Hay efectos en la naturaleza que nos pillan desprevenidos, o pruebas a productos conocidos que nos sorprenden. La mayoría pueden ponerse de relieve en experimentos sencillos que podemos hacer en casa sin complicaciones. Descubre con nosotros diez curiosos experimentos…
1. ¿Cuánto azúcar tiene la Coca Cola?
Es un clásico desde que alguien lo grabó y subió a YouTube. A estas alturas todos sabemos (¿verdad?) que los refrescos llevan mucho azúcar. Y que el azúcar no le conviene a nuestro cuerpo, algunos lo llaman ya la nicotina del siglo XXI. Una lata de Coca cola (33cc) lleva unos 35 gramos de azúcar nada menos: como ¡cinco! Sobres de azúcar para café.
El experimento es sencillo: echas una lata de Coca Cola en una cazuela, y llevas el líquido al punto de ebullición. El agua se va evaporando, y al final queda un engrudo que es todo ese azúcar… La sola visión de este resto le quita a muchos las ganas de seguir consumiendo.
2. Las utilidades de la Coca Cola
Ya que hemos empezado con el popular refresco, digamos también que tiene sus bondades. ¿Tienes alguna pieza metálica oxidada? Pues échala en un vaso con Coca Cola. Como es ácida (en parte para compensar el sabor del azúcar que lleva) atacará el óxido. Al cabo de unas horas verás como tu tornillo, tuerca o la pieza sale limpia.
Limpia, y reluciente. Si esa pieza estaba cromada o era inoxidable, te sorprenderá el brillo que le deja la Coca Cola. Esto es porque el ácido que lleva es fosfórico, reacciona con el cromo y deja una capa protectora de fosfato de cromo. Prueba a limpiar un guardabarros antiguo, o piezas de una moto custom, con un paño y Coca Cola: ¡brillante!
3. La capa de invisibilidad
Harry Potter tiene unos proveedores mágicos y su capa de invisibilidad es algo imposible… ¿seguro? Para que algo no sea visible, basta que la luz que se refleja en el objeto no llegue a nuestros ojos. Y hay formas de que eso ocurra, sin magia.
Busca un vaso pequeño y uno grande en la cocina, y echa aceite de oliva entre los dos. Ahora deposita algún objeto, o mete un dedo, en el vaso pequeño, y mira desde fuera… ¡no está! ¿Magia? No, ciencia. La luz que llega al objeto y se refleja, incide con un ángulo tal en el cristal del primer vaso, el aceite y el segundo cristal, que no puede pasar (por su índice de refracción). Y si la luz no pasa, no vemos qué hay dentro. Aparentemente, sólo vemos el cristal de los vasos y el aceite entre ellos.
4. Andar sobre el agua
Esto además de a algún mago se lo hemos visto hacer a muchos insectos… ¿cómo hacen para no hundirse? Es por efecto de la tensión superficial que tienen todos los líquidos. Los líquidos toman la forma de los recipientes que los contienen: sus moléculas se mantienen unidas, pero con menos fuerza que en un sólido. Pero las moléculas de la última capa (superficie) se “sujetan” por sus vecinas solamente. En esa zona hay más atracción y el líquido no se “rompe”.
Esta tensión superficial permite que los insectos anden sobre el agua. Echa un papel fino sobre una superficie de agua, y deposita encima una aguja o clip: al retirar el papel, “flotarán”. Si los dejas caer aunque sea con cuidado, posiblemente rompan la tensión y se hundan.
5. Fluido no newtoniano
Sigamos en la cocina: eso del “fluido no newtoniano” te sonará extraño pero se entiende enseguida. Es un fluido que no se porta siempre de igual forma ante agentes externos. Si lo mueves despacio, es muy poco viscoso, muy líquido. Si lo mueves deprisa, parece que se vuelve más viscoso, más espeso.
Busca maicena o harina fina de maíz: no vamos a hacer tortitas ni un bizcocho (aunque puedes aprovechar). Mezclalo con agua poco a poco hasta conseguir una bola de pasta. Ya tienes tu fluido no newtoniano: si la sujetas en la mano, verás cómo se deshace. Pero prueba a darle un puñetazo… ¡sorpresa! Parece una bola de goma.
Esta propiedad, con materiales sintéticos, se aprovecha para hacer parachoques y almohadas de seguridad. Incluso se han patentado unos “guardas tumbados”: si el coche llega despacio, se hunden y no provocan un bache. Si el coche llega rápido, se endurecen y dan una sacudida para que el conductor aminore la marcha.
6. Hielo más frío
Ya que estamos en la cocina, veamos algún otro experimento. Como sabes, el agua se congela a cero grados centígrados. Cuando compras una bolsa de hielo y lo echas en un cubo para enfriar refrescos, ese hielo está a cero grados. ¿Es posible enfriarlo más?
Pues sí, y seguramente conozcas el truco si tienes un amigo químico y hacéis barbacoas en su casa. Échale sal al hielo. La disolución de la sal con el agua que está soltando el hielo al fundirse, es una reacción endotérmica. Es decir, absorbe energía: enfría. Y además, el agua salada se congela a menos temperatura que el agua pura: ese cubo que antes estaba a 0ºC, podría alcanzar unos 20º bajo cero si mezclas bien el hielo y la sal. La próxima vez que hagas pescado o carne a la sal en el horno (muy rico y muy sano), no tires esa sal cuando la retires. Servirá para las fiestas de verano…
7. Otra de hielo, agua y sal
Incluso quien conozca ese truco de la sal y el hielo, se sorprenderá con este nuevo experimento. Echa agua fría en un vaso, y tira un cubito de hielo. Coge un hilo textil (de coser por ejemplo) y déjalo caer sobre el cubito. Si tiras de él, lógicamente, no pasará nada sorprendente. Todavía.
Ahora echa un poco de sal encima del cubito, donde apoya el hilo. Espera unos instantes, y tira del hilo: se ha quedado pegado al cubito y éste sale del vaso. Lo que ha ocurrido es que donde echaste sal, ésta se ha disuelto en el agua del cubito. Como en el experimento anterior, eso disminuye la temperatura pero también “funde” el hielo (que al ser salado necesita mucho más frío para congelarse). Como el hilo se ha mojado con agua, ese agua se congela, “soldando” el hilo al cubito.
8. Pompas de jabón coloridas e irrompibles
Volvamos a aprovechar la tensión superficial, eso que permite a los insectos andar sobre el agua. Una pompa de jabón es un perfecto ejemplo de esto: el agua por sí sola no es capaz de mantener sus moléculas unidas formando pompas. Pero si lleva jabón disuelto, sí es posible porque la tensión es suficiente para contener el aire que encierra… y ahí está la pompa.
Pero podemos “reforzar” la disolución: además de jabón, échale glicerina al agua. La glicerina aumenta más la tensión superficial y harás pompas más resistentes, incluso puede que reboten en el suelo como globos si haces una buena mezcla. Ya que estás, prueba a echar algo de azúcar: aumentará el brillo y colorido de las pompas.
9. Presión atmosférica
Esta es una prueba clásica para que entendamos que el aire que nos rodea también tiene cierta presión. Se llena un vaso de agua, dejando un dedo sin llenar. Se coge una caja de CD o un plástico similar, que cubra el vaso, y se tapa. Sujetando la tapa, das la vuelta al vaso, y cuando está vertical boca abajo, sueltas la tapa.
No, no te mojarás. El agua quiere desalojar el vaso por efecto de la gravedad. Pero si lo hiciera, la cámara de aire que tiene encima (el dedo que dejamos al llenarlo), disminuiría su presión. A la vez, sobre la tapa de plástico actúa la presión atmosférica, presionándola sobre el vaso aún en posición invertida. Eso sí, si no ajusta bien y se cuelan burbujas, prepara la fregona porque se romperá el equilibrio y se caerá la tapa… y el agua.
10. Encender vela a distancia
La combustión es un fenómeno entre gases. Cuando vemos un sólido arder, es porque en el punto de la llama está pasando a gas directamente. O más habitualmente a líquido y éste a gas. Un buen ejemplo de esto es una vela: la mecha arde porque el calor licua la cera y ésta se evapora, se combina con el oxígeno del aire, y arde.
¿No te lo crees? Pues enciende una vela, y cuando lleve unos minutos, prueba a apagarla de golpe, sin que se enfríe apenas. Saldrá mucho humo de la mecha: acerca una llama (cerilla o mechero) a ese humo, aunque sea lejos de la vela o la mecha. Sí, se enciende de nuevo: ese humo era cera fundida y evaporada. Lo dicho, la combustión es cosa de gases.
no mames we si cirven alv