Estamos inmersos en una carrera contra reloj para controlar la propagación del coronavirus SARS-CoV-2. Mientras libramos esta batalla, el uso de toda la tecnología a nuestro alcance es de vital importancia para rastrear los contactos de quienes dan positivo y proceder al aislamiento efectivo en caso de presentar síntomas.
De hecho, en estos momentos, se encuentran en distintas fases de desarrollo varias aplicaciones móviles con un único fin: acotar el espacio de los contagios. ¿Cómo? Mediante la recolección de datos de usuario para rastrear sus dispositivos con una identificación numérica y, posteriormente, trazar un seguimiento sobre esa persona y las personas con las que se haya cruzado para detener la propagación del virus.
Este tipo de medidas han surtido un gran efecto en los países asiáticos, especialmente Corea del Sur, quien ha logrado decelerar la curva de contagios de manera ejemplar. Ahora bien, tenemos que pensar si en Europa estaríamos dispuestos a que se crucen determinadas líneas en lo que se refiere a nuestra privacidad, como sí lo han hecho en Asia.
Para ello, quizás cabría preguntarse cómo funcionan este tipo de aplicaciones y si realmente podrían llegar a vulnerar un derecho tan básico e interiorizado en Occidente como el de nuestra privacidad.
Desde Tuexperto trataremos de arrojar algo de luz sobre el tema, y así ayudar a enriquecer el debate sobre cómo afectará a nuestra privacidad las aplicaciones de rastreo para controlar la expansión del Covid-19.
Apps de rastreo
Antes de entrar en materia, conviene saber cómo funcionan este tipo de apps. También es importante, tener presente que no todas ofrecen los mismos servicios. En general, la mayoría, al menos aquí en Europa, están más enfocadas al autodiagnóstico y tratamiento de los síntomas de manera totalmente anónima. Es decir, no se puede identificar quien generó los datos a través de su móvil.
Ahora bien, existen otras herramientas que, además de monitorizar la evolución de la enfermedad, permiten el rastreo de contactos.
¿Cómo? Pues la idea general es la siguiente. El terminal de un usuario enviará por Bluetooth un código encriptado en intervalos muy cortos, de apenas unos minutos. Esto hará que nuestro móvil se convierta en un emisor y receptor de señales de otros dispositivos cercanos.
¿Y qué se consigue con esto? Pues que cuando nos crucemos con un caso positivo de Covid-19, la app te lo indicará y de este modo podrás tomar las medidas oportunas para evitar contagiar a otros.
Seguridad vs privacidad
Como no podría ser de otra manera, en Europa existe un acalorado debate sobre cómo aprovechar la tecnología de rastreo y el riesgo de vulneración sobre la privacidad de los ciudadanos.
Si bien es cierto, como indicábamos arriba, que las soluciones disponibles en Europa actualmente, solo recogen datos de manera anónima, algunos miran con escepticismo si acabaremos importando las medidas aplicadas en algunos países orientales.
En Corea del Sur, por ejemplo, recopilan una mayor cantidad de datos personales identificables sobre el usuario. No solo su estado de salud, sino también datos sobre su sexo, nacionalidad o ubicación en todo momento.
Eventualmente, la aplicación podría avisar a las autoridades en caso de que una persona con síntomas de COVID-19 abandona su domicilio durante una cuarentena. Eso sí, los usuarios tienen la opción de rechazar el uso de sus datos por parte del gobierno.
Un caso bien distinto a lo que viene sucediendo en China, donde un ciudadano no tiene más opción que usar obligatoriamente este tipo de aplicaciones. Y aquí es donde radica la principal diferencia con las soluciones planteadas en Europa, mucho más garantistas con la protección de datos. Y es que, en caso de proceder a medidas mucho más intrusivas, estas no son de carácter obligatorio, sino que dependen de la decisión voluntaria de cada ciudadano.
¿Qué se está haciendo en España?
El plan de desescalada del Gobierno contemplaba en un principio dos iniciativas: AsistenciaCOVID-19, una app de autodiagnóstico pensada para que aquellas personas que creyesen que tienen síntomas, pudiesen evaluar su estado de salud mediante un cuestionario; y DataCOVID, un estudio de movilidad con datos anónimos sobre desplazamientos de la población durante el estado de alarma.
Como ya sabemos, finalmente se ha optado por establecer franjas horarias para limitar los movimientos de los ciudadanos. Por el momento, estas herramientas de la Big Data se quedan a la espera de resolución por parte del Ejecutivo para implantar (o no) su uso. Sí parece quedar claro que, en el caso de activar algún sistema de rastreo, este sería voluntario y no obligatorio, en consonancia con el Reglamento General de Protección de Datos.
Tampoco parece que vaya a prosperar el proyecto europeo PEPP-PT (Rastreo Paneuropeo de Proximidad para Preservar la Privacidad por sus siglas en inglés), a la que España se había suscrito. Esta iniciativa pretende disponer de un único sistema de rastreo para todo el territorio de los estados miembros. No obstante, sigue sin existir un consenso entre todos los socios ya que esta medida supondría consentir que los datos de los ciudadanos europeos estuviesen almacenados dentro de un único sistema centralizado.
En respuesta al sistema centralizado del PEPP-PT, desde suiza proponían otra herramienta llamada Decentralized Privacy-Preserving Proximity Tracing (DP3T). No obstante, al ser precisamente un sistema descentralizado, supondría poner en marcha una serie de sistemas de vigilancia bastante complejos, al tener que almacenar la información en el dispositivo de cada usuario.
España, en definitiva, permanece a la espera de decidir si prospera su propia aplicación de autodiagnóstico AsistenciaCOVID, o se opta por desarrollar una aplicación totalmente nueva.
En resumen, este es el panorama que se vive actualmente sobre la cuestión entre seguridad y privacidad en el seno de la Unión Europea. ¿Vosotros qué opináis? ¿Hasta qué punto seríais capaces de ceder en pos de detener la propagación del virus?
