Desde que se vio a la princesa Leia pedir ayuda a Obi-Wan Kenobi en la película original de Star Wars, allá por 1977, la creación de hologramas reales ha sido uno de los grandes sueños de la ciencia. Una figura creada a partir de luz, pero que se podía visualizar en tres dimensiones desde cualquier ángulo.
40 años después, nuevos descubrimientos nos ponen a las puertas de conseguirlo. Científicos de la Brigham Young University (BYU) han creado, usando una tecnología láser, imágenes volumétricas en 3D. Esta sería la definición técnica de lo que conocemos, comúnmente, como un holograma.
A través de Engadget hemos podido conocer los detalles de esta investigación. Usando una tecnología llamada Optical Trap Display (algo así como un panel óptico aislado), los científicos de la BYU aíslan mediante láser una pequeña partícula, y la obligan a moverse dentro de un patrón. Es parecido al movimiento de los electrones en las televisores de tubo. Nuevos láseres se unen, dando iluminación y color. Cuando la partícula se mueve, da la sensación de una imagen holográfica con textura sólida. En este vídeo se puede ver un ejemplo del funcionamiento:
Cada vez más cerca del holograma total
En cierta manera, los investigadores definen esta tecnología como una «impresión 3D en el aire», y no sería una mala explicación. Por ahora se han hecho experimentos con la figura de una mariposa, un prisma, unos aros en movimiento y, como no, una figura inspirada en la princesa Leia. Todavía queda un poco para conseguir que estas figuras tengan un movimiento natural, y que alcancen a interactuar con el usuario, lo cual es el objetivo final.
Este primer paso es sin duda importante, pero requiere de mayor investigación y desarrollo. Las aplicaciones de un holograma en 3D serían múltiples, desde la sustitución de los actuales proyectores, uso recreativo para juegos como la comunicación. ¿Os imagináis hablar por Skype con alguien, pero «pudiéndolo tocar»?
Es fácil emocionarse con estos avances, pero por ahora lo importante es que ya están en marcha. Seguiremos de cerca las averiguaciones de los investigadores en la BYU, esperando conocer futuras novedades al respecto.