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El lavavajillas es un electrodoméstico que ha llegado a nuestras vidas para hacerla un poco más fácil. No tener que ponerse a fregar platos cuando terminamos de comer o de cenar es algo que cualquiera de nosotros agradece en gran medida. Sin embargo, hay personas que aún no se animan a ello. Sobre todo porque hay muchos mitos acerca de este aparato que muchas personas aún se creen. En este artículo vamos a dar una vuelta a algunos de estos mitos para que nos demos cuenta de que si te planteas el cambio no debes dudar.

1. Los ciclos cortos son mas económicos

Este mito puede parecer que tiene todo el sentido. Si ponemos un ciclo más corto, gastaremos menos luz y el gasto será menor, ¿no?. Pues no es exactamente así. Los ciclos cortos suelen ser más potentes, por lo que a última hora el gasto que haremos a la hora de ponerlo será el mismo.

Si quieres ahorrar lo máximo posible a la hora de poner el lavavajillas, te recomendamos que recurras a los programas ECO que puedes encontrar en la mayoría de los modelos modernos. Estos programas están pensados para el ahorro, de modo que son la mejor opción para ello.

2. Gasta más que fregar a mano

Precisamente la economía es lo que tira mucho para atrás a algunas personas que están pensando en comprar un lavavajillas. A menudo tenemos la idea de que el gasto en agua es mayor que fregando a mano. Sin embargo, se han realizado numerosas pruebas que indican que eso no es así. Durante el tiempo que pasamos fregando platos terminamos gastando más que cuando ponemos el lavavajillas.

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3. Lo mejor es llenar el lavavajillas a tope

Existe la creencia de que, para aprovechar más cada lavado y ahorrar con ello agua y energía, lo más recomendable es llenar al máximo nuestro lavavajillas.

Sin embargo, como llenemos el lavavajillas más de la cuenta podemos tener problemas. Un exceso de platos pueden acabar dañando el aparato, de manera que tengamos que comprar otro antes de tiempo y terminemos gastando mucho más dinero. Además, si tenemos los platos bien distribuidos entre las cestas y las bandejas el lavado será también más eficiente y los resultados serán mejores.

4. Los platos se quedan menos limpios

Hay personas que no se lanzan al uso del lavavajillas porque tienen la idea de que los platos no se limpian de una manera tan profunda como lo hacemos a mano.

Sin embargo, la alta temperatura del agua del lavaplatos, así como la energía del mismo, hacen que el resultado final sea mucho mejor que el que tenemos fregando a mano. Ni siquiera será necesario que hagamos un lavado previo, ya que los últimos modelos están pensados para que esto no sea necesario.

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5. La cristalería se estropea en el lavavajillas

Muchos usuarios creen que, incluso aunque tengamos lavavajillas en casa, es preferible que lavemos la cristalería a mano, puesto que podría romperse si la metemos en el lavaplatos. Pero la realidad es que esto no es así. Si colocamos bien los vasos o copas en el lavavajillas no tienen por qué romperse. De nuevo aquí tenemos que tener cuidado con no cargar el aparato en exceso cuando vayamos a proceder al lavado.

6. Son un foco de infecciones

Hay personas que creen que mezclar la suciedad de todos los platos y vasos puede terminar provocando infecciones que nos causen problemas de salud.

Sin embargo, cuando ponemos el lavavajillas nuestros platos se lavan a una temperatura muy elevada, que terminan eliminando todos los posibles gérmenes que nos encontremos. Por lo tanto, es prácticamente imposible que se cree una infección. De hecho, hay más probabilidades de que tengamos problemas en este sentido cuando lavamos a mano, ya que puede que no consigamos que quede totalmente limpio.

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