Abres tu correo electrónico y recibes un mensaje. Lo lees y te encuentras con un correo de la Agencia Tributaria (vamos, de Hacienda) en el que se te invita a visitar su web. Una invitación muy sugerente, por otra parte, si se trata de recibir el dinero que te deben. Haces clic en el enlace del correo y se abre una página con el logo del Fisco y los apartados habituales.

Para recibir el dinero tan sólo hay que rellenar unos datos. Nada. Nombre, apellidos, dirección, DNI, fecha de nacimiento y una tarjeta de crédito. ¿Una tarjeta de crédito? Sí­. Porque estamos ante un nuevo caso de estafa. Otra vez alguien se molesta en crear una página web falsa imitando a la perfección una real (ver captura de pantalla superior). Los imitados habituales son los bancos. Y otra vez alguien se limita a bombardear a miles de personas con un mensaje de correo electrónico, aparentemente inocente.

Otra vez algunos pocos crédulos inocentes picarán el anzuelo. Y otra vez un ladrón informático de guantes blancos se embolsará una cuantiosa suma.

Este delito se llama phishing porque así­ se define cuando se trata de un engaño mediante falsificación de un correo electrónico y/o un sitio web. Da igual que se llame phishing, spyware, troyano o keylogger. La realidad y lectura de todo esto es que no hay que fiarse de nadie. Y mucho menos para ir dando nuestros datos bancarios a cualquiera. ¿Oí­do todo el mundo?

Noticia del último fraude que afecta a la Agencia Tributaria

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