Resulta curioso comprobar cómo ha evolucionado la industria de los robots de juguete. Hoy se organizan grandes eventos en torno a este mercado. En cambio, hace 70 años el enfoque era bien distinto. Los niños eran mucho más inocentes, y desde luego que los muñecos robóticos de entonces eran menos sofisticados que los de ahora. Pero su encanto retro es innegable. Sólo hay que echar un vistazo a esta galería de imágenes alojada en Dark Roasted Blend. En ella encontraremos divertidas colecciones de origen ruso y japonés que datan de los años 50 y 60.
En aquella época bastaban unas cuantas piezas geométricas fabricadas en latón y un poco de imaginación. La siguiente selección de robots ejemplifica a la perfección cómo era posible lograr un encanto único a partir de unas figuras muy básicas, de escasa movilidad.
No hace falta explicar con detenimiento las abismales diferencias que existen entre ese esquemático perro de color rojo y un cibercachorro de los de ahora.
La siguiente imagen pertenece a una colección privada. No en vano, estos juguetes de antaño adquieren mucho valor para los coleccionistas con el paso del tiempo, lo que les lleva a acumular el máximo de piezas posibles. De ahí que algunas de ellas estén repetidas.
Este robot podría considerarse un juguete para auténticos cinéfilos. Es uno de los personajes (por llamarlo de algún modo) que aparecían en Tobor the Great, película clásica de ciencia-ficción estrenada en 1954.
Su dueño es John Rigg, un aficionado al cine de género fantástico y a fabricarse sus propias reproducciones de robots que aparecen en sus pelis favoritas. Aquí le vemos con otra de sus creaciones, un androide del filme El planeta prohibido.
Como hemos apuntado, muchos de estos juguetes se van revalorizando paulatinamente. Hasta el punto de que algunos de ellos son objeto de exhibición en museos y exposiciones.
Esta otra compilación de Tom Geismar tampoco se queda atrás. Desde autómatas armados para combatir a los humanos hasta una extrañísimo insecto robot de cinco patas con cabeza de saltamontes. Si quisieran invadir la Tierra está claro que no lo harían por la vía diplomática.
Y en la época en la que viajar a la luna no era más que un sueño, no podían faltar las naves espaciales pilotadas por astronautas, para alimentar la ilusión de los más pequeños.
He aquí un ejemplo del típico concepto de robot japonés algo más avanzado. El androide es una especie de transformer que puede adoptar la forma de un inusual tanque. Pero no es exactamente un autómata, ya que un piloto humano es el que lo maneja y le da las órdenes.
Este Mr. Atomic podría participar perfectamente en un episodio de la serie Doctor Who. Es tan rechoncho que parece una versión robótica de Mr. Potato, lo que lo hace aún más entrañable.
Todo lo contrario que nuestro siguiente androide, una combinación del malvado Megatron con una cajetilla de tabaco cuyo aspecto resulta demasiado tosco. Incluso para la época.
Y así podríamos estar horas y horas realizando este ejercicio de nostálgia. Por el momento es suficiente, pero si te apasionan los juguetes robóticos de hace varias décadas, basta un pequeño paseo por sitios como Flickr para descubrir más y más galerías fotográficas dedicadas al tema.
Vía: Technabob
como es que se llama este robot yo lo tuve pero no estan viejo me lo regalaron en los años 1977
y como hago para obtener uno me recuerda mi infancia jajaja