Nos dicen que tenemos que comer cinco frutas y verduras por jornada. Que tenemos que mantener una dieta equilibrada. Incluso nos recomiendan beber 8 vasos de agua al día. Pues bien, parece que esto no es del todo así. Que no, que no hace falta que te sacrifiques bebiendo sin ganas 8 vasos de agua al día.
Según cuentan en The Verge, la idea de que tenemos que beber 8 vasos al día es un falso mito heredado. Ni la ciencia ni la medicina lo incorporan en su sapiencia. Así que si andabas obsesionado con esto de tomarte dos litros y medio al día, ya puedes ir dejando de hacerlo.
La razón por la que alguien recomendó alguna vez que tomáramos 8 vasos de agua al día no está muy clara. De hecho, los expertos creen que es así porque el 8 es un número fácil de recordar. Pero no por nada más.
¿Por qué puedes olvidarte de beber 8 vasos de agua al día?
A partir de ahora, cuando te lo digan puedes darles un primer argumento. No hay una cantidad de agua fija que tengan que beber todos los seres humanos. De hecho, la necesidad que cada uno tiene de ingerir más o menos agua viene dada por muchas variables.
Está la salud, el peso, la altura, la dieta, el tipo de sudoración y muchas otras características específicas. Como por ejemplo, si hemos realizado alguna actividad física: salir a correr. O incluso de aquello que hayamos comido, sobre todo si tiene un nivel más elevado de sal.
En cualquier caso, debe saber que no solo el agua contiene «agua». También los refrescos y los bebidas alcohólicas. Aunque está claro que lo más saludable siempre será optar directamente por el agua.
Además, una buena porción del agua que un ser humano necesita durante la jornada está en los alimentos. El 20% del agua que ingerimos todos los días proviene directamente de lo que comemos. Lógicamente, la fruta y la verdura la contienen en una mayor proporción.
Según la Academia Nacional de Ciencias americana, las personas ingerimos todos los días la cantidad de agua que necesitamos. Existen ciertos factores que pueden alertarnos de que no bebemos lo suficiente. Como por ejemplo sequedad en la boca o una coloración demasiado oscura de la orina.
Sin embargo y por lo general (siempre y cuando estemos en condiciones normales), el cuerpo está perfectamente capacitado como para emitir señales que nos recuerden que hay que beber. Basta con seguirlas. Y ya está.