droga.

Hasta la fecha, Ni un mantero en prisión ha logrado poner en libertad a cuatro personas. Ha costado 3.400 euros, de los que la SGAE, la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA) y la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (AGEDI) han recibido 1.300 euros en concepto de compensación. La mayorí­a de los manteros son inmigrantes que atraviesan una dura situación personal y que sufren como nadie los problemas derivados de la pobreza. Sin embargo, es obvio que su drama no influye en las empresas citadas, que sólo entienden de extender la mano para cobrar cheques y talonarios con los que sufragar sedes en palacios.

En la actualidad, en el borrador de la reforma del Código Penal figura todaví­a la pena de cárcel. No obstante, no faltan propuestas a los partidos polí­ticos para que la venta ambulante de copias piratas deje de ser delito para convertirse en falta. Al menos, cuando el beneficio del vendedor no sea mayor de 400 euros. Esperemos que nuestros representantes apliquen el sentido común para no apretar las tuercas a quienes menos culpa tienen. Desde luego, que no hagan caso de la voracidad carente de piedad y de sentimiento solidario de la SGAE y demás empresas dedicadas al floreciente negocio de la gestión de derechos de autor.

Ví­a: El Mundo

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