Los españoles solemos estar poco orgullosos de lo nuestro, al contrario que nuestros vecinos franceses sin ir más lejos. Por eso, cuando uno se pregunta por cosas como “inventos españoles”, la mayoría piensa en la tortilla de patata. O cualquier otra cosa folclórica, pero nada tecnológico. Sin embargo España ha tenido grandes inventores también en campos de la ciencia o la ingeniería. Veamos diez inventos con padres españoles que seguramente te sorprenderán si te gustan los museos.
El autogiro
Este tipo de aeronave, que fue la precursora de los helicópteros, sí es bastante conocido que fue invento de un español. Juan de la Cierva fue su padre, cuando la aviación todavía estaba en su época más pionera, después de la Primera Guerra Mundial. En plenos años 1920, este murciano ideó este avión sin alas fijas.
En su lugar, el autogiro usa unas alas más compactas y que giran libremente, animadas por el viento. El resto del aparato es como un avión normal, con su motor, hélice y planos de cola. Durante el despegue, el motor hace avanzar al avión y el viento hace girar al rotor. Cuando la velocidad de las aspas es suficiente para crear sustentación, el autogiro vuela.

Juan de la Cierva pilotando uno de sus autogiros.
Es el mismo principio que se usó para desarrollar los helicópteros, de los que algunos consideran a De La Cierva su padre también por ese motivo. Recientemente se ha sabido que la idea tuvo su origen en el mallorquín Pere Sastre Obrador, aunque fuera De La Cierva quien la convirtió en realidad. En un helicóptero el rotor es accionado por el motor principal y orientándolo es como se dirige la aeronave. El autogiro vuela como un avión, con mandos en la cola, y también como un avión en caso de avería de motor puede planear y aterrizar. Su gran ventaja es que es seguro y capaz de despegar y aterrizar en cortos espacios de terreno.
El submarino
Sí, los españoles inventamos una de las formas de desplazarnos por el aire… y también bajo el agua. De nuevo se trata de una invención bastante popular, que en este caso tuvo dos padres. El catalán Narcís Monturiol ideó y construyó en 1859 un prototipo de buque sumergible, que se considera el primer submarino.

Ictineo, el submarino de Narcis Monturiol
Unos años después, en 1887, sería un teniente de la Armada española (e ingeniero), Isaac Peral, quien construyera el primer submarino mecánico. El de Monturiol funcionaba de modo totalmente manual, pero Peral dotó al suyo, de acero, de motorización eléctrica. Además perfeccionó los sistemas de hundimiento y reflote que usaron después todos los submarinos del mundo, hasta los actuales.

El submarino eléctrico de acero de Isaac Peral
Se trata de contar con unas cámaras estancas con válvulas para poderlas inundar, y así sumergirse. Cuando se quiere ascender o volver a la superficie, se expulsa el agua llenándolas de aire, para aumentar la flotación. El guiado y la propulsión funcionan como en cualquier otro barco motorizado, con una hélice posterior y dos timones en este caso, para dirección y profundidad.
El tren rápido
Pues sí, otro medio de transporte, en este caso el refinamiento de uno existente, el ferrocarril. Es más conocido por sus siglas completas, TALGO: Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol. Son los apellidos de los dos padres del concepto: Alejandro Goicoechea, el diseñador, y José Luis Oriol, el inversor que creyó en ello. Las primeras versiones datan de los años 1940, desde 1942 empezaron a llevarse a todo el mundo. A partir de 1964 el TALGO fue reconocido internacionalmente con ese nombre. Y representó una revolución que tiene su reflejo en los actuales trenes rápidos tipo AVE.

El primer Talgo: un prototipo de 1944 que alcanzó 120 km/h
No sólo revolucionó la aerodinámica, sobre todo por su diferente tecnología en las ruedas y carritos. Hasta el sistema articulado y después pendular. Gracias a eso los vagones podían inclinarse hacia el interior de las curvas para compensar la fuerza centrífuga y tenían el centor de gravedad más bajo. Así permitía alcanzar mayores velocidades con seguridad y sin incomodar al pasaje, y sin tener que hacer obras en las vías.
El control a distancia
Otro español ilustre poco conocido es Julio Cervera. Físico y militar a finales del siglo XIX, algunos le consideran el padre de la radio al haber tenido un aparato operativo once años antes que Marconi. Marconi disputó la paternidad del invento con Tesla (los tribunales dieron ganador a Tesla años después). Cervera trabajó con Marconi, quien había conseguido transmitir señales telegráficas por radio antes, pero el español lo hizo con voz.

Julio Cervera y una radio suya en 1902
Pero una patente llamativa de Julio Cervera se refiere al “telemando de equipos y sistemas”, en 1899. Esa patente es la base con la que funcionaron los primeros sistemas de control remoto por radio. Y básicamente como funciona cualquier aparato teledirigido moderno.
Los autómatas
Este invento nos lleva a conocer un genio español más en esta lista, tristemente poco conocida, del cambio de siglo XIX al XX. Leonardo Torres Quevedo fue un ingeniero y matemático que trabajó en varios campos. Entre ellos, y junto a Nicola Tesla, precisamente también en el control a distancia. Lo hicieron algo después que Cervera, pero llegaron más lejos: su “telekino” era un autómata que obedecía órdenes a distancia. Incluso demostró cómo controlar un buque a distancia en 1906 ante el rey Alfonso XIII. Hubiera desarrollado los primeros torpedos dirigidos de haber encontrado financiación.

La máquina «ajedrecista» de Torres Quevedo, un autómata pionero.
También desarrolló varios tipos de dirigibles y suyas son las patentes para los que usó Francia en la Primera Guerras Mundial. O transbordadores y teleféricos: su obra más popular es el de las cataratas del Niágara, inaugurado en 1916 y todavía hoy operativo. Incluso ideó una máquina de escribir semiautomática, o un “puntero para presentaciones y clases”… ¡el actual puntero láser!

Transbordador de las cataratas del Niágara
Bien, pues este tremendo inventor, es el padre de las calculadoras digitales y por ende de los ordenadores y los robots. Desarrolló varios tipos de calculadores mecánicos, muy en boga en su época, pero dio el salto al aplicarles la electricidad. Eso y la combinación de sus autómatas controlados a distancia, le hicieron prever que podría haber máquinas autónomas en un futuro. Y dejó hecha una calculadora eléctrica.
La calculadora
Torres Quevedo fue muy prolífico y su calculadora eléctrica destacable, pero antes hubo otra calculadora con padre español. El gallego Ramón Verea es el padre de la “Verea Direct Multiplier” de 26 kg destacada en el museo de IBM. Podía realizar las cuatro operaciones (sumar, restar, multiplicar o dividir) con cifras de nueve dígitos.

La patente de Ramón Verea: una calculadora mecánica completa.
Emigrado a Cuba en 1855, su paso a Nueva York poco después cambió su vida. NY era una capital de los avances tecnológicos en la segunda mitad del siglo XIX. Allí Verea escribió novelas, tuvo un periódico y desarrolló esa calculadora mecánica. Demostró con ella el talento español, la patentó… y no la comercializó. Murió en la indigencia en Argentina antes del cambio de siglo, mientras otros aprovecharon sus avances para hacerse ricos vendiendo miles de calculadoras y máquinas registradoras en todo el mundo.

Aparato portátil de Rayos X de Mónico Sánchez
El Tesla español
Mónico Sánchez fue un autodidacta español de origen humilde que emigró a Nueva York a principios del siglo pasado y allí consiguió grandes logros. Fue contemporáneo del ahora famoso Nicola Tesla y de su enemigo Thomas Edison. Su principal invención fue una máquina de Rayos X portátil: eso permitía llevarla a colegios u hospitales sin ese recurso. Y sobre todo permitió al ejército francés contar con esa ventaja en el campo de batalla durante la Primera guerra Mundial. En el campo de batalla, ser capaz de detectar un hueso fisurado o ubicar restos de metralla o proyectiles, salvó muchas vidas.

Mónico Sánchez junto a uno de sus aparatos
Hizo fortuna también con un invento que fue el anticipo del teléfono móvil. De hecho le compró el invento la Collins Wireless Telephone Company, por medio millón de dólares de hace casi un siglo. Lo curioso es que Mónico quiso compartir su fortuna con su pueblo natal, Piedrabuena en Ciudad Real. Construyó una central eléctrica cuando allí no llegaba la luz y puso en marcha varios proyectos tecnológicos que recuerdan mucho a algunas ideas de Tesla. La Guerra Civil y tal vez lo avanzado de algunas ideas para su tiempo, la postguerra, llevaron a Mónico a la ruina. Falleció en su Piedrabuena natal en 1961.
El Traje de Astronauta
Cuando en 1935 el granadino Emilio Herrera diseño su “Escafandra Estratonáutica” no había naves espaciales ni se sabía mucho del espacio exterior. Este científico, aviador y aficionado (o quizás soñador) a los futuros viajes espaciales obtuvo reconocimiento por sus estudios sobre la alta atmósfera en el exterior, pero pasó sin pena ni gloria en su España natal. Completó y probó él mismo su traje en una cámara de vacío a 70 grados bajo cero durante dos horas.

Emilio Herrera junto a su traje estratosférico
Pero fue basándose en sus apreciaciones y necesidades para la supervivencia en el espacio exterior, como empezaron a diseñarse trajes espaciales dos décadas más tarde. Apenas pudo disfrutar de ver su invento usado y reconocido, pues se exilió para fallecer en Ginebra en 1967. Rusia y Estados Unidos ya habían enviado astronautas al espacio, y faltaban sólo dos años para que pisaran la Luna.
La jeringuilla desechable
Durante muchos años la administración de medicamentos se hizo con jeringuillas de cristal, que se esterilizaban en agua hirviendo. Otro gran inventor español, Manuel Jalón, ideó usar el plástico para fabricar jeringuillas de usar y tirar. Si te suena su nombre es normal: es más conocido por haber inventado la fregona. Fue él quien ideó usar un palo para fregar y el sistema de escurrido hoy universal.

La jeringuilla plástica desechable de Manuel Jalón
En los años 60 este riojano mejoró algunos aspectos de las jeringuillas hipodérmicas para que pudieran fabricarse con plástico. Y creó las desechables. En 1975 puso en marcha la fábrica Fabersanitas de donde han salido miles de millones de jeringuillas para todo el mundo.
El aire acondicionado
La climatización de un espacio cerrado fue en su momento un problema mucho mayor que la mera comodidad doméstica. Te sorprenderá saber que en pleno Siglo de Oro, a finales del siglo XVI (sí, has leído bien, año 1600), hubo alguien inventó el aire acondicionado. Jerónimo de Ayanz, militar cuyas hazañas contó Lope de Vega, se preocupó de mejorar las condiciones laborales de los mineros.
Nombrado Administrador General de Minas en 1587, desarrolló la primera aplicación práctica de una máquina de vapor a gran escala. Inventó un sistema de bombas que múltiples usos: extraía el agua de las galerías al exterior, y bombeaba aire hacia el interior. Además para compensar el calor en las galerías inferiores, el sistema enfriaba con nieve el aire bombeado. ¡Aire acondicionado en pleno siglo XVI!

Un escrito de Jerónimo Ayanz: la máquina de vapor pionera.
Aunque hoy en día es un desconocido, en su época asombró por sus ideas. Se le reconocen 48 invenciones en un documento de 1606 que es el antecedente de las actuales patentes. Entre ellos está un traje de buceo probado, un sistema para destilar agua marina a bordo, otro de bombas para riego, varias balanzas de precisión… otro genio español.
Pere Sastre Obrador no resolvió el problema de las aspas y el vuelco de la aeronave. Decir que fue padre de la idea del autogiro no es exacto, su diseño se corresponde más con un helicóptero e invito a quien lea este gran recopilatorio de genialidades a que indague la diferencia entre autogiro y helicóptero. Por no decir la diferencia entre la preparación matemática de un agricultor de principios del XIX y un ingeniero de caminos, canales y puertos. Aporto un enlace a un video sobre la historia del autogiro y del vuelo vertical en el que aparecen otros inventores y no por ello se les atribuye ninguna paternidad de ideas. Si así se hiciera, Leonardo Da Vinci es el ganador, tanto en helicópteros como en submarinos (pobres Monturiol y Peral)
Echo en falta mencionar la histórica desidia y desinterés de España y sus ministerios en apostar fuertemente por nuestras creaciones que nos ha hecho perder muchos trenes tecnológicos, resumiendo el interés en meros aplausos en las demostraciones.