Los científicos han descubierto que fuera de nuestra atmósfera, en el espacio, también hay huracanes. Se acaba de hacer público que en 2014 se observó uno sobre el Polo Norte: en lugar de vientos y lluvia, al estar en capas altas de la atmósfera es un flujo de plasma y «llueven» electrones… pero podrían afectar a dispositivos electrónicos (los GPS sobre todo). Parece que, igual que el parte meteorológico previo a un vuelo, habrá que tener en cuenta un «parte» espacial libre de huracanes para los satélites y naves espaciales. El descubrimiento se ha publicado en Nature.
El primer huracán registrado en el espacio
En las capas bajas de la atmósfera todos sabemos lo que es un huracán aunque muchos -por suerte- no lo hemos vivido. Vientos fortísimos, a veces en espiral, destruyen todo a su paso, y las lluvias torrenciales tampoco se quedan atrás por los daños que causan. En otros planetas hemos observado fenómenos similares (Júpiter el ejemplo más llamativo). Pero hasta ahora nada parecido se había observado en capas más altas de nuestra atmósfera… hasta ahora.
Ya se ha confirmado el primero, descubierto revisando información de varios satélites y observatorios. Fue en agosto de 2014 sobre el Polo Norte y no fue un huracán convencional: tuvo lugar en el espacio, en capas muy altas de la atmósfera, y durante las ocho horas que duró movió plasma sobre la atmósfera con un diámetro de unos 1.000 kilómetros, provocando una lluvia de partículas cargadas (electrones e iones) que podrían afectar gravemente a muchos dispositivos electrónicos.
Ocurrió curiosamente en un momento de baja actividad solar y geomagnética, y los investigadores creen que precisamente eso es lo que ayudó a su formación: la «calma» geomagnética, que podría ayudar a prever próximos fenómenos parecidos. Para no tener sorpresas con los GPS y algunos satélites, este huracán ha puesto de relieve la importancia de poner en marcha más estudios del comportamiento de las capas altas atmosféricas.
¿Cuántas capas tiene la atmósfera?
Como sabemos, nuestro planeta está protegido por una densa atmósfera. Gracias a ella hay vida en la Tierra porque nos protege de los rayos cósmicos (radiación) y su efecto invernadero mantiene una temperatura estable entre el día (con insolación del Sol) y la noche, además de proveernos de oxígeno y reciclar agua. La capa más cercana al suelo, donde vivimos, es la Troposfera y alcanza hasta 10 a 12 km de altura. Aquí tienen lugar los fenómenos meteorológicos familiares (vientos, nubes y lluvias) y es bastante homogénea con nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono y vapor de aire, principalmente. Aquí la temperatura va bajando según aumenta la altura (un poco menos de 10 grados cada 1000 metros), algo que condiciona la meteorología.
Por encima está la Estratosfera, entre esos 10 y unos 50 km de altura. Recibe ese nombre porque en lugar de una mezcla homogénea hay diferentes capas según el peso de cada gas: ahí está la famosa capa de ozono (un tipo de oxígeno) por ejemplo, que filtra la mayor parte de rayos ultravioleta. En esta capa la temperatura pasa de ser muy fría en su parte inferior (la superior de la troposfera, 50 a 60 grados bajo cero) hasta unos 15º en su parte superior, ya a 50 km del suelo.
La siguiente capa es la Mesosfera (desde esos 50 hasta unos 80 km de altura) donde la temperatura vuelve a bajar hasta 70 a 90º bajo cero. Por encima, la Termosfera, desde los 90 hasta unos 400 km de altura, donde en lugar de moléculas de gas hay capas de iones (partículas con carga eléctrica no neutra): por ello permite usarla para transmitir señales de radio: también se la llama Ionosfera por esto y aquí es donde se observó el «huracán». Por encima de esta empieza la Exosfera que es la transición ya al espacio exterior (desde unos 600 km). Ahí todavía hay alguna capa importante como el campo magnético que también nos protege y condiciona.
