Vale. Algunos rompecabezas están ya tan vistos que a uno de la da pereza jugarlos de nuevo. Pero una vez que iniciamos una partida de Tetris o comenzamos a marear la perdiz con un cubo de Rubik, los minutos pueden pasar casi sin que nos demos cuenta. ¿Por qué diantres son tan enganchantes estos juegos tan sencillos y antiguos? Porque «explotan nuestro deseo de orden», en palabras de Jason Kapalka, fundador de PopCap Games y creador de tí­tulos del género como Bejeweled y todas sus secuelas.

Así­ responde este personaje en un artí­culo de la revista Wired, donde se le pregunta por cinco de los juegos más enganchantes de la Historia y el motivo por el que crean tanta adicción. Claro que no todo son rompecabezas, como vemos en el siguiente listado:

Solitario

Cuentan que el mismí­simo Napoleón Bonaparte era un gran fan de este juego de cartas. Según Kapalka, su gracia está en que «la habilidad no es un factor» para ganar una partida. «Tienes suerte o no la tienes» con el orden en el que aparecen las cartas, de ahí­ que probemos nuestra suerte una y otra vez.

Cubo de Rubik

«Un claro ejemplo de juego en el que el placer está en crear orden», ya que es el mismo usuario quien lo desordena para volver a ordenarlo. Así­ de sencillo. Su última versión, Rubik Revolution, es más compleja y requiere otras habilidades… y curiosamente, no está teniendo ni de lejos el mismo éxito.

¿Dónde está Wally?
Los libros de Wally ejemplifican «la satisfacción de buscar y encontrar». Algo que se remonta a siglos atrás en la Historia humana en varias tradiciones pictóricas, y que hasta hace bien poco era uno de los puntos fuertes de un tipo determinado de videojuegos: las aventuras gráficas.

Tetris
Conseguir una buena marca en este juego «alimenta el mismo centro de placer del cerebro que se libera cuando empaquetamos muy bien una maleta». No hay más que ver la escena la serie Los Simpsons que os mostramos en el siguiente ví­deo.

Collapse!
Por nombre sea quizás el menos conocido, pero viendo la imagen superior igual caes en qué juego es. A diferencia del Tetris, las nuevas fichas surgen desde abajo, desplazando el resto hacia arriba, y nuestra misión consiste en ir haciendo clic sobre grupos de tres piezas del mismo color para eliminarlas. Ésa es precí­samente su maravilla particular, según Kapalka: «haces clic donde quieras y algo ocurre».

Al final, para garantizar horas de diversión no hay que recurrir a gráficos impresionantes ni argumentos complicados. Basta con unas dotes básicas de psicologí­a.

Ví­a: Wired (edición impresa)

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