Muchos fans de Star Wars han aprovechado el estreno de Rogue One para embutirse en el sofá y hacer un maratón con todas las películas de la saga. Los buenos cinéfilos conocen el orden correcto de la serie y saben que hay que empezar por el Episodio IV, pero sólo los verdaderos expertos admiten, entre fríos sudores, que habría que añadir una octava película para que el maratón sea completo. Un engendro que nunca llegó a salir en vídeo, y mucho menos a estrenarse en cines. Un espanto tan atroz que sólo se emitió una vez por televisión: The Star Wars Holiday Special.
Este especial televisivo fue dirigido por Steve Binder, y se emitió el 17 de noviembre de 1978 en la cadena de televisión CBS. Aquel día, la famosa frase que Obi-Wan Kenobi había pronunciado sólo un año antes se convirtió, de repente, en una funesta profecía: “He sentido una gran perturbación en la Fuerza, como si de pronto millones de voces gritasen de terror…”. La acogida fue tan nefasta que nunca más se volvió a emitir. Quizá suene exagerado, pero después de ver semejante bodrio uno puede entender por qué Disney limita el Universo Star Wars a las películas de toda la vida, y mira hacia otro lado cuando le preguntan si es cierto que lanzaron a Binder a las fauces del temible sarlacc.
The Star Wars Holiday Special no empieza del todo mal. Podemos ver a Han Solo y a Chewbacca en la cabina del Halcón Milenario, acosados por las descargas de los Destructores Imperiales. Chewie está preocupado porque quiere llegar a casa para celebrar un día especial, y Han le tranquiliza conectando la velocidad de la luz y esquivando a las fuerzas del Imperio. Nos inquietamos un poco porque todo en general tiene un aspecto bastante más cochambroso de lo que nos mostraban en Una Nueva Esperanza, pero mantenemos la confianza. Es Star Wars. ¿Qué puede salir mal?
En apenas unos segundos llega la respuesta, dura como una pedrada. Contemplamos atónitos lo que supuestamente es la casa de Chewbacca, pero que más bien parece la pesadilla de un Ewok con indigestión de raíces.
Todavía estamos tratando de parpadear, cuando se nos presenta a la familia del poderoso wookie en un escenario desechado de alguna sitcom de segunda línea. Al instante sentimos empatía por Chewie: nosotros también nos iríamos a deambular por los confines de la galaxia, sin decir a qué hora volvemos.
De repente aparecen Luke Skywalker y R2-D2 para sacarnos de la pesadilla que supone escuchar una conversación en wookie sin subtítulos, pero la ensoñación dura sólo un par de minutos. Vemos a Malla, la esposa de Chewie, intentando cocinar un Bantha, y a Itchy, el padre, experimentando alucinaciones psicotrópicas. Se supone que está viendo el contenido de un chip de memoria, pero había que eludir la censura de alguna manera. La “película” continúa con un cameo absolutamente aleatorio de la princesa Leia, una patrulla de Stormtroopers que deciden que no cobran lo suficiente y se ponen a ver vídeos musicales, y un corto de animación en el que Han, Leia y Luke se enfrentan a Boba Fett, que en ese momento estaría haciendo sus prácticas de empresa como cazarrecompensas, porque muy agresivo no se le ve.
Al fin, Chewbacca llega junto a su familia, se visten con algo muy parecido a una batamanta y emprenden un nuevo viaje astral. Sin nave ni nada.
Tras casi una hora y media preguntándonos simplemente “¿Por qué?”, aparecen todos nuestros queridos protagonistas, y la princesa Leia despide con una canción este inefable especial de Navidad. Nos consuela el hecho de que Carrie Fisher se divirtiera durante el rodaje de esta abominación. O tal vez se encontraba bajo la influencia de los «chips de memoria» del padre de Chewie.
En definitiva, Star Wars Holiday Special fue un despropósito delirante que sólo se entiende si contemplamos el escaso presupuesto que una televisión tenía a finales de los 70 para hacer una producción propia. O quizá se fue todo en pagar los cameos de los actores. Desde la página oficial de Star Wars nos la intentan vender diciendo que, después de todo, tiene partes bastante aprovechables, como algunas escenas eliminadas del Episodio IV, máscaras y maquillajes alternativos, o una versión diferente de la famosa cantina de Mos Eisley.
Nuestra recomendación es que merece la pena echar un vistazo a la película, pero sólo para regocijarse con lo mala que es. Por cierto, no tardes mucho en verla. No sería extraño que la hicieran desaparecer de la faz de Internet.
Genial, voy a buscarla y añadirla a la lista de películas para ver cuando estoy deprimida