Cuando Nicholas Negroponte dijo que su idea del portátil de 100 dólares (proyecto bautizado con las siglas de OLPC) tenía que empezar a funcionar «más como Microsoft», no nos imaginábamos que fuese tan literal. Y es que dentro de esta organización sin ánimo de lucro, que pretende llevar tecnología fácil y barata al Tercer Mundo, se está preparando un posible e importante cambio: los portátiles XO abandonarían Linux como sistema operativo, para pasarse a Windows.
La alarma ha saltado tras las últimas bajas dentro de la plantilla de responsables del proyecto. En marzo, el por aquel entonces Responsable de Arquitectura de Seguridad, Ivan Krstić, abandonó la organización por motivos personales. En su propio blog, denuncia que se está produciendo una reestructuración interna que supone «un cambio radical de objetivos y visión respecto a lo que me comunicaron cuando me invitaron a unirme al proyecto». Unos cambios que Krstić afirma no poder aceptar de buena fe, ni «reconciliarlos con mi ética personal».
El ex-miembro del equipo de desarrollo de OLPC cataloga de especialmente insultante que le pidiesen dejar de trabajar con Walter Bender, uno de los fundadores más carismáticos del proyecto. Y precísamente Bender ha sido el siguiente en dimitir, aunque su nombre aún sigue apareciendo como Presidente de Software y Contenido en el staff oficial de la organización.
Ahora, el interés personal de Bender se centra en «ayudar a construir una comunidad de desarrolladores, educadores y aprendices dedicados a mejorar la calidad del software libre y abierto». En otras palabras, que seguirá apoyando la idea del ultraportátil barato para los niños del Tercer Mundo, pero desde el lado del voluntariado desinteresado.
La incógnita está en si estas renuncias se han debido a la intención de usar Windows como sistema operativo. Bender afirma no tener noticias sobre esto, pero lo cierto es que Microsoft ha admitido que está trabajando en una versión de su sistema de ventanas adaptada para el portátil XO. De esta forma, OLPC podría abandonar definitivamente Linux, o bien ofrecer ambas alternativas a gusto del consumidor como hacen la mayoría de los miniportátiles de bajo coste.
Desde su fundación, los analistas vaticinaban un futuro difícil para OLPC si no accedía a colaborar con Microsoft. De hecho, Intel se salió del proyecto para montar por su cuenta el Classmate PC, que sí cuenta con el respaldo del «gigante» de Remond. Y lo cierto es que la iniciativa de Negroponte cada vez se parece más a un negocio que a un acto de caridad. No hay más que fijarse en cómo con el paso del tiempo el precio del «ordenador de los 100 dólares» se ha multiplicado casi por cuatro. Y además, tienen que comprarlo en grandes cantidades los gobiernos de los países interesados en el proyecto.
Nota: la foto que encabeza el artículo es una recreación del portátil con una captura de pantalla de Windows
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