Pues resulta que era verdad. Hace unos días te contábamos que después de que Donald Trump hiciera unas declaraciones contra Apple el pasado mes de julio, la compañía había considerado la opción de trasladar la fabricación de sus iPhone a Estados Unidos, en lugar de hacerla en China como hasta el momento. El futuro presidente de los Estados Unidos dijo que iba a gravar la entrada de productos estadounidenses fabricados fuera del país con un impuesto adicional del 35%, con el fin de que «Apple fabrique sus malditas computadoras en Estados Unidos», palabras literales de Trump. Te contamos que, efectivamente, la de Cupertino pidió a Foxconn y Pegatron (las compañías con las que principalmente trabaja en China) que estudiaran el traslado al país de origen de la firma. La segunda no quiso saber nada del asunto por los elevados costes que eso supondría, pero Foxconn prometió estudiar todas las vías y posibilidades. Y aunque en algún momento llegamos a pensar que se trataba de un arrebato del histriónico candidato, ha llegado la hora de la verdad. Trump le ha prometido a Tim Cook, actual presidente de Apple, interesantes incentivos si traslada la fabricación de teléfonos a la patria norteamericana.
En una entrevista concedida a The New York Times, el presidente electo contó que había mantenido una conversación con Cook. Explicó que este le había felicitado por los resultados electorales y que acto seguido, habían hablado acerca de la «amenaza» realizada por Trump cuando estaba en campaña. En este primer intercambio tras las elecciones, el futuro presidente dijo que trasladar la fabricación del iPhone a Estados Unidos sería un verdadero triunfo personal. Además, le prometió a Cook incentivos si en lugar de seguir montando el iPhone en fábricas de China o Vietnam, pasaba a hacerlo en una planta estadounidense. Por si esto fuera poco, el presidente le dijo al máximo responsable de Apple que su grupo estaba planeando someter al congreso una importante rebaja de impuestos para las grandes empresas, en un intento de compensar a Apple y a otras corporaciones en su misma situación por la ingente inversión que tendrían que hacer para exportar la fabricación.
El problema al que se enfrenta Apple es bastante grave. Desconociendo por completo cuál será la hipotética rebaja de ingresos que pretende aprobar Trump, plantearse el traslado de la fabricación será una decisión súper costosa. Expertos aseguran que el coste, tanto de los componentes de los equipos como de la mano de obra se duplicarán, lo que tendría que repercutir directamente en el precio del para el gran público. No obstante y teniendo en cuenta que el coste del teléfono ya es de por sí elevado (un iPhone nuevo prácticamente parte de los 800 euros), sería poco probable – o recomendable – que Apple subiera todavía más el precio, de modo que vería considerablemente reducido su margen de beneficios. Muy buenos tendrían que ser los incentivos fiscales para que Apple pudiera seguir sacando tanto rendimiento a la comercialización de su teléfono estrella.
Vía: The New York Times