11 de junio de 2018, la aplicación oficial de La Liga hacía saltar las alarmas. Al parecer, la herramienta hacía uso del GPS y el micrófono para descubrir retransmisiones piratas de bares y restaurantes que ofrecían fútbol gratis a sus clientes. Meses después la Agencia Nacional de Protección de Datos multaba a la organización con 250.000 euros.
Junto con La Liga, multitud de aplicaciones han puesto su reputación en entredicho por supuestas prácticas espías. Ejemplo de ello es Instagram, una aplicación que además de pertenecer a Facebook, ha sido objeto de crítica por parte de algunos expertos en seguridad informática. Dani Creus, Senior Security Researcher de Kaspersky, lo tiene claro, «se ha demostrado que existen aplicaciones que espían nuestras conversaciones a través del micrófono». Pero, ¿qué de cierto hay en esta afirmación realmente? Hemos probado a mantener conversaciones ordinarias durante una semana delante del teléfono y éstas son nuestras conclusiones.
Lo que dice Instagram
A diferencia de la aplicación de La Liga, Instagram no recoge entre sus condiciones y términos de uso la recolección de datos a través del micrófono. En 2017, Creus aseguraba en una entrevista realizada por nuestros compañeros de Teknautas que «si Instagram nos espiara a través del micrófono seguro que se especificaría en alguno de los puntos para guardarse las espaldas. Pero no lo hace”. Remitiéndonos a la hoja de condiciones de Instagram vemos que, en efecto, no se especifica ningún punto en relación a la recolección de datos micrófono mediante.
Tras analizar en profundidad las condiciones especificadas en el documento público de Instagram en materia de Política de datos, los puntos que más se acercan al uso del micrófono como herramienta de recolección de datos para la personalización de anuncios son los siguientes:
- Datos de la configuración del dispositivo: información que nos permites recibir al activar la configuración correspondiente en el dispositivo, como el acceso a la ubicación de GPS, la cámara y las fotos.
- Características del dispositivo: información como el sistema operativo, la versión de hardware y software, el nivel de carga de la batería, la potencia de la señal, el espacio de almacenamiento disponible, el tipo de navegador, los tipos y nombres de aplicaciones o archivos, y los plugins.
¿Confirma esto que Instagram no espía nuestras conversaciones? Nada más lejos de la realidad. En el momento en el que concedemos permisos de Cámara y Micrófono a la aplicación, el servicio es libre de emplear procesos en segundo plano con la excusa de las notificaciones push para recolectar datos y cruzar perfiles. De hecho, la aplicación se reserva el derecho a hacer uso de la cámara y las fotos para almacenar información. En lo que al uso del micrófono respecta, no podemos más que hacer especulaciones. Veamos qué nos dice la realidad.
Lo que hemos comprobado
Nuestras condiciones: una semana, varias conversaciones con diferentes personas de temas ordinarios y un móvil encima de la mesa con Instagram en multitarea. Las conclusiones podéis verlas a continuación.
Primer caso: «Mamá, tenemos que comprar comida para el perro»
Durante los primeros días de prueba el tema candente ha rodeado todo lo que tiene que ver con la alimentación canina. El pasado lunes 11 de noviembre mantenía una conversación con mi hermana y con mi madre donde el tema principal se basaba en comida para perros. Sentencias como «creo que queda poca comida para el perro», «si vas a salir mañana por la mañana compra comida para el perro» o «no te olvides de que el tamaño de la comida tiene que ser junior». Sobra decir que en ningún momento se han realizado búsquedas en Internet con términos relacionados con las palabras claves que nos ocupa. ¿El resultado?
Durante el día siguiente, Instagram estuvo bombardeando la aplicación con publicidad de Affinity, Ultima y otras marcas de comida para perros. Lo más curioso de todo es que se acercaba al perfil del perro: raza pequeña y necesidades muy básicas. El resto de días han venido acompañados de publicidad relacionada, aunque en un numero considerablemente más bajo.
Segundo caso: «Qué prefieres para tu cumpleaños, ¿ropa o joyería?»
Llega el jueves 14 de noviembre y el fin de semana está a la vuelta de la esquina. Durante la noche del mismo jueves le planteo a mi madre un par de posibilidades con la excusa de su cumpleaños: ¿algo de ropa o unos pendientes de oro?. La respuesta, «pues quizá me hacen falta unos zapatos».
Horas más tardes, y más concretamente durante el viernes 15 y el sábado 16, Instagram comienza a mostrar publicidad de zapatos, zapatillas, moda y accesorios en general. Todo se fue acentuando conforme pasábamos la tarde en un centro comercial de la ciudad la mañana del sábado. Podemos deducir, por tanto, que Instagram se ayudó del GPS para cruzar datos y obtener un perfil aún más certero.
Tercer caso: «Estoy pensando en pillarme una guitarra y una pedalera nueva»
Llegamos al último caso. Fin de semana y varias conversaciones con amigos y familiares. «Creo que voy a comprarme una guitarra nueva. Quizá algún pedal para jugar con el sonido y demás». Aunque en este caso sí que se han realizado búsquedas a través del teléfono con Google Chrome como navegador principal, las últimas consultas se remontan varios días atrás, en torno a 7 u 8.
El resultado nuevamente es esclarecedor: publicidad en forma de Stories y publicaciones insertadas en el feed. En este caso el número de publicaciones promocionadas ha sido mucho mayor que en los dos casos anteriores. He de suponer que Instagram ha obtenido los datos del navegador para conocer las intenciones de búsqueda. Lo más curioso es que la publicidad no se ha activado hasta que he compartido mis inquietudes con otros sujetos. Probablemente, porque el algoritmo esté programado para activarse de esta manera.
Las conclusiones
¿Podemos confirmar que Instagram vigila nuestros movimientos en Internet y fuera de ellos? A las pruebas nos remitimos para que saquéis vuestras propias conclusiones. Lo único que reconoce la propia compañía está en su hoja de Política de datos.
Ahí dice que se reserva el derecho de acceso sobre la pantalla, la cámara, el GPS, las conexiones entrantes, las cookies del navegador y la actividad en aplicaciones de terceros. Lo que aún no podemos confirmar con rotundidad es el uso del micrófono como medida para recolectar datos y mejorar el etiquetado de los mismos, si bien las pruebas nos hacen sospechar de algún comportamiento extraño.
A título personal, desde el punto de vista de un programador de aplicaciones, puedo afirmar que es técnicamente posible llevar esto a cabo. Mi apuesta es que Instagram podría diseñar un algoritmo que se activara cuando los datos recolectados a través del micrófono y el resto de elementos coinciden entre sí. En ese caso, se valdrían de la filosofía de que si compartimos nuestras inquietudes con otras personas, aumentan las posibilidades de comprar un producto relacionado con esas inquietudes.
¿Y tú? ¿Has vivido alguna experiencia parecida recientemente? Déjanos tu propia experiencia en los comentarios.