Imagí­nate que estás en una reunión de trabajo. Te metes la mano a la chaqueta y sacas este dispositivo. Lo enchufas al ordenador y el pirrinchi empieza su espectáculo erótico festivo. En ese momento, esa credibilidad que habí­as ido forjando a lo largo de duros años de trabajo, se va al traste. Nunca serás el mismo. A partir de ese momento, serás el dueño de ese bonito perrito-piloto-cachondo.

Tú verás, pero por tu bien, si lo compras, utilí­zalo en «entornos controlados». Si no, aténte a las consecuencias…

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Ví­a – Stralunato

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