Esta semana la Comisión Europea ha presentado un plan para que los pasajeros de los aviones puedan usar sus teléfonos móviles sin restricciones. De cumplirse este plan, podríamos hacer llamadas o recibirlas, enviar mensajes de texto y mandar un correo electrónico en pleno vuelo. Y lo más importante: el plan pretende que las tarifas sean razonables (eso es lo que se pretende, habrá que ver como lo de jan al final).
El primer objetivo de esta nueva iniciativa es unificar todas las propuestas individuales que ya se están poniendo en marcha en Europa. Por ejemplo, en Gran Bretaña la Ofcom ya había autorizado el uso de los móviles en medio del viaje. Mientras, en Francia la compañía de aerolíneas Air France ofrece un sistema que permite a los usuarios enviar mensajes SMS a bordo del avión. Este plan pretende que los precios y los servicios sean homogéneos en todos los países.
La otra finalidad es conseguir que las facturas sean equivalentes a cuando hablamos sobre tierra firme, en consonancia con el nuevo reglamento para reducir el coste de las llamadas internacionales. Además, se pretende que no sea necesario adquirir licencias adicionales cada vez que el avión sobrevuela un país distinto, sino que los requisitos para las aerolíneas se simplifiquen al máximo.
A pesar de todas estas buenas intenciones, confiar en que las tarifas por estos servicios no serán elevadas es poco menos que soñar despierto. Principalmente porque Viviane Reding, comisaria de Telecomunicaciones de la Unión Europea, confirmó que se ha delegado la responsabilidad de establecer los precios en las operadoras. Si en España el coste de un simple SMS resulta abusivo, ¿qué les lleva a pensar que no cobrarán todavía más si se envían desde un avión (donde ya te cobran un riñón por una botellita de agua)?
Al respecto, Reding declaró lo siguiente: «esperamos que los operadores sean transparentes e innovadores en sus ofertas de precios. De todos modos, si los consumidores reciben facturas de teléfono escandalosas, el servicio no se lanzará». Es decir, que mientras no se formalice un buen número de quejas de los clientes las operadoras camparán a sus anchas.
Vía: swissinfo.ch. Fotos de Kai Hendry y Fly For Fun
