Esta misma semana, el Banco de Inglaterra anunció que Alan Turing, pionero de la informática, sería el nuevo rostro de los billetes de 50 libras. De este modo, se sitúa a Turing en el selecto club de grandes científicos que pusieron sus caras a los billetes, como Newton (1 £) o Darwin (10 £). Una decisión que busca reivindicar aún más la figura de Turing por parte de las instituciones británicas en los últimos años, dado el injusto desprestigio que sufrió en vida llegando a ser enjuiciado por homosexual.
Introducing the face of the new £50 note – the father of computer science, Alan Turing.” Find out more https://t.co/pO7eu9nfHT #Turing50 #ThinkScience pic.twitter.com/RLmXD0QUQY
— Bank of England (@bankofengland) July 15, 2019
Lo que no se adelanta en este anuncio es un curioso huevo de pascua oculto en el diseño del renovado billete. Impreso en polímero, en su diseño se puede observar una especie de cinta de teletipo con el siguiente código binario: 1010111111110010110011000. Como se puede comprobar, se encuentra situado a la izquierda de la foto del propio Turing.
Si bien, en un principio, puede parecer un número fortuito, realmente contiene una pieza clave sobre la vida de Alan Turing. Como no, la comunidad de Twitter ha estado rápida al darse cuenta de este detalle que, por otro lado, resulta bastante interesante. ¿Quieres saber de qué se trata? Continúa leyendo este artículo.
Descifrando el código
Según han podido comprobar algunos usuarios de Twitter, si convertimos el código binario en datos reales, nos arroja como resultado la fecha de nacimiento de Alan Turing: 23061912 o, dicho de otro modo, el 23 de junio de 1912.
De hecho, podéis hacer la prueba vosotros mismos y comprobar la veracidad de estos datos. Solo tenéis que seguir las siguientes instrucciones:
- Entra en cualquier convertidor de código binario. Hay cientos: RapidTables, ConvertBinary, … En este ejemplo usaremos RapidTables.
- Copia y pega el código que aparece reflejado en el billete: 1010111111110010110011000.
- Conviértelo a número decimal.
- Si es correcto, debería aparecer el resultado que os hemos indicado arriba, es decir, el número con la fecha de nacimiento del científico expresada de la siguiente manera 23061912.
Figura histórica
En la última década, el nombre Alan Turing ha salido a la palestra a través de varios actos para reivindicar su memoria, desde que el primer ministro Gordon Brown pidiese perdón en 2009 por el trato que se hizo con el científico, o que incluso la mismísima Isabel II le concediese el perdón real en 2013.
Por supuesto, la película ‘The Imitation Game’, titulada ‘Descifrando Enigma’ aquí en España, protagonizada por el magnífico Benedict Cumberbatch, también ayudó en gran medida a popularizar su figura en todo el mundo.
Lo cierto es que, quien indague un poco en la vida y obra de Alan Turing, comprobará con asombro de lo que fue capaz este científico británico, al que le debemos enormes contribuciones tanto en el campo de la Inteligencia Artificial como de la encriptación. También son sobrecogedores los detalles de sus últimos días, adoleciendo de una profunda depresión hasta finalmente acabar con su vida.
Alan Turing nació en junio de 1912 y falleció en ese mismo mes del año 1954. Fue matemático, criptógrafo, y precursor de la informática moderna. A él le debemos los fundamentos teóricos de la computación.
Como recordarán quienes hayan visto la película ‘The Imitation Game’, Alan Turing también tuvo un destacado papel durante la segunda guerra mundial, ya que fue uno de los artífices de la derrota del ejército nazi. El científico fue responsable de descifrar los códigos secretos del ejército alemán transmitidos por la máquina Enigma.
Terminada la segunda guerra mundial, Turing diseñó uno de los primeros computadores electrónicos programables digitales y, además, contribuyó a lo que se llamaría Inteligencia Artificial al sostener en aquella época nada menos, que habría ordenadores capaces de hacer deducciones lógicas.
Una existencia rota
A pesar de sus logros en el campo de la computación y un héroe de guerra, esto no fue suficiente para sus compatriotas. Su condición de homosexual pesó más que sus aportaciones a la ciencia y el progreso de su país.
En 1952 fue procesado por los mismos delitos bajo los cuales se penalizó a Oscar Wilde medio siglo antes: indecencia grave y perversión sexual. Unos “crímenes” que pesaban sobre las prácticas homosexuales tanto en público como en privado, y que años después serían despenalizadas bajo la nueva Ley de Delitos Sexuales de 1967.
Todo surgió a raíz de un supuesto robo en la casa de Turing, urdido por su amante, y la posterior denuncia a la policía, que puso al descubierto la vida privada del científico. Durante el juicio, se le dio a elegir a Turing dos opciones: la cárcel o la castración. Decidió escoger la segunda.
Apartado de la comunidad científica y desprestigiado socialmente, se sometió a inyecciones de estrógenos durante varios meses. Esto le acarreó no pocos problemas tanto a nivel psíquico como físico: aumento de peso, depresión aguda, crecimiento de pechos e impotencia.
Sin nadie a quien acudir, y con el único apoyo de su familia, Alan Turing se suicidó mordiendo una manzana envenenada con cianuro en su laboratorio el 6 de junio de 1954.
Reconocimiento póstumo
A pesar de los continuos actos oficiales de disculpa por parte de las instituciones británicas por el trato dado al científico durante los dos últimos años de su vida, el Parlamento británico negó el indulto póstumo para Turing aludiendo que cuando fue enjuiciado la homosexualidad era un delito tipificado en el país.
Por su parte, la comunidad científica sí que ha estado a la altura, y de manera constante. A través de prestigiosas revistas de divulgación, reconocimientos en conferencias y foros, así como la creación del Premio Turing para todos aquellos que destaquen por sus contribuciones al desarrollo de la computación, se ha hecho todo lo posible por enaltecer la obra del polifacético científico.
Desde hoy, la imagen de Alan Turing acompañará a los ciudadanos ingleses en los billetes de 50 libras, junto con una reproducción de su firma. Un merecido gesto al que fuera uno de los científicos más visionarios del siglo XX y una lección para quienes humillan, condenan, y persiguen al diferente.
