Como si de una película de ciencia ficción se tratase, un equipo de investigadores españoles han creado una impresora 3D que es capaz de crear piel humana que sería funcional. Es decir, que puede ser usada sin ningún tipo de problemas. En un primer momento, el objetivo es que sea usada para investigaciones y hasta poder probar productos cosméticos, pero en el futuro la idea es que esta piel sirva para hacer trasplantes.
La impresora ha sido desarrollada por los investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid, por El Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, y el Hospital General Universitario Gregorio Marañón. También ha colaborado la empresa BioDan Group, cuyo objetivo es sacar al mercado un modelo industrial. Y es que anteriormente se habían diseñado sistemas in vitro por el que desde una pequeña biopsia se podría generar la piel en tres semanas, un tratamiento que ya ha sido usado en unidades hospitalarias de grandes quemados.
Ahora, y a falta de la automatización del proceso, el objetivo es llegar a la producción a mayor escala y abaratar los costes de la creación de piel humana. Por el momento, están esperando una aprobación por diversas entidades para garantizar que esta piel producida sea apta para utilizarla en los trasplantes de pacientes con quemaduras o con cualquier problema cutáneo.
Además de tener este uso médico, uno de los objetivos es usar esta piel para la prueba de los productos farmacéuticos como serían los químicos de gran consumo o los propios cosméticos, ya que se exige que las pruebas no sean hechas en animales. Esta impresora 3D lo que hace es replicar la estructura natural de la piel.
Esta impresora 3D que fabricaría piel, en vez de alimentarse de cartuchos normales, usan biotintas -una de las grandes claves de su funcionamiento-. Es decir, que contienen células, proteínas, factores de crecimiento y demás. Como explica uno de los investigadores, la impresora se basa en una normal, pero se adapta para que en lugar de imprimir en un plano lo hagan las tres dimensiones.
Así es como la biotinta es la clave en el proceso. De manera ordenada, y en una placa, se van realizando las deposiciones de esta tinta para ir produciendo la piel que posteriormente irá a una incubadora que está a 37º. Los tejidos pueden ser de dos maneras, la propia piel que se crea a partir del paciente -esto serviría para quemaduras- y la piel alogénica que sería de células de cualquier donante. Esta última es la que se usa para probar cosméticos y químicos.
Para extraer la piel del paciente o donante, se hace con una biopsia. Posteriormente se cultiva en el laboratorio y se consigue su multiplicación después de dos o tres semanas. Cuando hay células suficientes, se mezclan para la impresión. Eso sí, hay que destacar que la impresora trabaja en condiciones de seguridad biológica para evitar el contaminación de otros agentes.
Como curiosidad, uno de los investigadores apunta a que en un tiempo no muy lejano -aunque sí serían bastantes años- se podrían llegar a hace corazones por una bioimpresora usando las células de los pacientes.