La próxima hornada de consolas ya está en marcha. Con 91 millones de unidades vendidas en la actual generación, PlayStation prepara su próxima PS5 sobre la cual no hay siquiera un anuncio oficial, tan solo rumores aquí y allá. Por su parte, Microsoft también ultima los preparativos de su siguiente incursión en el negocio de las plataformas de ocio electrónico con Xbox Scarlett. En cuanto a Switch, muchos especialistas le auguran otros 5 años de vida, así que Nintendo no tiene prisa de momento.
Mientras el negocio de las consolas de videojuegos sigue su curso, con “upgrades” cada cinco u ocho años, más o menos, surgen nuevas y disruptivas ideas en la industria que apuestan por poner el foco más en los contenidos y no tanto en las plataformas. Este novedoso planteamiento daría alas al desarrollo de hardware para entretenimiento via streaming o cualquier otro sistema en detrimento de la creación de nuevas videoconsolas
Después de todo, éstas últimas a menudo son vistas como “barreras” que pueden arruinarnos la experiencia de jugar a un determinado título que tiene exclusividad con una u otra compañía de la cual no somos usuarios.
¿Por dónde van los tiros?
Esto que acabamos de explicar puede resultar inverosímil, sobre todo para aquellos que hemos vivido siempre apegados a estas marcas como si de un equipo de fútbol se tratara, con verdaderos frentes abiertos entre “sonyers” y “nintenderos” que ríete tú del derbi madrileño o El Clásico.
El caso es que, en los últimos meses, algunos de los máximos responsables de las principales desarrolladoras, así como analistas especializados opinan que el fin de las consolas llegará tras la próxima generación. En concreto, Yves Guillemot, CEO de Ubisoft, considera que la próxima generación de consolas será la última.
Según el cofundador de la compañía responsable de grandes títulos como Assasin’s Creed o Far Cry, existen grandes oportunidades en una eventual transición hacia contenidos basados en la nube. Obviamente, esto implicaría dejar de lado el formato físico, lo que supondría una pérdida considerable de volumen de ventas inicial hasta que todos los usuarios al completo asuman la hipotética nueva forma de consumo de videojuegos.
Guillemot es plenamente consciente de un posible escenario de semejantes características. Sin embargo, no cree que esto sea negativo para la industria, sino todo lo contrario. Se trata de facilitar la accesibilidad de los videojuegos para que toda la comunidad gamer pueda jugar en cualquier dispositivo sin tener que excluir a un determinado sector del público por el hecho de ser usuario de una determinada plataforma.
Esto no ha hecho más que empezar
Otro que también se suma al carro es el máximo responsable de la división de Xbox, Phil Spencer. Según unas declaraciones recogidas por Geekwire, el ejecutivo de Microsoft ha aseverado que el negocio de las videoconsolas no da dinero. Su razonamiento se suma al del fundador de Ubisoft en el sentido de que el negocio de los videojuegos realmente es vender juegos.
Esto lo saben bastante bien las cadenas de tiendas minoristas como Game, quienes pueden asegurar mejor que nadie que el beneficio real está en la venta de juegos, sobre todo en el mercado de segunda mano, y no tanto en las consolas. Es más, en las primeras tiradas de cada nueva generación, casi siempre suelen venderse bajo pérdidas. No es hasta que pasan unos años y se abaratan los costes que las compañías sacan mayor margen de beneficio por cada venta.
El principio está muy claro. Abrir el mercado y vender el acceso a contenidos significa necesariamente incrementar el tamaño del negocio.
Los primeros pasos
El futuro parece escrito y el consumo de videojuegos bajo demanda empieza a abrirse camino con propuestas como Wade, un servicio de juego en streaming mediante una suscripción mensual desde 7,99 euros. Con tecnología propietaria 100% española, Wade incorpora su propio mando (WADE BOX) y permite jugar a un catálogo de títulos (un poco limitado de momento) desde el PC, Mac o TV. Una interesante propuesta más enfocada a un target familiar y no tan hardcore gamer.
Otra propuesta que ya se ha asentado es GeForce Now de NVIDIA, pero esto son palabras mayores. Lo que tenemos aquí es un servicio con el que NVIDIA convierte cualquier PC en un dispositivo capaz de ejecutar juegos con resoluciones Full HD a 60fps sin importar sus especificaciones técnicas. Es decir, es la propia infraestructura de ordenadores NVIDIA la que ejecuta el juego que hayamos adquirido en plataformas digitales como Steam, y en nuestro equipo recibiremos la señal de vídeo con el contenido.
Por su parte, Microsoft también quiere sumarse a la fiesta con su Project xCloud, con la que pretenden llevar todo el catálogo de Xbox One a dispositivos móviles. Como ya ocurre con GeForce Now, la ejecución de los juegos se realiza desde los propios servidores de datos de la compañía, y sólo se manda la imagen a los terminales móviles de los usuarios.
Existen otras ideas igual de prometedoras como Stadia, la nueva propuesta de Google, que promete la posibilidad de jugar y realizar streamings con resoluciones 4k, con HDR y a 60 fps desde cualquier dispositivo. Incluso rumores de que Amazon también sacará adelante su propia plataforma de ocio electrónico bajo demanda, aunque de momento sin datos más concretos.
Mirando hacia el futuro
Por supuesto, aún queda mucho para un despliegue total de este nuevo modelo de consumo de videojuegos, ya que no es tan sencillo como parece. Para poder ejecutar un título triple AAA sin lag y otros problemas de jugabilidad mediante streaming serán necesarios varios centros de procesamiento de datos de gran potencia y una conexión estable y veloz tanto allí como en nuestra casa.
Una vez superada la barrera técnica, hay quienes aseguran que los beneficios serán notables tanto para usuarios como para las propias compañías desarrolladoras que podrán ahorrar tiempo y dinero al programar una sola versión del juego para toda la oferta de plataformas disponibles. Eso sí, los fans del formato físico todavía tendrán que lidiar con el factor nostalgia.