Cualquier aficionado a la música quiere tener un buen equipo en su casa. Pero la mayoría de veces lo que nos gusta cómo suena es incompatible con lo que podemos instalar. Grandes altavoces alejados de las paredes, cables, aparatos electrónicos a la vista… La decoración y el buen sonido parecen incompatibles. Pero no lo son: existen sistemas dedicados a estar ocultos. Veamos algunas opciones de altavoces invisibles.
In-Akustik
Este especialista alemán en altavoces, cables y otros accesorios para audio, tiene una completa gama de altavoces invisibles. Posiblemente los In-Akustik sean los que mejor rendimiento ofrecen, y los que más discretos quedan una vez instalados. Se basan en diafragmas planos cuyas vibraciones emiten sonido en rangos de frecuencia como los de altavoces normales. Un modelo de 62 x 50 cm alcanza 80 Hz a 18 kHz con sólo 4 cm de espesor y 5 kg de peso.
Los hay algo más compactos y uno más grande, con similares prestaciones. Se instalan en paredes o techos, abriendo su hueco sobre un pladur si es el caso. Una vez colocados, se puede pintar por encima y quedarán totalmente invisibles. Hasta 2 mm de espesor de decoración por encima (pintura o tela) no hay pérdidas de sonido. Rondan los 1.100 hasta 1.400 euros cada unidad, más la instalación lógicamente. Y existe uno dedicado a los graves (subwoofer).
Otros invisibles
Las marcas Monitor Audio y SpeakerCraft también disponen de modelos similares. Se empotran en obra y quedan totalmente camuflados a la vista, trabajando detrás del acabado de la pared o techo. Los Monitor Audio IV 140 miden 59 x 35 cm y necesitan más profundidad (casi 10 cm). También se pueden acabar con pintura o tela por encima, y la respuesta en frecuencia como un altavoz de estantería. Cuestan 650 euros cada unidad.
SpeakerCraft dispone de un modelo también similar, es decir, una placa empotrable que emite sonido. En este caso mide 46 x 30 cm (7 de profundo) y baja algo más en graves (60 Hz). Su precio es más alto, 1.135 euros cada unidad.
Empotrables
Otra posibilidad, y aquí se amplía mucho el abanico de posibilidades (y precios), son los altavoces empotrables. En este caso son altavoces con la tecnología habitual de conos móviles, pero optimizados para ser empotrados. Es decir, se fabrican pensando en que ocupen poco espacio en profundidad, y se configuran para poder radiar sonido desde la propia pared o techo. En muchos casos, encontramos soluciones que también se han desarrollado para Car Audio, donde existen parecidos problemas de espacio. La mayoría de marcas disponen de modelos para empotrar, veamos algunos ejemplos.
Bang&Olufsen es una destacada en este aspecto. Tiene la gama Palatial, parecida a los anteriores pero que sí es visible desde fuera (empotrable pero no oculto). También está su nuevo BeoSound Shape, que se monta de forma modular y se cuelga en la pared (o techo) ofrecieno un sonido sorprendente. Por último, está la gama Celestial de altavoces empotrables en el techo (aunque pueden ir a una pared con profundidad).
Yamaha y Bose
Yamaha no sólo se dedica al sonido doméstico sino que tiene una potente rama profesional, además de sus instrumentos. A medio camino de lo doméstico y lo profesional (para instaladores), Yamaha tiene varios modelos para empotrar: la serie NC-IC, desde el 400 al 800. El primero mide 15 cm de diámetro, el 800 son ya 28 cm. Son altavoces de una o dos vías, con buena sensibilidad y que una vez montados se pueden pintar del color del techo o pared.
El especialista americano Bose dispone de una completa gama de altavoces empotrables de buena calidad. Todos pertenecen a la gama apropiadamente llamada Virtually Invisible, con cuatro modelos: 591, 691, 791 y 891. En orden ascendente de prestaciones y tamaño, llevan un altavoz de medios-graves de 12 hasta 18 cm de diámetro y dos tweeter de agudos de 2 cm. Cambia la caja de resonancia y el formato, rectangular o circular. Todos dejan sólo su rejilla al aire, y ésta puede pintarse a juego con el techo o paredes para camuflarse mejor.