Durante este año 2016 hemos vivido una batalla feroz de la Unión Europea contra todos aquellos comportamientos que consideren que atentan contra la libre competencia o la seguridad de los usuarios de teléfonos. Casos como el de la multa a Apple, el toque de atención a WhatsApp por compartir datos con Facebook o una de sus acusaciones más serias, el pliego de cargos que publicó la Comisión Europea en abril y en el que se acusa a Google de comportamiento monopolístico a través de Android. Las acusaciones principales son tres: la primera, que Google obliga a las empresas que desean incluir Android en sus dispositivos a que preinstalen aplicaciones suyas, como son Google Search o Play Store entre otras. La segunda, que incentiva económicamente a las empresas que decidan ofrecer exclusivamente los productos Google en sus dispositivos Android sin ofrecer alternativa preinstalada. Por último, cuando las empresas desean instalar voluntariamente los productos de Google en sus dispositivos Android, Google les obliga a comprometerse a no ofrecer forks de Android (los forks son los sistemas basados en Android pero alternativos a la versión oficial, como CyanogenMod). Todo lo enunciado antes viola las leyes Antitrust de la Unión Europea.
Google, por su parte, nunca ha aceptado estos cargos, pero no había hecho ningún comunicado público oficial al respecto, hasta ahora. Lo ha hecho en forma de mail informativo a sus usuarios, además de como manifiesto presentado a la Comisión Europea. En él se explican los detalles sobre su posición al respecto de las acusaciones vertidas.
Un no rotundo
Google afirma, a través de su vicepresidente senior, Kent Walker, firmante del comunicado, que Android no sólo no hace daño a la competencia si no que la estimula, favoreciendo que los desarrolladores puedan ofrecer de manera más sencilla sus aplicaciones a todo tipo de dispositivos a la vez que permitiendo que los consumidores disfruten de una mayor variedad de terminales en el mercado sin preocuparse de compatibilidades en sus aplicaciones y juegos favoritos. Sin Android por medio, la fragmentación del sistema podría llevar a un caos de variaciones que pondría en serios aprietos tanto a desarrolladores, fabricantes de teléfonos y usuarios finales. Igualmente, Android debe ser estable y aunque permita modificaciones, tiene que tener una base común para que garantice la seguridad de uso.
Respecto a las aplicaciones preinstaladas, Google asegura que no hay ninguna obligación de instalarlas ni tampoco de mantenerlas instaladas en el dispositivo, que sólo lo hacen para facilitar el uso a los consumidores, ya que sus aplicaciones son de uso conocido y común, refiriéndose no sólo a los buscadores, sino también a YouTube, Gmail o Google Chrome. Igualmente, su preinstalación no garantiza su éxito, y la posibilidad de usar Play Store para personalizar a antojo del usuario las aplicaciones del teléfono da fe de ello. Además, afirman, ofrecer los paquetes de productos Google en todos los dispositivos permite su gratuidad, ya que la alternativa sería cobrar una licencia a los fabricantes y desarrolladores, lo cual según ellos, no beneficiaría a ninguno. Tener los productos disponibles en todos los dispositivos minimiza el coste por dispositivo y permite de esa manera ofrecer el paquete gratuitamente.
Por último, en Google se extrañan de por qué la Comisión Europea no considera que compitan con Apple. Es cierto que la cuota de mercado de Android es masivamente superior a la de iOS, pero aún así existe fluctuación de usuarios entre ambos sistemas operativos. Además, afirman, las condiciones de iOS con sus aplicaciones nativas y la posibilidad de personalizarlas son mucho más restrictivas que las de Android y, sin embargo, a Apple no se les está acusando de violar las leyes Antitrust de la UE.
Por todo ello afirman que no pueden estar de acuerdo con el pliego de cargos, y defienden el sistema Android tal como está ahora.
Además de la declaración, el mail es acompañado de un vídeo que resume sus opiniones y su visión sobre Android. Aquí lo tenéis: