Windows-8.1

Casi una semana después de que Microsoft anunciara finalmente la fecha de salida y los precios de la nueva versión de Windows 8, ya se conocen los precios que la actualización tendrá en nuestro paí­s. Así­, Windows 8.1 tendrá un precio para los que quieran hacerse con él de 119,99 euros, mientras que la versión Pro costará 279,99 euros. Por otra parte, Windows 8 Media Center Pack podrá adquirirse por 9,9 euros y el Windows 8 Pro Pack por 159,99 euros. Como ya avanzó Microsoft, la esperada actualización de su último sistema operativo estará disponible para venta en tiendas y descarga online el próximo 18 de octubre, y será gratuita para los usuarios que ya tuvieran una licencia legal de Windows 8. Prácticamente los mismos que en Windows 8.

Entre las principales novedades que podremos ver en este nuevo software está algo bastante poco novedoso. Después de jugar a ponerlo y quitarlo, en Windows 8.1, Microsoft ha decidido rescatar su famoso botón de Inicio en la esquina inferior izquierda, y permite llegar directamente a la interfaz de Metro. Así­ es que, aunque se trata del botón tradicional, su función no será, ni mucho menos, la que solí­a tener. Más bien un consuelo para nostálgicos, al igual que la posibilidad de iniciar el sistema con el clásico escritorio Windows.

Otra de las novedades es la capacidad multitarea, que permitirá tener hasta cuatro aplicaciones abiertas a un tiempo en la misma pantalla. También mejoran las búsquedas, se amplí­a la tienda de aplicaciones y, lo que para muchos usuarios es el corazón del sistema: una versión de Office, esta vez adaptada a Modern UI. Como la de Microsoft, otras actualizaciones están por llegar o se han presentado ya, como sucedió recientemente con iOS 7.

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Sin embargo, también se está convirtiendo en tradición, junto con la salida comercial del producto, la noticia, poco después, de los fallos de seguridad no resueltos que presentan. Fallos que, en ocasiones, llegan a ser simplemente chistosos y, en otras, asuntos graves que conllevan la pérdida de datos del usuario o la filtración de información personal. Es sorprendente, ante esto, que los usuarios no sean más crí­ticos, en lugar de asumir este tipo de fallos como algo que forma parte de la participación activa en el universo tecnológico. Así­, no es de extrañar que no hace mucho saltara a los medios la noticia de que los servicios de inteligencia rusos hayan decidido dejar de lado las comunicaciones electrónicas y volver a emplear las tradicionales y, para ellos más seguras y confiables, máquinas de escribir. Pensándolo bien, tal y como salí­a en las antiguas pelí­culas de espí­as, para hacerse con los «documentos», habí­a que burlar la vigilancia de los guardias, entrar en el cuarto secreto del enemigo, forzar la caja fuerte, desplegar los papeles sobre la mesa y fotografiarlos uno a uno con una microcámara. Ahora, con darle al botón de «compartir» todo el planeta puede enterarse de los secretos mejor guardados. A los rusos, decididamente, eso no les hace gracia. Esperemos que a Microsoft tampoco y nos sorprenda con que, una vez a disposición del público, los habituales fallos de seguridad brillan por su ausencia. Si no lo consiguen tal vez deberí­an ir comprando acciones de Olivetti y plantearles volver a fabricar máquinas de escribir.

 

 

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