La mayoría de fechorías que se cometen por Internet no son obra de un grupo de aficionados que no saben invertir su tiempo de forma menos dañina. Al igual que en el mundo físico, el cibercrimen es una realidad consolidada y, sobre todo, muy bien organizada. Incluso con precios establecidos según la tradicional ley de la oferta y la demanda. Lo ha desvelado un curioso estudio efectuado por la empresa especializada en software de seguridad G Data Software.
Un equipo de la compañía se infiltró en la Red e hizo una serie de descubrimientos sorprendentes.
Algunos proveedores de Internet ofrecen alojamiento «blindado». Los delincuentes encuentran así escenario donde crear foros y tiendas on line ilegales. Por una determinada cantidad de dinero, ofrecen sus productos y servicios, o transmiten sus conocimientos a futuros cibercriminales. Para algunos acuerdos se abandonan los foros y se efectúan a través de servicios de mensajería instantánea manipulados, en función de la magnitud del trato.
Los encargos van desde pedir un ataque informático, al envío de spam o la obtención ilícita de documentos personales como DNI, tarjetas de crédito, etcétera. Pero si hay algo llamativo es que algunos de estas «tiendas» on line se han hecho tan populares que emplean estrategias de captación de clientes típicas del comercio normal. Por ejemplo, se anuncian con banners, o realizan descuentos por volumen. También devuelven el dinero si la información de la tarjeta de crédito no funciona.
Como muestra de lo anteriormente descrito, un botón. El importe en el mercado negro de un ataque DDoS por hora (un tipo de ataque que hace inaccesible un servicio a sus usuarios legítimos), oscila entre los 10 euros y los cuarenta euros. Enviar un millón de correos basura a direcciones específicas cuesta entre 300 y 800 euros. Realizar DNIs y carnets de conducir falsos entre 50 y 2.500 euros, según la calidad de la falsificación. Una tarjeta de crédito falsa sale entre 2 euros y 300 euros. Una lista de precios que, a primera vista, parece tan normal como la del súpermercado pero que oculta una siniestra realidad.
El cibercrimen profesionalizado no posee la inocuidad de los hackers que asumen como reto sortear sistemas de seguridad de instituciones o compañías. La mayoría se detienen ahí e incluso son empleados por las propias empresas para detectar fallos en sus estructuras. En esta ocasión, hablamos de delincuentes expertos que a cambio de unas monedas, están dispuestos a hacer daño a particulares. Como en la vida real. Así que al conducir por las autopistas de la información, la prudencia, las medidas de seguridad y de autoprotección son también necesarias.
Vía: G Data Software
Curioso. Un día de estos veremos en algún sitio alguna comparativa relación calidad-precio.
Y a la SGAE poniendo un canon a estos trabajitos por si los autores de los mismos se ven perjudicados en su intelectualidad o autoría.
Saluditos