Un ukelele, Wallapop y una historia para no dormir. Un nuevo relato acaba de hacerse viral en Twitter. Lo ha relatado Jordi Beltran Gimeno, un usuario de esta red social que ha explicado a través de un hilo. Se trata de una verdadera odisea digna del más prolijo Homero.
Pero, ¿qué ha ocurrido exactamente? Os lo resumiremos a continuación. Para empezar, Beltran explica que llevaba dos meses intentando vender un ukelele que estaba apenas sin usar. Parece ser que al autor de este hilo le había costado tomar la decisión de desprenderse de ese instrumento.
En primer lugar, porque se trataba de un instrumento pequeño. En segundo, porque era un regalo que apenas no había utilizado. Ya había pasado más de un año desde que recibió el regalo, de modo que ya podía colgarlo en esta comunidad online para intentar desprenderse del mismo. Empezaron a llegar los primeros mensajes de los interesados. Y ahí comenzó su particular pesadilla.
os voy a explicar una cosa, y es que ha sido un infierno finalmente pero por suerte ya todo pasó y he podido ver la luz: llevaba dos meses intentando vender un ukelele que apenas he acariciado y ha sido una experiencia horrible pic.twitter.com/QBzza4ngqZ
— Jordi Beltran Gimeno (@beltran_gimeno) December 29, 2020
al poco de colgar el artículo me empezaron a abrir conversaciones varias personas:
me interesa
hola buenos días lo quiero
te doy 40
lo quiero, te lo paso a recoger
hola! sabes si las clavijas son de cromo??
(yo no sabía todavía lo que me estaba a punto de caer encima)
La odisea de este hombre para vender su ukelele en Wallapop
La gente quería el ukelele, pero antes, lógicamente, lo quería probar. El desfile de músicos o pseudo músicos que desfilaron por su casa fue, de verdad, sorprendente.
… así que Juan G., el primero en no regatearme y que me mostró inmediatez y convicción, decidió venir a por él. Menudo uno, el tal Juan G. Me estuvo interrogando, se sorprendía de que quisiera deshacerme del ukelele, me miraba de soslayo pero se le intuía el escepticismo. Estaba siendo interrogado en mi propia casa y acerca de las motivaciones que me empujaban a desprenderme de tal instrumento. Precisamente ahora que está tan de moda, me repetía Juan G., como buscando el fallo en mi discurso. A continuación lo cogió y lo examinó detalladamente.
Dispuso los dedos de su mano izquierda en los primeros trastes del ukelele y con la mano derecha rasgó lo que podrían ser los dos primeros acordes de My Way que hizo sonar de manera alternada durante un minuto largo. Fue eterno, para luego añadir: te doy 40.
Y yo te doy 40 también, pero collejas. Anda, tira, tira, Juan G. Y así fue como nuestro encuentro finalizó. Volví a los chats de wallapop y contesté un OK mayúsculo a Maribbbel, que me dijo pasaría por la tarde. A las 17 horas.
Este es el relato del primer encuentro, pero hubieron más. La siguiente fue Maribbbel y así una larga retahíla de nombres de personas que, ni cortos ni perezosos, entraban en su casa para torturar a este pobre hombre con sus canciones favoritas. O, mejor dicho, con aquellas que creían que sabían interpretar a la perfección.
Interpretaciones imposibles en hogar ajeno
Las interpretaciones que hicieron estos candidatos a la compra del dichoso ukelele fueron múltiples y variadas. Desde un tema de los Manel hasta la canción de La historia interminable, pasando por Roxette, Johnny Cash o temas tan míticos con Over the Rainbow o Moon River, para las que hay que tener muchas narices, sobre todo si lo de tocar el ukelele se te da fatal. Si además cantas encima y no tienes ni idea, peor todavía.
Pasó mucha gente por casa de este señor, pero la venta no fraguó. Hasta los recibía con cacahuetes. En el último encuentro decidió que no va más. Que ya no quería vender el ukelele de las narices, que más le valía no haber puesto ningún anuncio en Wallapop. Y lo tiró por la ventana.