Gráfico-discográficas-vs-ar
En teorí­a, el objetivo de las empresas privadas de gestión de derechos de autor es la protección de los intereses económicos de los artistas. Sin embargo, no faltan motivos para pensar que trabajan en su propio beneficio. Un gráfico elaborado por  Times Labs Blog demuestra que de 2004 a 2008, las únicas que han visto disminuir sus ingresos son las discográficas, no los músicos.

Así­ pues, ¿por qué tanto interés en restringir el intercambio de archivos P2P? ¿Por qué se persiguen con tanto ahí­nco en todo el mundo las descargas, si al final los principales afectados no se ven perjudicados?


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Aunque los datos se corresponden con Reino Unido, es muy probable que la situación sea la misma en nuestro paí­s y en otros. Joaquí­n Sabina, por ejemplo, ha afirmado «No seré yo quien se queje de las descargas».

Una de las razones por las que quizás las compañí­as discográficas han visto bajar sus rentas es, precisamente, que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. El caso es que, según se muestra en la tabla, aumentan las cifras por conciertos e incluso por derechos de autor, a pesar de que se compren menos discos. En realidad, no es que la música genere menos dinero, sino que se ha redistribuido. En lugar de ir a parar a los bolsillos de los intermediarios, redundan en beneficio de los creadores. La realidad que acabamos de describir se refleja en la segunda gráfica. Se muestra cómo en 2004 el negocio resultaba más rentable para la industria. Sin embargo, en 2008 ya no es así­. Así­ que el activismo anti-descargas de cantantes como Lily Allen, frente a la actitud sensata de solistas como Shakira o Nelly Furtado, que las defienden, resulta innecesario.

Estarí­a bien que a luz de semejantes datos, desde la Unión Europea y los diferentes gobiernos se resolvieran a legislar a favor de los ciudadanos en lugar de proteger los intereses económicos de las empresas. Para que así­, medidas como los cortes a las conexiones de Internet sin permiso judicial sean tan inviables como inconcebibles resultan para el sentido común. Porque lo que queda claro es que las descargas no hacen daño a la música.

Ví­a: Times Labs Blog

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