Seguramente te gustará escuchar tu música favorita con el mejor sonido posible, y ya tienes un equipo de música. Si no quieres tener que comprar nuevos componentes, o asegurarte que los vas a aprovechar al máximo cuando los compres, esto te interesa. Vamos a ver cinco trucos que no te costarán un euro y con los que tu equipo sonará mucho mejor. Antes de empezar, de todas formas, un sexto truco gratis: escucha mucha música. Escúchala en tu equipo, pero escúchala en alguna tienda o en casa de algún amigo o conocido aficionado. Escuchando otros equipos aprenderás trucos y descubrirás “otros sonidos” que te abrirán… los oídos.
1: Altavoces a la altura del oído
Todos los fabricantes de altavoces los diseñan de forma que emitan las frecuencias de una forma lineal en su eje. Es decir, mirándolos de frente, a la altura del altavoz de agudos o en el punto intermedio entre ése (tweeter) y el woofer o midwoofer. Lo hacen así para que los coloquemos a una altura que coincida con la de nuestras orejas cuando los escuchemos. Y normalmente dirigidos hacia nosotros (no los pongas «paralelos»).
Aquí tienes el primer truco gratis: jamás pongas nos altavoces en lo alto de una estantería. Es algo que hemos visto bastantes veces, para evitar que estorben estéticamente (¿eso creen?) y que destruye el sonido que emiten. Ningún fabricante o diseñador de altavoces espera tener tan cerca un techo (o pared). Al hacerlo, sobre todo se pierden agudos pues escuchamos en un ángulo extremo respecto del eje del altavoz. Pero todas las frecuencias se resienten, y también la coherencia musical prevista. Recuerda: pon los altavoces a la altura de tus oídos.
2: Deja los altavoces libres
La siguiente está relacionada con la anterior: «encajonar» un altavoz es la mejor forma de que suene ¡fatal! Los altavoces y salvo muy contadas excepciones se diseñan para sonar en espacio libre. Es decir, sin tener paredes ni otras superficies cerca. Incluso las mal llamadas «cajas de estantería» no deben situarse nunca en una estantería. Como mejor suenan es colocadas sobre pies dedicados (mínima superficie de apoyo), no sobre un mueble o balda. Y además, apartados tanto de la pared trasera como de las laterales.
Aquellos altavoces que cuentan con salida “bass réflex” trasera ya suelen colocarse lo más separados posible de la pared trasera. Pero lo cierto es que no depende de eso: todos se benefician de un mínimo “aire” por detrás. Eso evita que las frecuencias graves se amplifiquen demasiado por la cercanía de paredes (sí). Pero sobre todo elimina interferencias de rebotes tempranos del sonido con el propio altavoz. El sonido será más limpio y más expansivo y “abierto”.
3: Iguala distancias
Este truco quizás te parezca evidente, pero te aseguro que pocos equipos lo cumplen. Las dos cajas acústicas de un equipo estéreo deben estar a la misma distancia del punto principal de escucha. No te fíes de hacerlo a ojo: coge una cinta métrica (o una cuerda) y fíjala donde sueles sentarte. Tira hasta una caja, midiendo a la altura del tweeter (altavoz de agudos), y luego la otra. Deben estar idénticas, y cuando decimos idénticas es que una diferencia de menos de un centímetro ¡se nota!
Para que el efecto estéreofónico “funcione”, el sonido de las dos cajas debe llegar al mismo tiempo a nuestros oídos. Cuando es así, se recrea del todo esa magia que consiste en que aparecen delante nuestro los músicos en una escena sonora tridimensional. Igual que ver con dos ojos nos permite ver en tres dimensiones, escuchar con dos oídos permite ese efecto (sin necesitar más de dos altavoces). El ajuste perfecto permite apreciarlo mejor, y además evitará falta de coherencia entre canales. Las voces centradas, por ejemplo, sonarán mejor y más claras y definidas.
4: ¿Qué tienes alrededor?
La sala donde tenemos el equipo y su acústica son tanto, o más, importantes que el equipo en sí. Hemos escuchado equipos “básicos” en salas bien acondicionadas sonando mejor que equipos millonarios mal ubicados… y no pocas veces. Ya hemos señalado la importancia de la colocación de las cajas (altura y distancias) pero ¿qué más hay en la sala? No debe estar desnuda: las paredes lisas reflejan el sonido generando reverberación. Librerías, estantes con discos, plantas… cuantas más superficies, mejor. Los cristales sin cubrir lo mismo, así que si tienes ventanas o puertas grandes, prepara cortinas espesas.
También el suelo y el techo afectan: en el suelo es común o será fácil colocar una alfombra. El techo puede ser más complicado de tratar de forma natural pero puede no ser tan crítico, y tampoco se trata de “matar” en exceso la acústica. Eso, a veces ocurre si el salón tiene sofás grandes y densos, y mucho material absorbente. Y si hay muebles en el camino del sonido apártalos cuando escuches (desde las cajas a tus oídos, libre). La típica mesa baja, o un mueble entre las cajas (los antiguos televisores de tubo eran un problema), no ayudan.
5: Revisa los ajustes del amplificador
Casi cualquier amplificador estéreo (nuevo o antiguo) permite algunos ajustes. Con los altavoces bien colocados, el “balance” debe estar centrado o desconectado. Y de entrada los controles de tono (“graves” y “agudos”) también centrados. Activa el modo “pure direct” o similar, si lo tiene. Así escucharás la señal de la fuente sin cambios… es decir, sin más cambios que los que las cajas y tu sala hagan. Si pese a colocarlos espaciados tus altavoces tienden a sonar con demasiado grave (resonancias) por ejemplo, sí será bueno bajar algo ese control para evitarlo. Si la sala tiene mucha absorción (sofás, telas), quizás necesites subir algo los agudos para compensarlo. Cuando la sala es brillante (poca absorción) y la música te suena algo chillona, tendrás que bajar algo agudos. Procura no jugar demasiado con esos controles, ni exagerar: al mejor chef (o músico) no le gustaría que te pases con la sal o el picante…
Si tu amplificador es para cine en casa, la buena noticia es que tendrá más ajustes. Aún así, la distancia entre las cajas principales (estéreo izquierda y derecha) sigue siendo “sagrada”… Pero será posible compensar desequilibrios porque, con el procesado digital, aplican retardos, sobre todo para el resto de altavoces (efectos). Incluso con micrófonos de medición propios, ajustan la respuesta compensando (en parte) los defectos acústicos de la sala. Pero ésa es otra historia.