Accidente GPS

Al conductor del accidente del autobús siniestrado en Francia no le faltaban navegadores a bordo. Según acaba de informar al periódico El Paí­s la agencia de viajes Livingston de Bilbao, la misma que organizaba el viaje completo de los estudiantes a Amsterdam, el autocar que se trasladaba a los Paí­ses Bajos contaba con dos tipos de navegadores distintos. El primero serí­a un navegador tipo, especí­fico para funcionar como guí­a en los autobuses. De hecho, parece que una gran mayorí­a de estos vehí­culos lo llevarí­an incorporado. El segundo, era un navegador complementario. Un TomTom de la serie XL de los que cualquier conductor puede llevar en su coche. Estas son, de hecho, dos de las poderosas razones que el presunto responsable del accidente ha esgrimido para justificar por qué entró en un túnel de tan poca altura.

Pero, ¿cómo ocurrió exactamente el accidente y cuáles fueron las circunstancias de este suceso? El autobús siniestrado procedí­a de España y concretamente de la empresa Alba de Bermeo, en Vizcaya. En él viajaban 53 estudiantes de entre 18 y 25 años procedentes de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, además de dos conductores y cuatro acompañantes que se dirigí­an a Amsterdam. El autocar se disponí­a a cruzar la ciudad de Lille y su conductor estaba seguro de hacerlo a través del minitúnel del Grand Boulevard en el barrio de la Madeleine, un túnel que apenas tiene 2,60 metros de altura, indicados junto antes con un pórtico de prueba sobre el que ya se ha colisionado varias veces. El accidente tuvo que pasar, porque el autobús medí­a casi un metro más que el gálibo.

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Pero el GPS decí­a otra cosa. El conductor del autocar ha declarado ante la Fiscalí­a de Lille que confiaba en los sistemas de navegación GPS que llevaba incorporados en su vehí­culo, cosa que le hizo no prestar demasiada atención a la ruta y seguramente ninguna a la señalización de la ví­a. Y eso que según fuentes de El Paí­s, lo que ocurrió en realidad fue que el conductor del vehí­culo se perdió y se vio obligado a entrar en Lille, usando un camino alternativo para regresar a la ruta que llevarí­a a los estudiantes a Amsterdam. En ese sentido, parece evidente que el navegador debió señalizarse esa redirección y que el conductor tuvo que estar especialmente atento al cambio.

Pero todaví­a resulta demasiado pronto para sacar conclusiones. De hecho, será la justicia la que esclarezca a las familias, de las que por suerte no hay que lamentar ví­ctimas mortales, cuál ha sido la causa exacta del siniestro, aunque no hay que perder de vista que hay seis heridos muy graves. No obstante, y ciñiéndonos a las declaraciones del conductor, el accidente pondrí­a de manifiesto los fallos que presentan algunos sistemas de navegación GPS. No serí­a la primera vez, seguro que a todos nos ha pasado, que un navegador nos lleva por rutas insospechadas o nos desví­a del camino sin aparente necesidad. Será por qué las máquinas, por mucho que lo intenten, no podrán igualar jamás la destreza humana. Aunque incluso nosotros estemos empeñados en ello.

Foto de portada: Simon Ricottier

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