O eso es lo que pretenden algunos políticos estadounidenses. En las últimas semanas te hemos hablado largo y tendido sobre el problema que afectaba a los ciudadanos que quieren entrar en Estados Unidos. Después del veto a la inmigración de Donald Trump, no fueron pocos los viajeros que se quejaron de que los agentes de aduanas les pedían registrar sus teléfonos móviles y equipos electrónicos.
Las quejas han aumentado, pero los registros se llevan a cabo más intensamente desde 2015, todavía con la administración Obama al mando. De ahí que Ron Wyden, senador de Oregon, haya decidido ponerse manos a la obra para incorporar un marco legal que proteja a los viajeros.
Lo que tiene entre manos el senador es un proyecto de ley que no solo requeriría a los agentes de aduanas que tuvieran una orden antes de ponerse a registrar cualquier aparato electrónico. Con esta proposición también se quiere prohibir a los funcionarios de los controles fronterizos solicitar las contraseñas para poder acceder a los mismos.
De este modo, para que cualquiera de estos agentes pueda acceder a un teléfono móvil, tableta u ordenador portátil sería imprescindible tener una razón de peso y no una mera sospecha como ahora.
El proyecto de ley nace sin garantías
Todavía nos encontramos en una etapa muy prematura. En estos momentos, no hay garantía alguna de que este proyecto de ley del senador de Oregon salga adelante. De hecho, parece que todo opera en contra. Los altos funcionarios de seguridad del gobierno dicen que el motivo por el que han aumentado este tipo de registros tiene directamente que ver con los últimos ataques terroristas.
La Casa Blanca habría puesto en marcha una nueva política de inmigración que no ayudaría en absoluto, sino todo lo contrario. En los últimos ataques no habrían sido suficientes las medidas tomadas por el FBI para evitarlos, así que los funcionarios consideran que acceder a los teléfonos móviles de los ciudadanos está cada vez más justificado.
Los que defienden este nuevo proyecto de ley consideran que, si bien es imprescindible proteger a los ciudadanos, las acciones y decisiones tomadas no debería vulnerar tan gravemente su privacidad.
Espiar un teléfono móvil ahora es completamente legal
Así es. Cualquier agente de aduanas puede pedirnos el teléfono para examinar sus contenidos y acceder a nuestras redes sociales sin problema alguno. Si bien es cierto que nos podemos negar, protagonizar un incidente en la aduana no sería entrar con buen pie en Estados Unidos. De hecho, lo más probable es que no pudiéramos ni entrar.
Esta situación de vulnerabilidad ha provocado que la gran mayoría de viajeros que pasan por esta circunstancia terminen mostrando la información de sus teléfonos. O incluso presten a los agentes las contraseñas para acceder a los servicios en los que se encuentran suscritos.
La Cuarta Enmienda de la Constitución norteamericana protegería a la policía de aduanas. Tanto es así que los funcionarios pueden tener incautado un teléfono durante al menos cinco días sin dar explicación alguna a sus propietarios.
Sin embargo, la legislación se ha quedado anticuada. Las políticas no se han actualizado desde 2009. En ese momento, los teléfonos inteligentes no estaban en auge como hoy. Ahora llevamos almacenados en los móviles casi toda nuestra vida: desde el correo electrónico, pasando por nuestras redes sociales, documentos de trabajo y fotos personales.
Experiencias desagradables en las aduanas
NBC News cuenta las historias que algunos ciudadanos han vivido tras volar a Estados Unidos. Y lo cierto es que no son nada agradables.
Akram Shibly and Kelly McCormick, por ejemplo, viajaban de Toronto a Estados Unidos cuando en la aduana unos agentes les pidieron los pasaportes y los móviles. Los tuvieron retenidos durante más de dos horas. Ellos les dieron sus teléfonos y los agentes accedieron a ellos sin problemas.
Tres días después, regresando de otro viaje de Canadá fueron interceptados de nuevo. Uno de los agentes, explica Shibly, le dijo: «Oye, dame tu teléfono». El respondió que no se lo iba a dar por lo que había pasado tres días atrás.
Al cabo de pocos segundos lo rodearon. Un hombre se encargó de sostenerle por las piernas, mientras otro lo agarraba por el cuello. Un tercero le metió la mano en el bolsillo y al final cogió su teléfono.
Otros ciudadanos, a pesar de ser estadounidenses, han sido requeridos para dar fe de su nacionalidad y manifestaciones públicas en redes. En muchos casos se trata de ciudadanos con ascendencia musulmana, que simplemente son señalados por su apariencia física o rasgos étnicos.
Yo creo que quien no la hace no la teme. Aún así este tipo de intromisión puede terminar en malentendidos y casi siempre termina pagando el viajero inocente que se dispone a pasar unos días de relax. No me gusta el camino que está tomando todo esto, y más que nada porque entre los recientes atentados y cada vez más personas que se integran en células terroristas el mundo es cada vez más inseguro y hace que todos estemos bajo sospecha. Yo seria incapaz de hacer daño a nadie, pero, por supuesto, puedo viajar a EEUU y los agentes de aduanas negarme la entrada si yo no colaboro o no lo tienen claro. Es comprensible, y en situaciones como estas es mucho mejor mantener la calma y no ponerse chulo.. A veces no es más que un interrogatorio rutinario, porque sucede que muchas veces tu nombre coincide con el de una persona que esta en busca y captura. Esta gente tiene una responsabilidad enorme y es mejor colaborar para facilitar el trabajo de esos agentes.