Nadie puede dudar que Apple es una compañía de gran éxito en nuestro país. Aunque las ventas de sus productos en España no alcanzan las cifras de otros países, y pese a que su cuota de mercado está descendiendo, las cifras son bastante respetables. Así que podríamos suponer que la empresa de Cupertino declara cada unos buenos beneficios en España. Pues no sólo no es así, sino que, encima, declara pérdidas. La cosa llega hasta el punto de que los impuestos le han llegado a salir a devolver.
¿Cómo es esto posible? Apple, como Google, Microsoft, Amazon y otras grandes multinacionales, aprovechan su presencia a lo largo del mundo para acogerse a las leyes fiscales que más les interesan. Así, en el caso de Apple, lo que hace es declarar en Irlanda el 99% de sus ventas en España. Todos sus productos se facturan en este país, de modo que la filial española de la compañía aparece solamente como comisionista. La clave está en un «vacío legal» de la legislación irlandesa, que permite a una compañía multinacional, aunque esté registrada en suelo irlandés, declararse como apátrida si su gestión se realiza en un país distinto y, por tanto, pagar una cantidad mínima de impuestos.
Por suerte, España no es el único país que sufre esta sangría de impuestos. En Estados Unidos se calcula que, sólo con Apple, el estado deja de ingresar unos 40.000 millones de dólares (más de 29.500 euros). Da miedo pensar en lo que sumaría dicho «ahorro» si se añadiesen otras empresas al cálculo. Eso motivó que se creara una comisión de investigación del Senado cuyo informe final, presentado el pasado mes de mayo, se centraba, prácticamente, en acusar a Irlanda de propiciar el fraude fiscal. El senador Carl Levin lo resumió diciendo que Apple había encontrado en la localidad irlandesa de Cork, donde tienen la residencia fiscal varias de sus filiales, «el Santo Grial de la evasión fiscal».
Evidentemente, estas afirmaciones no sentaron nada bien a los políticos irlandeses. Motivados por el enfado y, es de suponer, por las presiones procedentes de Estados Unidos, se pusieron manos a la obra para intentar solucionar el problema. Así, Ministro de Finanzas de Irlanda, Michael Noonan, anunció el pasado martes que en 2015 ya no será posible que una compañía registrada en suelo irlandés declare no tener domicilio fiscal. De este modo, todas estarán obligadas a especificar en qué país van a pagar sus impuestos.
Claro que, hecha ley, hecha la trampa. La nueva norma no impide que el país declarado como destino de los impuestos sea un paraíso fiscal como Bermudas (o, Dios no lo quiera, Gibraltar). De hecho, otras empresas, como Google o Microsoft, ya lo hacen. Tiempo al tiempo.